Ha publicado la novela “La sombra del Führer” y el ensayo “Esvásticas en el sur”, Premio Círculo Rojo 2019 al mejor libro de investigación. Ahora publica en la Editorial Kailas un nuevo ensayo histórico, “Doctor Pirata” sobre un supuesto médico nazi que ejerció la medicina de manera fraudulenta durante muchos años en España, mientras era buscado por el Mossad y otros servicios de inteligencia aliados. En la entrevista, Wayne Jamison nos descubre cómo investigó a tan camaleónico personaje y cómo forjó su nuevo e interesantísimo libro. Acaba de publicar el libro “Doctor Pirata”, sobre el nazi Frits Knipa. ¿Cómo llegó a su conocimiento la historia de él? Leí un artículo sobre él en Diario de Cádiz. Hablaba de un médico que había llegado al municipio de Chipiona en 1946 para dirigir el sanatorio marítimo de Santa Clara, que se hacía llamar Luis Gurruchaga y que decía ser de origen vasco, de San Sebastián, pero que ocultaba un pasado como médico de las SS en campos de concentración nazis. Había muchas cuestiones en ese relato que no me cuadraban y empecé a investigar. Quise asomarme al abismo, que creo que es lo que buscamos todos cuando queremos conocer más sobre personajes como éste. Entonces me di cuenta de que la realidad era bastante diferente. Ni se llamaba Luis Gurruchaga ni Friedrich von Freienfels (su supuesta identidad alemana) ni era vasco ni había estado en las SS. Ni tan siquiera era alemán, sino holandés. Había sido, eso sí, agente de la Gestapo, aunque después de haber luchado contra los nazis en la invasión de su país y hasta en la resistencia, y había ejercido la medicina sin la titulación correspondiente. Tengo documentadas al menos ocho identidades diferentes, aunque seguro que usó más. Había construido identidades y pasados y vivido en función de ello según le convino. Fue capaz, incluso, de simular su muerte más de una vez para borrar su rastro. Es un personaje que representa como ningún otro la dualidad del ser humano. ¡Y real! Porque en este libro no hay nada de ficción. Todo lo que se cuenta sucedió tal cual, o se cuenta con la voluntad de acercarse lo más posible a la realidad. Por difícil que resulte de creer. ¿Le ha costado muchos encontrar documentación sobre tan enigmático personaje? Sí, mucho. Tenga en cuenta que no existe bibliografía que hable de este hombre. Tuve que partir prácticamente de cero. Lo único que había era un artículo en un periódico que, además, lo que ofrecía era pistas falsas. Investigar a Luis Gurruchaga y a Friedrich von Freienfels me llevaba a callejones sin salida. Era desesperante. El punto de inflexión fue dar con la identidad auténtica, Frits Knipa. A partir de ahí no es que fuese fácil tampoco, pero al menos sabía hacia donde apuntar. ¿Cuánto tiempo ha tardado en documentarse y escribir el libro? Unos tres años. Y han sido tres años intensos, porque no ha sido una dedicación parcial durante ese tiempo. He invertido muchas horas. Viajes, consultas en archivos, recopilación de testimonios… Todo eso requiere tiempo. Más en este caso. Es un personaje que ha llegado a obsesionarme; no ha dejado de sorprenderme. Sigue haciéndolo, de hecho, una vez publicado el libro. Es como si Frits Knipa no me dejase desprenderme de él. Frits Knipa llegó a España en 1943. ¿Fue de los primeros que se dio cuenta que el régimen nazi se desmoronaba? No estoy seguro. Es posible. Aunque creo que él llegó a España más bien por necesidad. Para él era peligroso seguir en Holanda y buscó, o le buscaron, un destino seguro, en el que poder, además, seguir trabajando para la causa. Y desde luego, si España ofrecía algo, era amparo y seguridad. Sí es cierto que su entrada en este país sucede cuando la derrota del Eje, de los nazis, ya empezaba a verse como algo bastante probable. ¿Cómo fueron sus contactos con la resistencia holandesa? Como conté antes, él luchó contra los nazis en mayo de 1940, cuando éstos ocuparon en pocos días Holanda de camino a Francia. Bueno, en realidad, se vio abocado a luchar contra ellos, no le quedó otra. Eso sí, le costó caer herido de gravedad. Llegó a ser considerado poco menos que un héroe por ello. Sucedió en una de las batallas que los holandeses siguen recordando con orgullo porque fueron capaces de hacer frente a los alemanes, de retrasar su avance, en lo que se conoce como la guerra relámpago, o blitzkrieg. Tuvo que ser operado varias veces y visitó numerosos hospitales los meses siguientes. Fue en uno de esos hospitales donde mandos de la resistencia holandesa le ofrecen empezar a trabajar con ellos. Acepta y ejerce como agente de la resistencia en Holanda y Francia… hasta que es detenido por los alemanes y condenado a muerte. Es entonces cuando se pasa al bando contrario, se entiende que para salvar su vida. Se metió tanto en el papel y debió hacerlo tan bien que siguió ejerciendo como agente de la Gestapo en España. Y no fue uno más, no. Su actividad no pasó ni mucho menos desapercibida para el enemigo. Le incluyeron en una de las famosas listas de nazis en España que los Aliados remitieron a Franco para que se los entregase. Este, lógicamente, no hizo caso. Frits Knipa supo relacionarse muy bien. Sus contactos le salvaron muchas veces. ¿Y con la familia judía de los Van Goor? Otra historia tremenda en la vida de Frits Knipa. Tras caer herido, en esos meses de 1940 que se pasó en hospitales, se escapó de uno de ellos, en Amsterdam, pese a no estar todavía recuperado. Al ver el estado en el que se encontraba, en plena calle, una mujer acude en su auxilio y se lo lleva al negocio familiar para atenderle, una farmacia que regentaba con su marido, un judío apellidado Van Goor. Nació así una amistad que se prolongó durante años. Y Frits Knipa Pirata le ayudó las dos veces que fue detenido y trasladado a campos de concentración, la segunda a Dachau. Su intervención resultó determinante para salvarle la vida. De forma paralela surge un complejo triángulo amoroso que convirtió a nuestro Doctor Pirata en padre. Su hijo no supo quién había sido su padre biológico hasta 1989. Desde entonces estuvo buscando respuestas, y las encontró meses atrás cuando me localizó en España. Cuando llegó a España estuvo en el campo de la ciudad burgalesa de Miranda de Ebro. ¿Cómo pudo evitar los controles para hacerse pasar por marino mercante holandés? Le detuvieron en el tren camino de Madrid, a la altura de Burgos, y le encerraron en el campo de Miranda de Ebro. Allí no había controles. Se limitaban a recoger en las fichas correspondientes lo que los presos les decían. No había forma de comprobarlo. Él, de hecho, entra esa primera vez en el recinto burgalés con la identidad de Van Leienhorst. Dos años después, en 1945, volvería a hacerlo, aunque con la de Friedrich von Freienfels. ¿Tenía virtudes camaleónicas? Totalmente. Estamos ante un personaje con múltiples aristas. El hombre de las mil caras, podría decirse. Se dedicó a vivir vidas ajenas… hasta que se cansó de hacerlo. Estamos, además, ante un tipo que representa como ninguno la dualidad del ser humano, pero llevada a su extremo. Hizo cosas muy malas: trabajó para los nazis, estuvo implicado en asesinatos, se relacionó con mafias internacionales, participó en el expolio de obras de arte a judíos (aparece en un informe de la Comisión Roberts) y hasta robó un bebé a un matrimonio sueco en Tánger. Engañó, mintió, robó… Hizo mucho daño. Pero también fue capaz de querer, de sufrir por amor. Y de hacer cosas muy buenas, como cuando se pasó varios días auxiliando a heridos tras la explosión de un polvorín en Cádiz en agosto de 1947. Y en Chipiona se le tiene por poco menos que el doctor milagro. La gente mayor que le conoció le sigue recordando como un hombre bueno, un doctor que curaba a desahuciados e hijos de familias sin recursos sin pedir nada a cambio. Lo dicho, que estamos ante un personaje de lo más contradictorio. Posteriormente, tuvo la ayuda de Luis de la Serna, hermano del periodista Víctor de la Serna. ¿Fue está su tapadera para convertirse en médico en Chipiona? Es muy posible, sí. Pero no fue el único que recurrió a los hermanos de la Serna. El mismísimo Otto Skorzeny también lo hizo al llegar a España. Uno de los primeros domicilios que constan como suyo en documentos oficiales es el de los hermanos De la Serna, en la calle Alofnso XII de Madrid. Igual que Frits Knipa. Este se relacionó sobre todo con Luis de la Serna, a quien uniría una larga amistad, al menos hasta 1971, porque es quien consta como el médico que firmó su certificado de defunción. También se relacionó con Luis Carrero Blanco, quien visitaba con frecuencia Chipiona, donde llegó a tener una casa. ¿Qué labor realizó allí? ¿Estuvo implicado en la red de robos de bebés de la época? Llegó como director de un sanatorio marítimo, el de santa Clara, que tenia anexionadas unas dependencias de Auxilio Social. Le facilitaron una identidad, la de Luis Gurruchaga Iturria, y ese destino, entiendo que para protegerle. Servicios de inteligencia internacionales, entre ellos los americanos, le seguían los pasos y aquel era un buen lugar para refugiarse durante un tiempo. E hizo lo mismo que había hecho antes y haría después tantas veces: asumir una nueva identidad, construir un pasado y vivir en función de ello. En Chipiona tenía la ventaja de aparecer como médico, y manejando penicilina, con lo que eso suponía en esa época y en una población como aquella. Aunque llevaba una doble vida. Tuvo tiempo para ser contrabandista en Tánger, actividad que acabó derivando en piratería a gran escala con conocidas mafias internacionales implicadas. Es entonces cuando aparecen en su vida personajes como la aventurera Marga d’Andurain o el mismísimo Lucky Luciano. “Madrid en los años 40 un complejo mundo subterráneo en el que Aliados y nazis intentaban tejer complots para decantar la postura de España en la Segunda Guerra Mundial”En Madrid, llegó a codearse con miembros de la jet madrileña. ¿Cómo era el Madrid de finales de los años cuarenta? El Madrid en blanco y negro. El del hambre, la represión y el miedo. Gris y desgarrado. El de la miseria, el del estraperlo… Pero también era el Madrid de los porteros que abrían lujosos salones con mesas de mármol, sillones de cuero, criados, cócteles y una agradable música de fondo. Con sus calles de buena reputación, esas por las que se movía nuestro protagonista, en las que se relacionaba con gente importante, representantes de la jet como los Padierna o los Moctezuma. Conviene recordar que Madrid también escondía por aquel entonces un complejo mundo subterráneo en el que Aliados y nazis intentaban tejer complots para decantar la postura de España en la Segunda Guerra Mundial. Porque su neutralidad fue una gran mentira. Y eso ocupó y ocupó a los bandos enfrentados en la contienda mundial. Este era un país importante, por su situación estratégica, por su posible implicación en una hipotética invasión de Gibraltar, por el wolframio… Hubo muchas razones que convirtieron a España en un nido de espías, agentes y saboteadores, y en escenario de importantes operaciones. ¿Llegó a conocer a otros nazis? ¿Y a Skorzeny, que tenía despacho cerca de la Gran Vía madrileña? No he encontrado pruebas documentales sobre su posible relación con otros nazis, aunque es muy posible que la tuviese. Al menos con Skorzeny, efectivamente. Lo explico en un apéndice del libro. Aunque este llegó bastantes años después, hay muchas coincidencias, muchos indicios que invitan a pensar que fue así, como sus vínculos con los hermanos de la Serna, actividades comunes o que vivieron muy cerca uno del otro en el Madrid de los 60, uno en la calle Castelló y el otro en la calle Castellón de la Plana. Por cierto, en el libro también se aporta un dato que me parece importante: Skorzeny trabajó para los americanos, ya lo hizo al menos en 1950. En el trabajo de investigación para este libro me topé con un documento de la CIA que demuestra que les pasó información en diciembre de ese año sobre un encuentro secreto entre Don Juan y Franco. ¿Cuántos nazis pululaban por las calles de Madrid en aquellos años? Es imposible de determinar con exactitud. La cifra varía según la fuente que consultes. Hay quien apunta que en 1946, apenas un año después de terminar la Segunda Guerra Mundial, había alrededor de 10.000 alemanes viviendo en España. Es una cifra que puede parecer exagerada, pero no; yo sí creo que puede aproximarse bastante a la realidad. ¿Cómo pudo eludir los controles del régimen franquista de los listados de la OSS, y posteriormente de la CIA, que llegaban a Madrid? Porque el franquista era un régimen amigo, un gobierno que acogió a muchos nazis después de la Segunda Guerra Mundial. Está demostrado. España ya había prestado una ayuda más que sustancial a la causa del Eje hasta el final de la guerra. Los casos más conocidos, por mediáticos, fueron los de Leon Degrelle y el mencionado de Otto Skorzeny, pero hubo muchos más. Imposible de cuantificar, pero muchos. Es muy posible que los 10.000 que comenté antes. Un porcentaje importante estuvieron de paso hacia destinos más lejanos, porque España también fue para ellos una zona de tránsito seguro, dentro de las famosas rutas de evasión. Muchos acabaron así en Suramérica, pero bastantes se quedaron aquí.
Muchos nazis huyeron de España rumbo a Argentina ¿Cuáles fueron las causas de su huida a Buenos Aires? Exacto. Argentina fue un país que los acogió con los brazos abiertos. Allí tenían a su amigo Perón en el Gobierno. Los protegió por simpatía y afinidad, pero también porque los nazis estuvieron muy cotizados por muchos gobiernos. Tras la Segunda Guerra Mundial se abrió una especie de pugna por hacerse con sus servicios puesto que estaban los mejores, por ejemplo, en asuntos científicos o incluso militares. Ahí está el caso de Estados Unidos y su Operación Paperclip, mediante la cual reclutaron a cientos de científicos alemanes, que se trasladaron a vivir junto a sus familias. ¿Cuál fue su periplo americano antes de regresar a España? Sobre eso he conseguido saber poco. Sé que estuvo en Estados Unidos en los años 50, porque así consta en un anuncio del BOE con una condena por un delito cometido por él junto a una mujer. En el mismo se señala una de Chicago como la dirección de un domicilio anterior de la pareja. Pero no sé lo que hizo ni cuánto tiempo estuvo allí. Sabemos que también estuvo en Argentina en esa misma década. Y en Tánger, Chipiona… Y que en los 60 viajó en alguna ocasión a Estados Unidos de nuevo para que su esposa recibiese tratamiento médico. Otra vez instalado en España, ¿qué actividades realizó? Regresó a España a finales de los 50 y se instaló en Madrid. Se casó, tuvo una hija, montó una consulta más o menos clandestina en la calle Castelló y se metió en bastantes líos. El Mossad intentó matarle en al menos dos ocasiones, o al menos él pensaba que fueron ellos. La segunda llegaron a darlo por muerto. Y luego está su muerte, o su supuesta muerte, rodeada también de cierto misterio. ¿Cómo pudo seguir escondido en nuestro país y viendo a su familia en la sierra de Madrid? Esa es otra. Se suponía que había fallecido en la Segunda Guerra Mundial. Simuló su muerte con la ayuda de su familia para vivir más tranquilo en España. Aún así regresó varias veces disfrazado para ver a su hijo, aunque lo hacía presentándose como Tío Frits, no como su padre. A principios de los 60 debía sentirse más seguro y contactó con su único hermano, Wiel Knipa, un reconocido artista de la región de Limburgo que llegó a presentar algún programa de televisión. Él y su madre le visitaron en secreto varios veranos seguidos. Las primeras veces se veían en la sierra de Madrid, precisamente para que nadie los viese. Después ya se encontraron en la capital. Él la presentaba a ella como su tía. Después de haber estudiado su vida en profundidad. ¿Qué rasgos de su carácter destacaría y cómo le definiría? Complejo, desconcertante, camaleónico, contradictorio, ambiguo… Ángel y demonio. Capaz de lo mejor y de lo peor. Un tipo que traspasa los límites del pícaro tradicional. Vividor. Embaucador. Traidor. Generoso. No sé, se me ocurren tantos… Y quizá en eso radique su atractivo como personaje. ¿Quedan nazis por descubrir de los que se escondieron en España? Sí, seguro. Muchos. Fíjese en este. Era un completo desconocido, por la vida que llevó y lo que hizo. En España hubo muchos Doctor Pirata. Quizá sin sus excesos, pero los hubo. Puedes comprar el libro en:
Noticias relacionadas+ 0 comentarios
|
|
|