Nadie daba un duro por el Certamen de Novela Histórica de Úbeda… pero se equivocaron sábado 21 de noviembre de 2020, 12:00h
Con la edición de este año son ya nueve las que se han venido realizando del Certamen de Novela Histórica de Úbeda. El único que integra las presentaciones de libros con recreaciones históricas. Este año, debido a la crisis sanitaria, hubo menos presentaciones que otros años y lo mismo ocurrió con las recreaciones que se quedaron reducidas a dos: la evacuación de la ciudad sudanesa de Sennar por parte de las tropas coloniales británicas y la batalla de la guerra anglo-zulú de Rorke´s Drift.
El director del certamen ubetense se había empeñado en sacar adelante este evento literario de todas todas. “Yo no lo voy a suspender. Si quieren que lo suspenda la Junta de Andalucía”, diría a todos los miembros de la organización dos días antes de su comienzo. Y a fe mía que lo consiguió. Sacó el certamen adelante por el que nadie había dado un duro y del que se apearon a toda velocidad muchos autores, editoriales, no hubo ningún representante de las mismas, periodistas, recreadores y algunos miembros de la organización. Evidentemente, se equivocaron. El certamen se realizó con un gran éxito de público en las dos vertientes del mismo. Mucha culpa del éxito la tuvieron los organizadores que trabajaron a destajo hasta el último momento, los autores que se desplazaron hasta Úbeda para presentar sus libros, los periodistas que burlaron al maldito virus en sus desplazamiento y todas las personas que recrearon ambas batallas, tanto de Úbeda como de otras poblaciones cercanas y lejanas. Al final, todo salió a la perfección. Todos los actos se llenaron de público, siempre respetando las indicaciones de la autoridad sanitaria, y se divirtieron con el programa que se tuvo que modificar en innumerables ocasiones, hasta el último día hubo cambios. Aun así, el resultado fue fantástico para casi todos, menos para mí que consiguieron que me subiese la tensión hasta límites insospechados. Cuando Pablo Lozano, heróico director del certamen, me invitó por cuarta o quinta vez, me pidió que presentase a un autor. Yo, rápidamente, escogí a Luis Zueco. “Me lo pido”, le dije astutamente. Como tendría que haber presentado su monumental obra “El mercader de libros” en la Casa del Idem de la Gran Vía madrileña en el mes de marzo, pensé que ya tendría el trabajo hecho y podría disfrutar más de las recreaciones. Pues bien, ni pude presentarlo en Madrid ni en Úbeda por culpa de la maldita pandemia y porque Luis fue papá hace unos meses y estaba en el grupo de riesgo. Me quedé sin ninguna presentación de mi amigo Luis. Fue el primer chasco que no el último. A los pocos días, me vuelve a decir Pablo que: cómo se ha caído Zueco, ¿podrías presentar a Álber Vázquez? Al escritor donostiarra le acabábamos de conceder el Premio a la mejor novela del año Los Cerros de Úbeda –yo participé en la decisión como miembro del jurado-, así que conocía bien el libro y casi toda su obra, no pude por menos que decir que lo haría encantado. Ya le conocía y me parecía un tío serio y profesional. Me preparé la presentación y cuando ya la tenía perfilada me vuelve a decir que: a Jesús Maeso de la Torre le ha gustado mucho “Poniente” y quiere presentar el libro. Como Maeso es el jefe del jurado y tiene pinta de mafioso del sur de Italia, siempre encorbatado y trajeado, no pude por menos que cederle el atril al escritor de la tierra. Segundo chasco. Al final, ni uno ni otro asistieron al certamen, el vasco porque tenía que correr una maratón y el jienense porque no le dejaron salir de su querida provincia gaditana. Si ellos lo dijeron supuse que sería verdad, pero a mí me sonó a excusas impropias de dos profesionales como ellos. Así que Pablo me buscó una tercera presentación. Casi todos los autores estaban cogidos una semana antes del certamen, entre los que quedaban libres estaba Luis Manuel López Román, autor de “Oscura Roma” al que conocía personalmente, ya que un día antes del primer confinamiento le entrevisté en un hotel de la Gran Vía –el eje literario madrileño-. Como me había caído muy bien y me resultó un escritor muy interesante me pareció la mejor opción para no hacer el ridículo en el certamen –en lo que suelo ser un experto-. A la postre sería uno de los pocos escritores que cumplió a rajatabla su compromiso y del que volveré a hablar más adelante. Pero, ahí no quedó la cosa. Que si se ha caído este autor, que si se ha caído este presentador, que si… con tanta caída –pensé- los traumatólogos de Úbeda no van a dar abasto. El bueno de Pablo, que no debía dormir debido a tantas bajas, me pidió que presentase al escritor gallego Rodrigo Costoya, ganador del Premio de este año. “Pablo, que no me he leído el libro, que me acaba de llegar ayer”, le dije con una clara congoja reflejada en mi voz. ¡Qué sería del mundo sin valientes! Y yo como soy un cobarde le dije que me lo prepararía como pudiese y comencé a leer el libro que enseguida me enganchó y mucho más cuando lo conocí personalmente al escritor gallego, siempre acompañado de su encantadora hermana y manager general suya Laura. ¡Hala, ya tengo a dos autores! Adiós la relajación, volví a pensar, cosa que no hago a menudo. A las pocas horas, me vuelve a sonar el móvil. “¿Presentarías a Santiago Posteguillo?”, me dijo Pablo con un tonillo en su voz de cachondeo. Por qué no, puestos a hacer el ridículo, hagámoslo del todo. Desde ese momento, quedé de presentador suplente para la intervención del autor más laureado de nuestra piel de toro. A calentar en la banda, por si el presentador designado tenía que visitar al traumatólogo. Y. así fue como comenzó el certamen, con la entrega al escritor valenciano del premio Ivanhoe que conceden los organizadores a los escritores más significativos del género de narrativa histórica. Y sí, Santiago Posteguillo es un profesional como la copa de un pino. Se cogió dos AVEs para estar en el certamen y recibir el merecido premio, con el que se alude al creador de la primera novela histórica moderna Sir Walter Scott. El autor inglés no firmaba sus novelas, la primera fue “Waverley”, publicada de forma anónima después de aparcar la poesía, hasta que el joven príncipe Jorge quiso conocerle personalmente y le invitó a cenar. Desde entonces, ya sí, firmaría sus obras Bob Roy, Ivanhoe,… Nos contó Posteguillo durante su presentación del libro "Y Julia retó a los dioses". Con el premio Ivanhoe, ya tiene los dos premios más prestigiosos de nuestro país, contando el Planeta. El acto fue uno de los más vistosos del Certamen. El Premio le fue entregado por la concejala de cultura del consistorio de Úbeda Elena Rodríguez, una rara avis de la política ya que apoya la cultura en todas sus facetas, la edil ubetense es una reconocida ceramista, en el magnífico auditorio del Hospital de Santiago. Después se pondría detrás del atril Alberto Sanfrutos, persona apasionado de la literatura, miembro del comité de lectura de los premios que se conceden en Úbeda y miembros del famoso grupo Los Lobos del famoso concurso televisivo ¡Boom!, y con el que he quedado mal, ya que le debo una entrevista desde hace dos años. Una intervención brillante que me pisó todo lo que había preparado sobre Posteguillo. ¡Hala! A improvisar otra vez. Mantuve con el autor de “Y Julia retó a los dioses” una interesantísima conversación donde me lo puso muy fácil. Posteguillo es un magnífico orador y deleitó al público asistente como pocos autores saben hacer. Se nota sus tablas como profesor universitario y conferenciante. Una delicia de intervención de la que yo salí mejor parado de lo que me esperaba. Otro plato fuerte del certamen fue la entrega del Premio de Novela Histórica Ciudad de Úbeda al escritor gallego, aunque nacido en Cantabria, Rodrigo Costoya, autor de “El custodio de libros”. Su novela encandiló al jurado y a mí -bueno, lo poco que había podido leer hasta ese momento. El que Cristóbal Colón fuese gallego, como sostiene el autor en su anterior novela y en la ganadora del premio, no me sorprendió en absoluto. Hace años ya oí la canción de Zapato Veloz en que cantaban a voz en grito que “hay un gallego en la luna”. ¡Y en Úbeda, con el premio! Después de la entrega del premio tuve la oportunidad de charlar con la edil Elena Rodríguez y con el diputado de Promoción y Turismo, Francisco Lozano. Ambos muy interesados en promocionar rutas literarias en la provincia de Jaén. A la conversación se sumó un periodista, del que no diré su nombre y al que llamaré José María Plaza, que no paraba de interpelar a la concejala, se le notaba que se le iban lo ojillos detrás de ella. Luego me diría: perdona, te he estado pisando todo el rato y no te dejaba hablar. ¡Cosas del entusiamo a primera vista! Dicho periodista estuvo, gran parte del certamen, investigando los barrios en los que crecieron Joaquín Sabina y el escritor Antonio Muñoz Molina, supongo que lo contaré en artículo. Con Rodrigo Costoya pasamos ratos entrañables durante el certamen, éramos los primeros en levantarnos y los encargados de cerrar el bar del hotel Alvar Fañez, ya que el personal del mismo se iba a las diez de la noche. En esta ocasión, tengo que decir, que no pasamos hambre como en la edición pasada. El chef preparó unos menús exquisitos y en cantidades como para alimentar a todo el ejército británico de las guerras zulúes. Tal es así que un grupo de blogueras, asistentes al certamen, se llevaron a sus casas unos tuppers a rebosar de arroz con bogavante. Este año, la intendencia no falló, el año pasado fue por culpa del hotel, ya cerrado, encargado de los buffets. Pablo Lozano estaba muy preocupado con eso, así que puede descansar tranquilo, este año no se falló en esa faceta. Concluida la presentación de Costoya, con el que mantuve otra vibrante conversación que quedó realmente bien ya que el escritor gallego tiene el don de la palabra y sabe encandilar a los espectadores y mucho más a las espectadoras, ocupó el escenario el escritor Santiago Mazarro, autor de “Senderos salvajes”, que fue presentado por Pedro Úceda, otra alma cándida del certamen, que tuvo que realizar dos presentaciones, la que quedaba la llevó a cabo Yolanda Rocha, que estuvo muy inspirada, como siempre, entrevistando a Juan Torres Zalba, autor de "El primer senador de Roma". Con Pedro pasé unos de los momentos más divertidos del certamen recordando nuestras impresiones sobre las muchas presentaciones que tuvimos que llevar a cabo. Y que no contaré para no herir suceptibilidades. Está claro que Pablo abusa de nosotros. Mientras Pedro conversaba con Mazarro, Luis Manuel López Román y yo nos preparábamos para la presentación de su libro. Con la inestimable ayuda de mi amigo Bernardino Fernández Casas nos vestimos de romanos para la misma. Luisma de senador y yo de patricio. Con nuestra salida, dejamos epatados a todos los asistentes y con nuestra conversación, también. Habló el escritor madrileño de la magia en Roma y de muchas cosas más de forma muy entretenida y certera, todos salimos sabiendo muchas curiosas vicisitudes del mundo romano y de sus bajos fondos. El único problema fue que yo llevaba una túnica demasiado corta y mi repetidos cruces de piernas se parecieron a las de Sharon Stone en “Instinto básico”, siempre salvando las distancias, claro está; y que una desalmada grabó y no me ha querido dar la grabación. Supongo que para hacerme chantaje. Por la tarde íbamos a tener la primera recreación, pero no se pudo realizar por culpa de la lluvia. Otra vez igual que el año pasado. Rápidamente se decidió retrasarla al domingo. Así que el domingo tendríamos dos por el precio de una. Para ambas recreaciones nos vestimos los escritores Rodrigo Costoya y Luis Manuel López Román, ambos de camelleros del ejército británico en la evacuación de Sennar y Fernando de Libros en el petate, las blogueras Yolanda, Pepa, Ascen y Belén tuvieron que vestirse de musulmanas sudanesas y este servidor de soldado británico en ambas recreaciones. Por supuesto, volví a contar con la ayuda de Bernardino, ya que no era capaz de ponerme los correajes de manera presentable. Este fantástico recreador participa en las mismas junto a toda su familia, su mujer Julia y su encantadora hija Julia, ambas encantadoras y encantandas con las novelas de Posteguillo, naturalmente. El año pasado terminé en la recreación por los fríos suelos de la plaza Vázquez de Molina, muerto a las primeras de cambio. Este año no estaba dispuesto a caer de los primeros, así que me hice el sueco para permanecer en pie el mayor tiempo posible, por ello instigué a mi compañera de recreación Concha Risoto para que se muriese pronto y yo pudiese disfrutar más de la recreación. Aun así, terminé muerto, pero aguanté todo lo que pude como Peter Sellers hacía en la película "El guateque". En la siguiente recreación, como ganaron los británicos, salí ileso aunque sordo por la pirotecnia que estalló toda de golpe. En un descanso, entre recreación y recreación, Alma Mendoza, una recreadora que tenía el fin de semana de descanso y que se dedica a la aceituna, me contó que este año, por el tema de la pandemia, se había adelantado la recolección. ¡Qué gran mérito tienen estos recreadores que dedican su tiempo libre a recrear estos pasajes casi olvidados de la historia! Todos, absolutamente todos, se portaron con los recreadores novatos de una forma exquisita y siempre nos ayudaron a no desentonar, aunque a decir verdad voy siendo un experto en estas lides porque no sé por qué siempre me terminan liando. Desde luego, esta no es la mejor manera de comportarse con el periodista decano del certamen; al no asistir mi archienemigo literario David Yagüe, por haber sido papá hace poco y estar de baja paternal, logré empatar con él en cómputo de participaciones. Enemigo o no, le eché de menos y también la organización. Menos mal que sus llamadas telefónicas me alentaron a pasar este nuevo tour de forcé. El boss Pablo Lozano siempre me instiga a que escriba esta crónica canalla, como él la denomina, espero que con esta se arrepienta y no me lo pida más, aunque pensándolo mejor, si no me lo pide me sentaría bastante mal porque cómo me divierto en Úbeda en pocos sitios lo hago. Larga vida al certamen que el próximo será el décimo. Ya estoy nervioso pensando en qué nuevas aventuras nos embarcará. Me despido hasta el año que viene como lo hacían los hermanos Marx en la película “El hotel de los líos”: ¡Salve y que usted lo pase bien! Nosotros, así lo hicimos. PD.- Mi agradecimientos a los fotógrafos que han hecho posible ilustrar esta crónica más canalla que nunca: Laura Costoya, Jesús Delgado, Pedro Úceda y Fernando de Libros en el petate.
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