Hipatia de Alejandría fue una mujer extrañamente singular, filósofa, matemática y astrónoma, se dio en su persona diferentes rasgos intelectuales. Llegó a enfrentarse a la Iglesia por sus ideas caducas y tuvo un final trágico por ello. Calvo Poyato ha compuesto un thriller histórico donde no falta la emoción, el misterio y el espionaje. Lleva a cabo la trama de la novela en dos épocas históricas muy diferentes. El siglo IV en el que vivió Hipatia y el siglo XX, justo al final de la Segunda Guerra Mundial cuando se encontraron los manuscritos de Nag Hammadi que dan pie a una magnífica trama de espionaje que el autor sabe tratar de forma muy eficaz. “El sueño de Hipatia” se publicó en 2009. ¿Por qué sintió la necesidad de recuperar la novela? Las novelas como El sueño de Hipatia, que no responden a una coyuntura temporal pueden recuperarse en cualquier momento. En este caso, además, la novela es una reflexión sobre adónde puede conducir la intolerancia. Algo que nunca debemos perder de vista. No hay más que mirar el panorama que ahora mismo nos rodea. ¿Ha hecho alguna modificación al texto original? Es una edición revisada. Soy de los que piensan que una novela no está nunca acabada. Siempre se puede afinar un detalle. Matizar algo… He hecho algunas correcciones de estilo. No he tocado la argumentación. No me ha parecido ni adecuado ni necesario. En el mismo año en que publicó el libro, se estrenó la película de Alejandro Amenábar “Ágora” que contenía demasiados errores históricos. ¿Qué opina sobre las manipulaciones históricas de los cineastas? El cine utiliza un lenguaje —el de las imágenes además del guion—, que a veces le resulta complicado mantener la fidelidad histórica. Esa cuestión se complica cuando se trata de una película de época. Lo que no tiene justificación, desde mi punto de vista, es la manipulación intencionada para pervertir la historia. Los lectores que no leyeron la novela en su día qué se van a encontrar en el libro ¿un thriller histórico o una novela histórica? Creo que El sueño de Hipatia es lo primero. La novela se desarrolla en dos tiempos. La parte que se centra en el tiempo en que vivió Hipatia, esencialmente, una novela histórica. La parte que corresponde al final de los años cuarenta del siglo XX es un thriller, aunque muchos elementos, como el hallazgo de los manuscritos de Nag Hammadi, por ejemplo, y pequeños detalles son históricos. Hipatia de Alejandría fue una famosa matemática, filósofa y astrónoma. ¿Cuál es su visión de ella? Desde un punto de vista histórico es poco lo que sabemos de ella. He dicho en alguna ocasión que podría caber en tres o cuatro folios. Pero si sabemos sobre el tiempo que le tocó vivir. Mi visión es que fue una mujer que vivió a contracorriente. Mantuvo sus creencias del mundo en que había sido educada —el mundo grecolatino— y se opuso a las nuevas corrientes que acabarían dominando la sociedad. ¿Qué se mantiene de su pensamiento en la actualidad? Quiero creer que su afán por aprender, principalmente. Este mundo es muy diferente al que Hipatia conoció. ¿Hay demasiada intransigencia en esta época que nos ha tocado vivir? Sin duda. El siglo XX ha sido uno de los siglos más terribles de los que configuran la historia de la humanidad. Jamás se vivieron dos guerras como las que conocemos con el nombre de Primera y Segunda Guerra Mundial. Sobre todo, la Segunda fue consecuencia de la imposición de unas ideas y unos planteamientos que no admitían discrepancias. Lo que hoy vemos es que las posiciones enfrentadas se radicalizan y las consecuencias pueden ser graves porque el ser humano no aprende de las lecciones de la vida… o de la historia. "Muchas guerras se debieron a la intolerancia religiosa; las cruzadas son un ejemplo de esa lucha"A Hipatia le costó la vida el meterse con la Iglesia. ¿Siguen siendo las iglesias y religiones lo más intransigente de la sociedad? En las creencias religiosas puede encontrarse de todo. Hay quien es más tolerante y quien se muestra más intransigente. Muchas guerras se debieron a la intolerancia religiosa; las cruzadas son un ejemplo de esa lucha. Los europeos sostuvieron, por intransigencias religiosas, terribles guerras a las que puso freno, que no punto final, la paz de Westafalia (1648). Hoy existen muestras de intolerancia religiosa particularmente graves y que tienen recorrido cuando los planteamientos religiosos se sostienen desde postulados integristas. La novela se desarrolla a finales del siglo IV, cuando vivió Hipatia, y después de la Segunda Guerra Mundial. ¿Es difícil manejar al mismo tiempo dos épocas tan distantes y diferentes? No resulta fácil. Hay que elegir muy bien el nexo que conecte dos épocas tan diferentes y distantes en el tiempo. Si ese elemento tiene connotaciones históricas mucho mejor. Yo asumí un reto desde el punto de vista narrativo. En la época de Hipatia el narrador sería omnisciente. En el siglo XX el narrador sería en primera persona. En los capítulos que transcurren en 1948 nos encontramos con una intrincada trama de espionaje. ¿Le gusta encajar en sus novelas tramas de espionaje, como hemos visto en otras novelas suyas? Sí, me gusta. Eso da un toque novelesco a la obra. Soy historiador profesional y creo que una novela, aunque sea histórica, dista mucho de un ensayo histórico. Pienso que el novelista ha de enganchar al lector con una trama, cosa que no ocurre en un ensayo histórico. Quienes son lectores de novela histórica saben que no es un libro de historia. Aunque sostengo que se puede aprender historia con este género novelístico. Los códices hallados que narra en su novela, ¿se basan en hechos reales? Sí, el hallazgo de los condices en 1946, en Hag Hammadi, es un hecho histórico. También los son muchos de los detalles que aparecen en la novela, como por ejemplo que buena parte de esos códices fueron utilizados como combustible en la casa de los campesinos que los hallaron.
¿Debe el novelista ser fiel a los hechos histórico o se debe la imaginación? Para que una novela sea histórica ha de ser fiel a la historia. Si no lo es la novela será otra cosa, pero no pertenecerá al género histórico. Eso no es obstáculo para que la imaginación tenga un gran protagonismo. El diálogo que el lector encuentra en una novela histórica es, básicamente, fruto de la imaginación del autor que pone en boca de los personajes conversaciones que responden al espíritu y el ambiente de la época, pero que es el autor quien las construye. ¿Cuáles serían, en su opinión, las virtudes esenciales de un novelista histórico? Rigor con los acontecimientos que no pueden alterarse. Verosimilitud para aquello que se imagina. Perfil de los personajes adecuado para el tiempo en que se insertan y un vocabulario adecuado. No tiene que ser el de la época, pero si ha de responder a las formas de expresión del tiempo escogido para novelar. Por ejemplo, el tuteo de nuestro tiempo era inconcebible en otras épocas, incluso entre gente muy próxima. Hasta hace poco muchas personas se dirigían a sus progenitores de usted. Por último una buena novela histórica debe estar impregnada del espíritu de la época y recogar la mentalidad imperante. ¿Qué tiene una novela de historia y la historia de novela? La historia tiene algo de novela. Se ha repetido con frecuencia que hay acontecimientos en los que la realidad supera a la ficción. Además, la historia deja huecos en los que la falta de datos permite al novelista imaginar la forma de rellenarlos. Hay diferencias muy importantes. Pero la historia y la novela histórica tienen algo en común: los hechos no se alteran. Ya que nos costa que le gusta el género de espionaje. ¿Nos podría decir que escritores del género le gustan más? Siempre disfruté mucho con las novelas de Graham Greene, uno de los grandes maestros del género con obras como Nuestro hombre en la Habana o El americano impasible. Hay una novela de Balzac: Un asunto tenebroso que me parece extraordinaria. He leído a Somerset Maugham, a Ian Fleming, John Le Carré. Me impactó, siendo un joven, la lectura de Odessa, de Frederick Forsyth. Baroja es un maestro en su Memorias de un hombre de acción, donde nos cuenta las peripecias y aventuras de Avinareta. Me encantó El tiempo entre costuras de María Dueñas. Para terminar, ¿por qué en España no es un género popular? Bueno, yo no diría tanto. El éxito de El tiempo entre costuras o de Falcó, de Pérez Reverte vienen a señalar lo contrario, ¿no le parece?
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