Tres clérigos errantes entran en los establos de la abadía.
Descabalgan y cogen las bridas de sus monturas
Las acercan al establo donde un hombre cepillaba a unas burras
Los clérigos Inician una charla con el hombre que cepillaba a los jumentos.
- Buenos días, le dijo un goliardo, muy cortés.
- Buenos días, le respondió el hombre.
- Per favore, per favore, per favore, ¿Cual es su nombre?, Señor.
-Per Dios , per Dios, per Dios, sono Ajosefo, sono Ajosefo Antuanido.
-Estoy al cuidado de las acémilas.
-Anchanté, anchanté, Ajosefo
-Anchante, anchanté, Ajosefo Antuanido
-Alábale su trabajo, le dijeron los otros dos clérigos errantes a su amigo
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¡Qué pelaje más limpio ¡
-Por Dios, por Dios, por Dios, ¡Qué pelaje más lustroso el de sus jumentos ¡
-Grazie, grazie, molti grazie, le respondió el mozo de mulas
-Grazie, grazie, molti grazie, le respondió Ajosefo Antuanido
-¿Quien es el propietario de las acémilas?, preguntó uno de los goliardos, intrigado.
- Son propiedad de tres monjes opuseiros.
- Uno es el obispo Don Alvaro del Aportillo.
-Es al que llaman O´Lixeiro?, preguntó con sorna uno de los goliardos.
-Así es, le respondió, así es, que no es de otra manera.
- ¿Y para que las utiliza?, le inquirió uno de los clérigos vagabundos, con curiosidad.
- Per favore, per favore, per favore, ¿Para que utiliza las acémilas? , reiteró su pregunta.
-Por Dios, por Dios, por Dios, para el transporte de los suos ropajes cuando oficia misa en algún pueblo.
- ¿Para algo más?, inquirió otro de los clérigos
- Per favore, per favore, per favore. Para transportar una calza de madera muy grande y pesada, continuó Ajosefo, Ajosefo Antuanido.
- Por Dios, Por Dios, Por Dios ¿Qué le sucede?, le preguntó un goliardo.
- Que es cojo, le dijo el arriero.
- Comprendemos, le dijeron los tres goliardos
-Y otro propietario de los jumentos ¿quién es?
-Per Dios, per Dios, per Dios, otro propietario es Chemary el Escribano
-¿Chemary el Escribano?, dijo uno de los goliardos
-Así es, así es, que no es de otra manera.
-Y para que las utiliza, le preguntaron los tres goliardos a la vez.
-Para transportar sus vestidos y acudir correctamente cuando va al palacio de alguna condesa, de alguna duquesa, o de alguna varonesa.
- ¡Tanta nobleza hay por aquí ¡ Exclamaron los tres goliardos.
- El arriero lo miró sorprendido y dijo:
-“Se cambia para el ángelus.”
- “Se cambia para el rosario.”
- “Se cambia para otros oficios religiosos.”
-Per favore, per favore, per favore. Sus zapatos mocasines son muy numerosos. Necesita conjuntarlos con sus ropajes
- Comprendemos, le respondieron los clérigos. Es muy importante
- Así es, que no es de otra manera, le respondió el mozo de las acémilas.
-Por Dios, Por Dios, Por Dios ¿Se puede hacer cargo de nuestras monturas?, le preguntó un Goliardo
- Si me da unas monedas, les puedo dar de comer y beber, y cepillar las crines.
Se las dieron.
- Los caballos del establo, ¿También son de Don Álvaro de Aportillo?
- Son de sus sacristanes. Los utiliza para transportar a los niños del coro, a sus sobrinos, a su sobrina, y también a Alupretia, la Lavandera
- ¿Los niños del coro y sus sobrinos?, le preguntó uno de los clérigos errantes con ironía, mirando a sus amigos.
- Así es, que no es de otra manera, le contestó el arriero.
- ¿Donde dejamos los caballos?, le preguntó.
- Atenlos en el poste de la puerta y no pasen cerca de los mulos.
- Por Dios, Por Dios, Por Dios ¿Por qué?
-Por que dan coces.
-Y quien es el otro opuseiro mendicante propietario de las acémilas
-Es Narcho el Vidau-rio,
-¿Nacho el Vidau-rio?
-Cherto, cherto, que así es, que no es de otra manera
-Y quien es Narcho el Vidau-rio
-Un hombre que fue aupau
-¿Que fue aupau?, dijo uno de los goliardos
-Cherto, cherto, que así es, que es de esta manera
-¿Y porque dan coces las acémilas?
-Per favore, per favore, per favore, ¿por qué dan coces las acémilas?
-Quieren someterlas a la ley de Dios, que no es otra más que la voluntad de los representantes de Dios en la tierra, pero los equinos arrecian sus rebuznos cuando los eclesiásticos se acercan.
-Quieren enseñarles modales a las acémilas, y los jumentos le enseñan modales a ellos. Hace unos días, una de ellas le dio una coz tremenda, de la que nunca se repondrá.
- Riéndose, el clérigo le dijo a sus dos amigos “del amo y del burro cuanto más lejos más seguro”
- Per favore, per favore. Así es, eso es de siempre, pero hay gente que no lo quiere entender. Y se obstina en enseñar a las acémilas cómo comportarse.
Ángel Villazón Trabanco
Ingeniero Industrial
Doctor en Dirección y Administración de Empresas