Publicado por Editorial Pandora Lobo Estepario, que dirige el artista mexicano Miguel López Lemus, el libro se presenta en edición bilingüe español-inglés por la mano de varios traductores. Integrado por ochenta composiciones sin división interna en partes y dedicado a su hijo Teo, en este grueso volumen Álvaro Hernando demuestra poseer un claro dominio sobre su torrencial estilo, que se caracteriza por el verso fluido, reflexivo, y que ejerce con total libertad, una libertad que, sin embargo, no le impide generar un ritmo "creciente, o menguante" que se adapta al mensaje "de quien escribe para la eternidad / y no para el éxito". Más de doscientas páginas dan para mucho cuando quien las escribe tiene, precisamente, mucho que decir, así Álvaro Hernando aborda temas muy diversos, que a menudo se superponen, elaborando un discurso tan rico como digresivo, donde no faltan las alusiones a la realidad social del momento o pasajes surrealistas que en ocasiones nos recuerdan al Lorca neoyorquino por sus palabras generadoras de imágenes insólitas. Por eso no es extraño que el poeta cree a menudo “laberintos del lenguaje” donde perderse y encontrarse, recogiendo por el camino verdades como templos, consciente de que solo se puede mirar al infinito con los ojos cerrados. Otros poemas son cuerpo y lecho de su ingenio, como en "Treinta y nueve eclipses", donde el poeta hilvana el mismo número de versos jugando con la última palabra del verso anterior para culminar con un sentido "Tu nombre en un pensamiento". O en "amor, sexo y posesivos", donde el verbo se hace carne: "Yo amo sin posesivos". Nueva York y San Francisco también son testigo de la honda huella del poeta, así dice de la populosa ciudad de la costa este: “El sol y la sombra cortan Manhattan / me devuelven la soledad con campanas y brisas en East Village / me dan la libertad que me robo”. Antes Álvaro Hernando viajará a la otra punta del país para visitar CityLights y allí “pisar mis principios hasta que entren por las / estrechas / fisuras de / mis convencidos fundamentos”. En este poemario Álvaro Hernando nos habla del amor, tan volátil como etéreo, del ser, “del que no es posible sustraerse”, de tristeza, derrota y extravío, pero sobre todo de la alegría de estar vivo, aunque como el perro que le habla al cielo en el poema homónimo, una composición de una belleza ignota y que ya forma parte del canon personal de quien redacta este escrito, seamos “levedad de muchos dueños”. Álvaro Hernando es poseedor de un amplio sentido del humor que baila al blues con las ingeniosas antítesis que jalonan el poemario. Su forma más fehaciente es este aforismo con el que concluye el libro, al final la nada y el olvido como punta de iceberg del Todo: “El olvido escribe todos sus versos en agua”. Puedes comprar el libro en:
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