Una poesía fresca y llena de imágenes sorpresivas, que se encadenan las unas con las otras con naturalidad, acercándonos a lo que sería el movimiento surrealista del que sin duda bebe todo este poemario. Encontraremos unos poemas que abordan a la perfección el proceso que va desde la pérdida del amor, de la esperanza y la fe hasta la necesidad urgente de reencontrarse con una mismo, reconstruirse serenamente e ilusionarse de nuevo. Por ejemplo, en el poema que figura por su importancia en la contraportada podremos encontrar algunas de las claves poéticas del libro: Una, la principal, la que hemos dicho que la poeta va a dejarse llevar tanto en la escritura como en la vida por lo que le dicte su corazón, pese a que este esté en algún momento más que maltrecho, sobre todo en lo que atañe al amor. Dos, cuando nos dice “una mujer canta vergüenzas en el idioma de su falda” podría traducirse al lenguaje común como que el yo poético va de alguna forma a desnudarse por completo para hacernos partícipes de sus confesiones amorosas más íntimas sin cortapisas. Y, tres, cuando nos comenta “Por eso compulsiva se lleva los parques a casa”, alude a esa necesidad que todos sentimos alguna vez de respirar aire fresco y no solo fuera de los límites de nuestra casa o hogar, sino también en el interior de nuestras cuatro paredes.
Nunca anda en línea recta. Así aprende.
(…)
Una mujer canta vergüenzas en el idioma de su falda. Y pide y nadie le da.
(…)
Por eso, compulsiva, se lleva los parques a la casa.
El lenguaje que suele emplear Popy está cargado de figuras llamativas como la antítesis, además habrá muchas referencias a cuentos, a dichos… que buscarán la mirada cómplice del lector. Si acaso uno de los casos más representativos de esto último lo encontramos, en particular, dentro del poema “Que me corten la cabeza” de la página 33 que claramente hace referencia al cuento de Alicia en el País de las Maravillas:
Quiero alguien que si me escucha decir de nuevo: Creo en el amor. Me tire al suelo y grite:
¡Que le corten la cabeza! Por favor.
Para lograr esas expresiones tan potentes la poeta fuerza el vocabulario a veces hasta llevarlo al límite y hasta dar con usos extremadamente novedosos. De este modo, en el poema “Hoy los faros se buscan los ojos” podremos leer:
Ayúdame a sacar de mis uñas el perdón y a hacer un aluminaje a este cielo rocoso y de bruma.
Por otra parte, en el poema “El cuartel de gelatina”, apreciaremos esa necesidad de la que hablaba antes de recogimiento y autodefensa:
Me he puesto orejeras y una tapia por falda.
(…)
Quien quiera verme que escale sin cuerda. Mis huecos llevan tigres. Y mis volantes sierra a motor.
(…)
Mis risas en sus cajas. Después de leer esta descripción nos queda claro que la poeta se parapeta, entre otras cosas, en su propio lenguaje a la espera de tiempos mejores. Busca saborear la libertad y tomar de nuevo aire para afrontar y recuperarse de los fracasos de la vida. Pero lo cuenta y lo hace de una manera tan espontánea, emotiva y sincera que nos sobrecogerá y su dolor también será nuestro. Dentro de los usos extremos del lenguaje subrayo el poema titulado “Oración” donde veremos cómo recurre al léxico litúrgico, pero esta vez para hablar del despecho y los sinsabores del amor. Este poema termina además de una manera muy contundente aseverando: “No esperéis un amén”, o lo que es lo mismo no esperéis que asienta y calle y siga como si nada porque ese no es mi estilo. Del poema “Oración”, sito en la página 17, extraigo también unos cuantos versos más que ejemplifican ese uso coloquial y fresco que la autora hace constantemente de las palabras y de ese tono confesional y directo que emplea para dialogar con nosotros, con el que logrará atraparnos sin duda:
Yo sólo pido el milagro de no haberte conocido.
(…)
No esperéis un amén.
Otro de los mensajes clave que nos lanzará Popy será la autodeterminación, el aceptarse con sus virtudes y defectos, de este modo en el poema “El sueño de un cactus”, sito en la página 30, nos dice:
Y yo, sonámbula de arenas. dicen que soy el sueño de un cactus.
(…)
Alguien me habló de la existencia de estos sueños trileros donde nunca acierto.
Otros versos que muestran la autodeterminación del yo poético, la rebeldía o la sinceridad apabullante los podemos encontrar en “Mariposa revolucionaria”
He dejado mi físico en el trastero y el alma en desnudo integral.
(…)
Y si algo suena que sean mis huesos trasteando para dar conmigo.
Búsqueda constante del “yo” que se apoya e identifica a menudo con la naturaleza para expresarse y que muchas veces viene acompañado de un humor chispeante. Lo acabamos de ver en “Mariposa revolucionaria” y ahora lo volvemos a ver en el poema “Efectos secundarios”, sito en la página 45, donde la poeta elige esta vez a las hormigas o más tarde al lobo para reflexionar en clave de humor acerca de sus propias vivencias:
Aquí sigo haciendo círculos con el pie, mientras se van las hormigas.
(…)
Sumo suelo. Resto camino.
(…)
Yo he querido ponerle guantes a un lobo. Y no hay necesidad. De verdad que no.
De la IV parte del libro destaco el poema “Deja ya esa Patagonia” donde la poeta reclama a su amante: “Deja ya de sostener otros cielos / y encuentra el mío”. Como comprobamos un amor nada sumiso o servicial, totalmente inscrito en nuestro tiempo, que reclama, exige y pide a su amante que se decante, que tenga valor y que esté a la altura de las circunstancias. En definitiva, un libro sorprendente y una poeta con una voz muy singular y peculiar. Un poemario que tocará el tema del amor y del desamor y otra vez de nuevo el amor. Unos versos con los que nos sentiremos plenamente identificados y nos harán reír en más de una ocasión, algo más que necesario y totalmente de agradecer en estos tiempos que corren. Una lectura pasional, asombrosa, divertida, amena… En pocas palabras, un libro imprescindible. Puedes comprar el poemario en:
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