En general, gracias a sus palabras sabremos más acerca de su poemario y también de la relación tan especial y hermosa que mantiene esta autora con la poesía.
Tu poemario Las Siete de la Tarde contiene un poema muy hermoso, también titulado así, y que es el que le da título al libro. ¿Podrías reproducirlo y contarnos cómo se te ocurrió escribir este poema?
Si te parece reproduzco solo las primeras estrofas, es un poco largo y así dejo en suspenso el final, como en todos mis poemas, los finales son lo más interesante, o eso dicen, suelo cerrarlos con una sola palabra, aunque en este caso lo cierro con tres más.
LAS SIETE DE LA TARDE
Cuánto te echo de menos
en mitad de la tarde,
cuando (sin saber por qué) el tiempo te ahoga.
Cuando el aire se para,
cuando los pensamientos se vuelven oscuros,
cuando la tarde apaga el día,
cuando la tarde para el tiempo.
Cuánto te echo de menos
a las siete de la tarde,
cuando el sol está bajando,
cuando la noche se acerca.
Cuánto te echo de menos
cuando el reloj se llena de melancolía
y sus campanadas suenan lentas,
cuando la luz casi no es luz.
…//
A veces los poemas surgen sin una idea preconcebida, otros por algo que ves o que oyes. “Las Siete de la Tarde” lo escribí más o menos a esa hora un día cualquiera, en unos momentos que quise transmitir, y el resultado final fue este. Las siete de la tarde es una hora muy traicionera, esa hora que a veces nos causa desasosiego, hay mucho que decir sobre ese rato del día.
Cuéntanos un poco cómo fue el proceso, en general, de la escritura a la edición de tu poemario.
Mi poesía la tenía guardada y no pensaba publicarla, la escritura se pierde en el tiempo, este libro es una especie de antología de mi propia poesía. La edición surgió porque de vez en cuando imprimía un poema y se lo llevaba a mi madre que siempre ha sido una gran lectora de poesía. Y siempre me decía: “Magda, ¿por qué no los publicas?”. Yo le daba largas, soy escritora de prosa y eso lo tenía guardado para mí. Un día le llevé el poema “Las siete de la tarde”. Cuando terminó de leerlo me miró con los ojos llenos de lágrimas y me dijo: “¿No entiendes que solo tú consigues que me identifique con lo que leo? Sólo tú expresas lo que siento por dentro”. Ahí me pilló. Y me entraron las prisas por publicar, mi madre tiene ya 95 años. Así que me puse en contacto a través de amigos poetas, que también me animaban a publicar, con el editor que tanto está haciendo por la poesía en Valencia, Toni Alcolea de Olélibros; lo leyó, le dio el visto bueno y lo publicó. En pocos meses estaba en la calle y mi madre se sentó en la primera fila del Salón Sorolla del Ateneo de Valencia que fue donde hicimos la presentación. El libro está dedicado exclusivamente a ella. Si no hubiera sido por todo eso los poemas todavía estarían guardados en mi PC. Y no sé si volveré a publicar más poesía, tengo varios poemarios escritos, pero no sé qué haré con ellos, quizá un día los borre todos, a saber, no aspiro a nada, no tengo ambición de salón, me fastidia mucho el postureo, yo lo que quiero es escribir lo que me apetece y lo que pienso, que nadie se enfade conmigo por lo que digo, y vivir en paz.
Cómo valoras la publicación de tu primer poemario.
Con siete publicaciones en prosa para mí esto era un reto. Ahora me alegro de haberlo publicado y lo valoro de forma muy positiva porque todas las personas que conozco que lo han leído me han dicho que mis poemas les han hecho sentir, que se identifican con lo escrito como le pasó a mi madre. Una amiga me dijo: “No sé si estoy dentro del libro o si el libro está dentro de mí”. Entusiasmo, es la palabra. Dicen que engancha, que no pueden parar de leer hasta que lo terminan y eso en poesía es muy difícil. Es lo que quería y lo que me gustaría que fuera toda la poesía: leer y sentir, leer y sentir… Pero entiendo que ha de haber algo más elaborado, también algo diferente, hay público para todo y, además, alguno, muy exigente.
Desde cuándo y por qué escribes poesía.
Ni me acuerdo, como he dicho antes siempre escribí para mí. Tengo guardados unos quince o veinte años de poemas. ¿Por qué escribo poesía? Porque la siento, necesito expresar lo que no se ve, quiero hacerlo tangible, convertirlo en palabras, igual que en prosa se puede describir un personaje o una casa, yo quiero describir el interior, los sentimientos. Qué se siente cuando amas o cuando te invade la soledad o sientes ese dolor que produce la ausencia, la oscuridad y la claridad del alma.
Cómo entiendes tú la poesía. Qué es lo que más te agrada de ella.
Es una pregunta excesivamente compleja pero no porque yo no lo tenga claro sino por lo que pueda decir al respecto, no me gustaría molestar a nadie. Para mí la poesía, como decía antes, ha de reflejar el interior de una persona, pero además se ha de hacer de forma bella o nos podemos encontrar con filosofía. Hay una línea muy fina que divide ambas disciplinas y a veces se cae en lo que no ha de ser si se escribe poesía. A mí me da lo mismo la métrica, hay poesía muy buena, muy medida, perfecta, que no me dice nada. La poesía ha de hacer sentir, te ha de llegar directa al corazón, te ha de hacer vibrar. Si cantamos a una rosa roja hay que hacer que sintamos su belleza o un atardecer, una mariposa, el amor, el desamor, todo ha de hacernos vibrar o de lo contrario caeremos en la filosofía o en la prosa. Hay que tener cuidado (hoy se escribe con poca “tensión lírica” parafraseando a un compañero del Aula) o de lo contrario al final podríamos encontrarnos con prosa medida y con ritmo, pero escrita con renglones cortos.
De mi poesía me gusta la claridad de los versos, que es lo que quiero, y muchas veces el ritmo de los poemas, más de una vez me han dicho al leer un poema mío: parece una canción. La poesía ha de ser musical y eso se puede conseguir sin necesidad de poner los acentos en determinadas sílabas, los versos a veces salen directos de la música del interior, no siempre estamos en disposición de escribir versos, con lo fácil que parece y lo difícil que es la poesía.
Cómo definirías tú o han definido otros tu estilo.
Mi estilo no tiene ningún misterio, es muy mío, dentro de la versificación libre. Tengo la suerte de tener tres grandes maestros de los que aprendo en el Aula de Poesía del Ateneo de Valencia: Blas Muñoz, Vicente Barberá y Antonio Mayor y ellos me ayudan a perfeccionar esa técnica que precisa de un todo continuo, enlazar frases, darles un ritmo y cerrar el poema construyendo otro todo, un círculo perfecto. Blas me dice que en realidad mi versificación no es libre porque abandono el ritmo de la métrica tradicional, pero que tengo otro ritmo, un ritmo de pensamiento sin el cual no hay verso, que hay un ritmo conceptual, con las anáforas, con la repetición de imágenes, con la oposición de pensamiento y demás, supongo que más o menos es así.
Tu libro es muy heterogéneo en cuanto a temáticas y formas, amplíanos tú todo lo que has querido abarcar en él y la forma en la que lo has hecho.
He intentado que haya poemas variados en cuanto a temas. Hay poemas de amor, de desamor, alguno de temática social, pero sobre todo es un libro de poemas de esos sentimientos que todos llevamos dentro como la ausencia, la soledad, la esperanza y que como te decía antes, intento describir. Como es una especie de antología de mi propia poesía he querido que haya de todo en el libro. Además del ritmo individual de cada poema he querido construir el poemario dándole un ritmo global. No hay capítulos ni títulos ni apartados, hay poemas unidos o separados, según se mire, por el alejamiento o acercamiento de sensaciones de tal forma que el poema siguiente al anterior rompa el sentimiento generado antes. Quizá eso ha conseguido lo que te decía antes que me ha dicho mucha gente, ese no poder parar de leer hasta que lo acaban, ese ritmo de leer un poema y querer leer enseguida el siguiente.
En general, nunca escribo para entendidos, siempre escribo para gente que quiere leer sin tener que romperse la cabeza para comprender lo que escribo, por eso mi empeño en la prosa, por ejemplo, cuando escribo para los niños, es explicarles algo tan difícil como es el constitucionalismo español actual de forma sencilla utilizando el mundo de la fantasía. Con la poesía hago lo mismo, no quiero que nadie se aburra leyéndome, me horroriza, es lo que más temo a la hora de escribir.
Pronto saldrá el Mundo Mágico del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, hace mucha falta que los niños aprendan conceptos básicos del entramado democrático valenciano como qué son las Cortes valencianas, o la Generalitat, quién era el rey Jaime I o els Furs o el Tribunal de las Aguas, y para aprender algo primero hay que entenderlo; quiero transmitir, que llegue lo que escribo, tanto en prosa como en poesía, siempre lo he hecho y creo que Las Siete de la Tarde es ideal para ese público que busca la poesía de siempre.
En tu poemario hay algún poema breve parecido al haiku. ¿Te gustan los haikus? Reproduce uno o dos poemas breves pero intensos del libro.
Sí, claro que me gustan, algunos son bellísimos, en tres líneas se intenta decir mucho. Pero prefiero los sonetos. O las seguidillas. En España tenemos tanto para poder escribir que para mí es un poco absurdo exportar poemas del extranjero que a veces ni se escriben bien. Se escriben haikus y muchos no lo son. El haiku tiene unas características muy definidas, muy estrictas, no se pueden escribir tres versos de 5/7/5 y decir que es un haiku… Y se hace. Yo no me atrevería, antes tendría que estudiar mucho para no cometer errores y quizá algún día lo haga, pero de momento no entra en mis planes literarios futuros. Mis poemas breves son poemas breves, simplemente:
EL PASO DEL TIEMPO
Derramada la vida en un charco de esperanza
sin una fuente que la alimente.
Derramada la vida pasa.
Háblanos un poco de otras artes que también te gusten y/o practiques.
Hace años estudié tres cursos de solfeo y tres de piano, pero lo tuve que dejar porque no abarcaba tanto, trabajar, estudiar un par de horas al frente del teclado, la casa, mis dos hijos que eran muy pequeños y no me dejaban tocar… Ahora toco la guitarra, pero solo para acompañar cuando nos reunimos los amigos a comer los fines de semana; por la tarde, si nos aburrimos, sacamos las guitarras y cantamos canciones de siempre. También bailo un poco. Y también pasé mi época de pintora, todavía tengo algún óleo colgado por ahí pese a que son malísimos, en vacaciones me gusta pintar mandalas en la terraza del apartamento frente al mar, yo creo que me gusta todo lo relacionado con el arte. No obstante, mi mayor afición es escribir.
Me gustaría que finalizases esta entrevista con un poema que leyó durante la presentación de tu poemario en El Ateneo Mercantil de Valencia Antonio Mayor y que reprodujeses también sus interesantes comentarios acerca de él.
Antonio Mayor es un excelente poeta y fue muy generoso conmigo el día de la presentación del libro como también lo fueron Blas Muñoz y Vicente Barberá, bueno, y Ricardo Bellveser que intervino espontáneamente en ella.
El poema dice:
Intuyo el mar a lo lejos fundido con la noche
en limpio compás de sonidos que vibran.
Y no se oyen.
Siento el mar que se mezcla con la oscuridad
en simbiosis de aromas a sal.
Y no se huele.
Oigo el mar que se une al cielo oscuro
chocando sus aguas con las nubes.
Y no se ve.
Te intuyo, te siento y te oigo.
Pero no estás.
Antonio dijo: “Su estructura es perfecta, como casi se aprecia ya desde su distribución visual. Tres series de dos versos largos y uno corto que comienza con una “Y” copulativa tras el punto del anterior verso. Los versos largos aluden a un sentido y el corto lo niega. Magda utiliza intuitivamente un viejo recurso retórico: la diseminación recolectiva. En las tres primeras estrofas siembra, disemina los sentidos que recoge en el penúltimo verso: te intuyo, te siento y te oigo. Y acaba: pero no estás. Ese “te” (2ª persona singular) a la que se dirige no puede ser otra cosa que un ser amado, intuido, casi perceptible, pero ausente. No estás, ese reproche que carga de sentimentalismo el paisaje y el poema. El resultado es un bello poema que aúna sentimiento, emoción y perfección formal”.
Fue muy generoso conmigo, los tres lo han sido siempre y lo siguen siendo, este libro sin los consejos de ellos quizá no me habría atrevido a publicarlo y aprovecho, para desde aquí, hacer público una vez más mi agradecimiento. Si es que no puedo tener mejores maestros poetas, es un auténtico lujo. Mira, por muchos años que llevemos escribiendo, por muchos folios que llenemos, por mucho que nos creamos que no podemos aprender más, no es cierto, siempre necesitaremos personas que sepan más que nosotros para seguir aprendiendo como me pasa a mí con la poesía. Aprendices hay muchos, pero maestros, pocos.
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