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Carrusel en la Plaza de Oriente
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Carrusel en la Plaza de Oriente (Foto: Maudy Ventosa)

NO HAY NAVIDAD SIN CASTAÑAS

¡Mecachis! Azucena del Valle está más mustia que un geranio en invierno. Llegan las navidades y se nos pone muy melancólica. Nos lo cuenta en "No hay Navidad sin castañas". ¡Incierto! Este país está hecho una castaña y los países extranjeros, también. Baste mirar a nuestros politicastros y a países como Ucranía o Siria y si hablamos de Valencia, no se salva ni la fallera mayor. Ya nos lo dijo Eslava Galán: "nos vamos a la mierda". A lo mejor ya estamos y no nos hemos enterado porque estamos comiendo castañas pilongas en vez de chocolate con churros.

- El viento trae aroma de castañas, Puri.

- Depende de a dónde enfoques la pituitaria y sobre qué pises mayormente, Vani. Y si te tocan delante una pareja de caballos de los municipales de Madrid que les da por defecar en la rúa, ni te cuento.

- No me extraña que el fino lector de nariz delicada te trate de prosaica y escatológica. A estas fechas, y no siento que te invada el espíritu navideño ni de coña. Imbuida me hallo yo en la celebración de paz y amor que se aproxima, de la alegría que inunda los corazones, de la fiesta que se desborda en calles y plazas, de las luces que cuelgan gozosas de los árboles de los bulevares, de los aromas apetitosos que salen de las cocinas, del olor a troncos de encinas que chisporrotean en las chimeneas encendidas de los hogares, de la música de los alegres mercadillos artesanos y chinos…

- No sigas, Vani, que se me desbordan las cataratas de tanta felicidad reprimida durante todo un año y que nos obligan a sacar de golpe durante el Adviento y la Natividad. Preparándome estoy para tanta dicha y gozo. Me va a estallar el pecho de un momento a otro.

- Si no llevaras el sujetador tan prieto no tendrías tanto ahogo, pero claro, antes muerta que sencilla, bonita.

- No me refiero a lo externo, ni a la faja para meter barriga, que constriñe lo suyo; es algo mucho más interno que oprime el corazón y el estómago y que hace el respirar difícil. Cuando paseo la calle de noche y miro hacia arriba, veo luces brillantes que titilan y parpadean, escucho conversaciones alegres y risas en compañía, huelo a calamares fritos, chocolate, gofres… levanto la cara para recibir el viento helado de la sierra que sabe a nieve; siento pasos apresurados de los que vuelven a casa tras la jornada laboral o de los que van presurosos porque han quedado para una cena de colegas y amigos; pasitos cortos de niños con sueño que van de la mano de sus papás gritando lo que van a pedir a sus Majestades. Gente común, en general, felices en su rutina diaria que saben que mañana su día será parecido y no piden mucho más a la vida, salvo que no se la descoloquen del todo.

- Pues si todo está bien, a qué viene esa desazón, tía.

- A que todo lo que sube baja, pequeño saltamontes, y después de mirar al cielo bajo la vista a la cercana acera y de nuevo me topo con el mendigo arropado en sucias mantas que escucha la radio todo el día, tumbado en el mismo jergón desde hace varios meses; revivo la imagen de los miles de ancianos que no tienen cabida en nuestras vidas porque los pisos son pequeños y estamos muy atareados trabajando y sacando al perro tres veces al día para que haga sus necesidades y no se estrese; ellos, nuestros viejitos, pasean sonriendo a su ayer idealizado sujetando el tacataca mientras su cuidad@r atiende el móvil y ni les mira; veo…

- Pues pon la tele, tía, y así te evades de la realidad.

- ¡Eso!, ¡lo que me faltaba! Y así me olvido de que ya han pasado más de dos años desde que el puto Putin comenzara a bombardear Ucrania en una guerra desigual que se ha cobrado, hasta la fecha, más de treinta mil víctimas; no pienso en la guerra que Israel lidia contra Hamás en Gaza desde que el siete de octubre de 2023 grupos armados de militantes palestinos atacara a los israelíes mientras celebraban la fiesta de Simjat Torá y que se está saldando con miles de víctimas, sobre todo, palestinas…; tampoco pienso en la invasión del Líbano, ni en la deriva que tomará Siria tras el derrocamiento del dictador, asesino y torturador El Asad, con Abu Mohammed al Jawlani a la cabeza, un nuevo mesías que perteneció a Al Quaeda en Irak, amigo de los yihadistas de Estado Islámico, comandante de El Frente Nusra y Hayat Tahrir al Shamni… ni pienso en lo que ocurrirá con sus mujeres, con este tío que ahorcaba a los homosexuales… y también me olvido de las afganas que no tienen derecho a tener alma ni vida social…

- Hay que ser optimistas, Puri. Los expertos afirman que hay menos guerras que en el siglo pasado, aunque las actuales abiertas superen la decena…

- ¡No te jode! Porque afirman que un conflicto se considera guerra cuando supera los mil muertos al año… si no, se consideran de baja intensidad. ¿Y qué ocurre con los millones de seres que vagan por el planeta buscando un hogar donde depositar de nuevo sus ilusiones y esperanzas, sintiendo que no son de ningún sitio, desarraigados y dolidos?

- ¡Vaya manera de empezar la Navidad, tía! Se me están quitando las ganas de comprar castañas. Y eso sin hablar del desgobierno.

- ¡Ay, Vani! Vivimos en un mundo de tensiones peligrosas, de religiones excluyentes que esclavizan, de ambiciones desmesuradas, de egos desmedidos, de odios irreconciliables, de líderes autoritarios, de extremos que se tocan… de locura. No somos capaces de llegar a acuerdos duraderos, de avanzar para erradicar la desigualdad, el hambre y la pobreza, de mirar al otro como a nuestro hermano. Nos estamos destruyendo.

- Pues hay que mirar en positivo, porque si no, nos vamos a la mierda como decía nuestro Eslava Galán en una interviú.

- Y tenía razón, por eso propongo una Navidad reflexionada entre polvorón y mazapán. Hasta conseguir la mejor versión de nosotros mismos, buscando en nuestro interior para poder mirar a los ojos a los que tenemos cerca y queremos. Viéndolos como si fuera la primera vez, sin telarañas, sin rencores; con amor.

- ¡Es bueno volver a casa por Navidad!, dar achuchones a malsalva hasta que te duelan los brazos de apretar; sonreír, aunque te salgan arrugas; decir te quiero hasta que te quedes ronca; amar la vida; ¡vivir!

- ¡Cien por cien, tía! Por eso, desde esta página irreverente, queremos desearos una maravillosa NAVIDAD. Plena y feliz. Sin complejos ni tonterías… ¡CON AMOR!

- Sin atragantos ni sobresaltos. ¡Ahí lo dejo! ¡Feliz Navidad!

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