En menos de una semana, el libro “Cabeza de Vaca”, ha agotado la primera edición y han tenido que poner la imprenta a funcionar para realizar una segunda tirada. Chani está encantado porque en esta novela había puesto muchas esperanzas y, además, tiene un fuerte sentimiento personal sobre la génesis del libro. “En el año 2000 participé en el último Camel Trophy que se hizo, en esa ocasión fuimos hasta Samoa y visitamos la casa de Robert L. Stevenson. El escritor tenía sólo diez libros en ella, y uno de ellos era el Quijote”, recuerda con emoción el escritor. “Ese mismo año, realicé mi tercera Ruta Quetzal, de las siete que hice, junto a mi amigo y maestro Miguel de la Quadra-Salcedo. Éñ me estaba esperando en Alburquerque y llegaba tarde porque me detuvo la policía de frontera. Realizamos la ruta de Cabeza de Vaca por el norte de México y lo que es ahora Estados Unidos”, recuerda con emoción el escritor de Bujalaro. “Allí, se me despertó un inmenso respeto por el personaje. Le debía está novela”, afirma con rotundidad. “De todas mis novelas, es Cabeza de Vaca la más histórica y la que menos ficción tiene”, apunta con decisión. La novela se basa en los dos grandes periplos que acometió el descubridor jerezano en América. “Lo que hizo el descubridor es seguir la ruta del maíz, desembarcó en la Tierra Florida, que descubrió Ponce de León, y fue hasta la desembocadura del Mississippi y, posteriormente hacia el oeste”, cuenta Chani con la pasión que le caracteriza. Durante el viaje pasaron mucha hambre, fueron hechos prisioneros por diferenes tribus de indígenas americanos y fueron pasando de una a otra como moneda de cambio. Hasta que llegaron a la ciudad de Paquimé y Tierras Grandes, ya en la actual México. También fueron los primeros europeos en llegar al Gran Cañón del Colorado. “Durante esa expedición hizo labores de etnólogo, apuntaba los frutos desconocidos que veía como los higos chumbos, los palmitos, o el nopal, del que asaban sus hojas; y también, animales como las zarigüeyas. Fue un tiempo donde pasaron mucha hambre. Su obsesión era comer. La invernada que pasó con los comanches y los sioux fue terrible en ese sentido”, desmenuza el autor alcarreño. “Cabeza de Vaca demostró un respeto enorme por sus enemigos”Antonio Pérez Henares subraya que para entender a Cabeza de Vaca, “hay que verlo como un hombre del siglo XVI. Piensa y se comporta como un hombre de esa época, pero siempre demostró un respeto enorme por sus enemigos”, asevera taxativo. Además, sostiene que “esos indios eran súbditos de su majestad el rey de España”. Y según el conquistador eran los más leales y mejores servidores del reino, a la par que buenos cristianos. En opinión del escritor, “Cabeza de Vaca fue el primer indigenista del mundo” También el descubridor jerezano fue un magnífico militar. “Participo en la batalla de Novara, donde perdieron los españoles, posteriormente, estuvo en las batallas de Tordesillas y Villalar, donde decapitaron a los nobles comuneros Padilla, Bravo y Maldonado. Creo que el Maldonado que murió, Juan, fue sustituido por su primo Pedro. De ahí que el noble Alonso Castillo Maldonado, amigo del alma de Álvar y natural de Salamanca, no quisiese regresar nunca más a la península”, recuerda Chani. Pérez Henares, se pregunta si en vez de ir Cabeza de Vaca de segundo de Pánfilo Narváez hubiese ido dirigiendo la expedición la historia hubiese cambiado. “Narváez tomó malísimas decisiones”, subraya. Por supuesto, defiende la labor de los españoles en el Nuevo Continente. “Hasta entonces se desconocía la mitad del mundo. Gracias a los conquistadores españoles se pudieron conocer y reconocer ambas culturas. En 20 años España le dió la vuelta al mundo. De ahí que los estatuicidios que se están cometiendo en América y Europa son por parte de personas que no tienen ni idea de historia y de cultura. Es una forma de censura, lo más retrogrado que se está viviendo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Es un ataque brutal a la sociedad democrática. Lo que ha ocurrido con la estatua de Julio César es algo esperpéntico. El presentismo lo mata todo”, analiza el autor de “La canción del bisonte”, de la que se está haciendo, en estos momentoes, una traducción al francés.
En opinión de Chani, “la conquista española estuvo hecha por gente muy ilustrada. El libro Naufragios de Cabeza de Vaca es un ejemplo, como lo son los libros de Cristóbal Colón, de su hijo Hernando, de Bernal Díaz del Castillo, etc.” Y continúa diciendo, “también hubo auténticos canallas y pongo como ejemplo a Nuño Bertrán de Guzmán, alcarreño como yo, que cometieron muchas tropelías. Bartolomé de las Casas tenía bastante razón en lo que decía, aunque exageró bastante”. Uno de los protagonistas ficticios de la novela es el alcarreño Trifón. “Es otro amigo de Cabeza de Vaca al que realiza muchas confesiones. Es un guiño a mis orígenes”, apunta. En la novela, cuenta muchos pasajes históricos sobre la conquista de Canarias y de los dos grandes viajes del Álvar Núñez que estuvo en Venezuela y llegó hasta las cataratas de Iguazú en el segundo de sus periplos, pero está claro que el que más marco al descubridor es el que hizo por el norte de América. “Llegó a ser un auténtico chamán, sanaba a los indios y siempre los trató con gran respeto y admiración”, concluye Antonio Pérez Henares. Que ha querido hacer un homenaje a una persona que siempre ha admirado y espera que la estatua que hay en cierta ciudad texana no sufra las iras de esas hordas iletradas que no entienden nada de historia. Puedes comprar el libro en:
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