“Cuando comenzó la dinastía de los Borbones, pareció que iban a hacer reformas y poner un poco de calma, pero Felipe V, el primer rey Borbón, era un persona bipolar y arrastró durante toda su vida tales problemas mentales que al final de su reinado se creía una rana”, dice César Cervera nada más comenzar nuestra entrevista. “El primer siglo de los Borbones fue terrorífico. Estaban todos clínicamente locos”, afirma taxativo. El futuro del Imperio no podía ser más deprimente con esta dinastía de chalados. Cervera apunta en el título del libro a la caracterísca fundamental de esta dinastía: las locuras; que han llegado hasta el penúltimo monarca. En opinión de César Cervera, “todavía es pronto para juzgar a Juan Carlos I, tendrán que pasar unos años para poder hacerlo con equidad, pero las perspectivas no son buenas. Aunque comenzó bien el reinado, trayendo la democracia a nuestro país, su comportamiento en los últimos tiempos no ha sido nada digno. Probablemente, pasará con el sobrenombre de Juan Carlos I de Botswana o de Suiza. En sus últimos años de reinado han salido todos los tics de los Borbones”, expone con la misma ironía con la que ha escrito el libro. Según un conocido periódico italiano, Juan Carlos ha tenido más de 1.500 amantes, entre actrices, cantantes, etc. Con tanto lío de cama y de cacerías, se supone que le quedaría poco tiempo para los asuntos de Estado. “De los últimos ocho reyes que hemos tenido, siete han tenido que abdicar y salir al exilio. El único que se salva es Felipe VI”, nos recuerda el escritor de Candeleda. Esperemos que la dinastía no comience y termine con un Felipe. “El actual rey es de los mejores de los Borbones que hemos tenido, creo que lo está haciendo muy bien. Hay que tener en cuenta que la monarquía no tiene mucho margen maniobra, pese a eso las decisiones de Felipe VI están siendo acertadas. Él sabe que se está moviendo en la cuerda floja y que la Monarquía pende de sus decisiones”, puntualiza con decisión Cervera. El récord de abdicaciones de esta panda de chalados la tiene el inefable Carlos IV que lo hizo hasta en tres ocasiones, a favor de su hijo el no menos inefable rey Felón y de los franceses. El primero en hacerlo fue el propio Felipe IV que lo hizo en su hijo Luis I, que el pobre no duró ni un año, tuvo que coger unas riendas que no quería, menos mal que a su lado tenía a Isabel de Farnesio, su segunda esposa, que si tenía una buena cabeza, pero su obsesión era colocar a todos sus hijos en diferentes reinos, tanto de la tierra como del cielo, ya que alguno llegó a obispo. Los Borbones siempre han tenido fama de mujeriegos y la única mujer que reinó Isabel II fue bastante casquivana como veremos más adelante. Sin embargo, “Los cinco primeros borbones fueron extremadamente fieles a sus esposas. No estuvieron obsesionados por el sexo como los monarcas de los siglos XIX y XX. El primero en darle a la promiscuidad de manera desaforada fue Fernando VII”, apunta con decisión. “Felipe V no fue un mal rey sino todo lo contrario, era consciente de sus limitaciones y por eso pensó en abdicar en una fecha determinada a favor de Luis I, la muerte de su hijo le hizo volver a colocarse sobre la testa una corona que no quería”, desmenuza el autor. La esposa de Luis I no colaboró mucho con su marido. “Solía pasearse desnuda por los jardines de palacio. Su comportamiento fue muy excesivo, comía y bebía sin tino y los cortesanos le reían las gracias”, cuenta César con ironía. Hasta tal punto que hubo de ser encarcelada en el Alcázar de Madrid. Al comienzo de su reinado, cuando Felipe V llegó a Madrid, no conocía bien el idioma y una de las primeras cosas que hizo fue deshacerse de toda la panda de bufones y enanos que había para la diversión de la corte. Le gustaban los toros, por lo que era muy popular, pero sobre todo las guerras. “Las batallas le subían la adrenalina. Fue el último rey guerrero”, apunta el autor. Cuando le faltaron las guerras, cayó en una profunda depresión, Isabel de Farnesio le trajo al castrato Farinelli para que le subiera el ánimo y, efectivamente, así lo hizo. No le ayudó al principio, pero poco a poco el sonido de sus interpretaciones lograron calmarle. “Farinelli era un auténtico divo de la época”, apunta el escritor. Pese a todos sus problemas, “Felipe V consigue revertir casi todas las condiciones del Tratado de Utrech, aunque se quedase calvo en el intento”, recuerda. Fernando VI, un rey a reivindicarSi hay un rey Borbón que quiere reivindicar César Cervera ese es Fernando VI. “Consiguió que su reinado fuese un paréntesis de paz. Fue un gran mecenas cultural y un gran estratega económico. A su muerte dejó las arcas del estado llenas. Además, supo rodearse de grandes ministros como Carvajal y Ensenada, gracias a éste consiguió reformar y modernizar la Armada”, disecciona y añade “la historia no le ha hecho justicia porque fue como un paréntesis entre dos reyes tan importantes como Felipe V y Carlos III. Nuestro querido alcalde madrileño, Carlos III, fue un rey que ya traía un gran bagaje y mucha experiencia como rey de Nápoles y Sicilia. “Carlos III no quería venir a España, estaba muy a gusto en Italia, sin embargo cuando vino acometió muchas reformas para modernizar el reino, lo que le supuso algún motín que otro, como el de Esquilache al comienzo de su reinado. Se dio cuenta que las reformas había que acometerlas poco a poco”, analiza el escritor abulense. Sin embargo, “su vida intelectual fue bastante pobre. Ni le gustaba la música ni la literatura. Su única afición era la caza, aunque no le gustaba mucho, sólo la prácticaba de manera terapéutica para calmar sus nervios”. Todo lo contrario fue Carlos IV, un gran mecenas cultural. Disfrutaba tocando el violonchelo, pero como gobernante fue un auténtico dolor de muelas. “Su vida íntima tuvo un escándalo muy sonado con Godoy y la reina. Un extraño trío del que no sabemos su verdadera intimidad”, señala. Después llegaría el más nefasto rey que ha habido en España: Fernando VII. “Un mentiroso compulsivo que engañaba a todos, incluso a su propio padre. Fue un hombre muy cruel. Una auténtica mala persona que decía a todos que sí y luego los traicionaba”, recapitula.
El reinado de Isabel II fue de los más largos de la dinastía y de los peores. Casada con Francisco de Asís, que era impotente, tuvo una larga progenie de la que la mayoría fallecieron casi al nacer, algunos nacieron muertos y otros fallecieron a los pocos días de vida. Su marido era un carlista de pro al que no debieron casar con una reina tan infantil y ninfómana. “Además, era muy peligrosa porque muchos de sus amantes eran políticos o personajes de la Corte. Puso poco interés en salvar la monarquía. Sólo hubo algo de estabilidad cuando compartió lecho con O´Donell, un auténtico hombre de estado. No nos extrañe que acabase exiliada. Vivió momentos realmente complicados como el paréntesis del reinado de Amadeo de Saboya o la proclamación de la I República”, sintetiza César. Después llegaría Alfonso XII. “Éste apostaría por la alternancia en el poder y rompe con la inercia absolutista de los Borbones. Tuvo una intensa vida privada, con muchas salidas nocturnas a teatros y cabarets, pero cuando se casó con María de las Mercedes su comportamiento cambió. Esto le hizo ser muy popular entre el pueblo”, comenta. El libro termina con el reinado de Alfonso XIII. “Toda su vida vivió en una burbuja absoluta”, refiere. “Fue el monarca más adicto sexualmente hablando. Tuvo muchas amantes, le gustaba la pornografía y llegó a encargar unas 20 películas de ese jaez a unos hermanos valencianos cineastas para su consumo propio y el de sus amigos. Solía hacer unas sesiones golfas en palacio con sus amigotes. Actualmente, se conservan tres de esas películas aunque no hay que descartar que aparezca alguna más”, desgrana el autor de “Los Borbones y sus locuras”. En su opinión, “Alfonso XIII estaba como loco -cosa normal en él- por entrar en el bando aliado en la Gran Guerra, diversos acontecimientos le hicieron desistir. Mostró una perfil muy social cuando creó la Oficina Pro-Cautivos, con la que salvo de la muerte a miles de prisioneros. La verdad es que se llevaba bien con los reyes de ambos bandos”. Llegó incluso a estar nominado al Premio Nobel de la Paz. Su final fue trágico. “Se fue de España por unas elecciones municipales. Tenía a todos en contra y no se vio con apoyos suficientes para quedarse, hasta el general Sanjurjo había pactado con los republicanos”. Para finalizar, César Cervera afirma que “Felipe VI es el mejor rey de la dinastía. La verdad es que el listón no estaba muy alto”. “En España hay pocos monárquicos. La monarquía está en precario”, concluye este escritor y periodista, especializado en historia de España, del ABC. El único diario monárquico del país. “Con la dirección no he tenido ningún problema, más bien al contrario, siempre me han apoyado”. Pese al tiente monárquico de la empresa donde trabaja. Puedes comprar el libro en:
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