Este extravagante periplo se urde con episodios de lo más variado (limosnas y aguinaldos, trabajos ocasionales, actuaciones como cómico, mediador entre guardias y delincuentes…) aderezado con descripciones de los tipos y de los escenarios del camino, sin que falte algún que otro diálogo «filosófico» o alguna explicación histórica del paraje, lo que conforma, todo mezclado, un peculiar estilo que será modelo para los futuros escritores de libros de viajes españoles, como Josep Pla o Camilo José Cela.
Ciro Bayo nació el 16 de abril de 1859, en Madrid, donde moriría el 4 de julio de 1939. Se lo puede considerar uno de los grandes escritores de literatura de viajes de la lengua española por la huella que dejó su estilo, de un perspicaz y peculiar costumbrismo, en los escritores posteriores.
Fiel a su vida aventurera, oscureció sus orígenes familiares con testimonios confusos, aunque se sabe que viajó desde muy joven primero por Europa, de la que dominaba varios idiomas, y luego, por la América hispana, donde llegó a emplearse como maestro en Argentina y en Bolivia, si bien se licenció en Derecho por la Universidad de Barcelona.
En España, ejerció el oficio de traductor y escritor con obra desigual, aunque cosechara la admiración de los jóvenes escritores del Noventa y ocho; en especial, de los hermanos Baroja y de Azorín.
Nos dejó una obra irregular sobre la que destacan sus libros de viajes apenas publicados en dos años, como El peregrino entretenido; viaje romancesco (1910), El peregrino en las Indias (1911), Vocabulario criollo-español sud-americano (1911), y este Lazarillo español (también de 1911); títulos a los que posteriormente acompañará una curiosa variedad de ensayos historiográficos y divulgativos sobre las repúblicas americanas.
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