En pleno siglo v, Constantinopla y Roma se disputan ser el centro del Imperio, pero los dos hijos varones de Teodosio son incapaces de igualar la grandeza de su padre. Solo Gala Placidia, la hija que el emperador tuvo al final de su vida, está dotada de la inteligencia y fuerza necesarias para conseguir sus propósitos en el complicado entresijo de las relaciones imperiales y los tiempos oscuros del asedio de los godos y la caída del Imperio de Occidente.
Magdalena Lasala recrea de forma excepcional la personalidad de una mujer decisiva pero incomprendida por la historia, que supo trascender a su propio destino como princesa imperial para decidir sobre su vida, sus deseos y sus intereses, con un poderoso talento y una sola arma: ser fiel a sí misma.
Gala Placida fue superviviente de conspiraciones, objeto de apasionados deseos, moneda de cambio de intereses ocultos y centro de extraordinarios acontecimientos como el saqueo de Roma por las tropas godas de Alarico, que sellaron los años previos a la caída del Imperio de Occidente. Sin embargo, la historia no ha sido todo lo justa que debería con la figura de Gala Placidia, hija del emperador romano Teodosio I.
De no haber poseído una personalidad y un talento excepcionales, hubiera sido sólo una más de las mujeres regentes de su época, como su abuela Justina, su prima Serena, o su sobrina Pulqueria, que, a pesar de ejercer papeles relevantes en los respectivos gobiernos, no alcanzaron la rotundidad de su huella, ya que ella desarrolló un papel político y personal completamente a la luz y crucial en el mundo cambiante que le tocó vivir. No obstante, su figura se desluce y hasta a veces se ignora en el relato historiográfico de los siglos hasta hoy.
En su afán por saldar esta deuda, Magdalena Lasala reconstruye en esta novela no solo algunos de los episodios más significativos de su vida, sino el espíritu de una de las mujeres más enigmáticas y atractivas de todas las épocas. “Sin duda, la complejidad de lo que le tocó vivir y que marcó especialmente su carácter ha hecho que Gala Placidia haya sido una figura todavía más difícil de abordar y de comprender por la historiografía convencional”, asegura Lasala. “Esto precisamente es lo que más me sedujo para abordar su estudio, quería profundizar en su personalidad y la relación con su época, descifrarla a ella como ser y como mujer. Al escribir esta novela, mi intención ha sido recrear la idea, personalidad y figura de Gala Placidia, una mujer que, a pesar de haber sido decisiva en su tiempo, ha constituido un enigma para la Historia”.
A la sombra de su propio enigma, la imagen de Gala Placidia ha llegado a través del tiempo como una imagen fría que habitara el tiempo de su época sin vivirlo, siendo solo la firma impersonal de una mujer anónima, sin rostro y sin voz. Su figura se nos ha presentado en la crónica histórica a través de los siglos como una presencia muda y de cartónpiedra, alguien anodino, una sombra. Excelentes historiadores del Imperio Romano han reconocido no saber qué papel había jugado Placidia en algunos momentos, sin comprender decisiones políticas avaladas por su firma.
De ahí que el objetivo de la autora haya sido precisamente “trascender la crónica de los hechos y reconstruir las motivaciones, que sólo pueden estar en la parte personal del personaje. No podemos aislar los sentimientos de una persona con las decisiones tomadas, ni considerar ajenas las razones íntimas de las acciones emprendidas. A Gala Placidia sólo se la podía comprender comprendiendo su interior, conociéndola desde el interior, sentir como ella sentía para ver el mundo a su alrededor como ella lo veía, respirar como ella respiraba. Yo quería entrar en su mente y en su piel y deducir lo que ella sentía”.
Magdalena Lasala, escritora polifacética, nació Zaragoza en 1958. Es autora de una extensa producción literaria que abarca todos los géneros reconocida por los lectores y la crítica. Sus obras cuentan con múltiples reediciones y gran éxito de público, y han sido traducidas a distintos idiomas. Es Premio de las Letras Aragonesas, máximo galardón de su Comunidad, concedido por unanimidad del jurado, y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis.
De temprana vocación literaria, cursó formación en Arte Dramático, Canto y Música, Ciencias de la Información y Psicología Humanística entre otras disciplinas académicas y experiencias autodidactas volcadas como finalidad primordial en la escritura.
Novelista indispensable en el panorama español de narrativa histórica, ha consolidado una carrera literaria de calidad con repercusión internacional sin abandonar su producción lírica, que cuenta con un lugar destacado en la poesía contemporánea. Ha publicado además teatro, relatos, fábulas y textos ensayísticos y de opinión. Destaca por su brillante manejo de la palabra y los soportes expresivos, alternados en un abanico de creación escrita poco común en la literatura de hoy, junto a su valorada faceta como articulista en prensa.
Su interés por la recuperación de la memoria histórica de las mujeres la ha convertido en una investigadora esencial y divulgadora de legados femeninos como se refleja en su novela "La última heredera". En La Esfera de los Libros ha publicado con gran éxito: La cortesana de Taifas, El beso que no te di y Los colores de la luz, este último junto a Isabel Guerra.
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