“Esperando a Randy” es una pequeña joya literaria de ese género negro que ya no se cultiva en nuestro país. De ahí que el autor haya escogido como escenario un par de estados americanos del sureste de los Estados Unidos. Una novela en blanco y negro donde el color lo pone un delincuente, un auténtico perdedor, que todo lo que emprende está condenado al fracaso. Cuando tiene que tomar una decisión siempre escogerá la que más daño le haga. Todo lo contrario de lo que ha hecho Santiago Casanova que ha sabido trasladarnos en el tiempo hasta los años más duros de las décadas de los sesenta y setenta. Una obra que no se deben perder si les gusta el género negro. En la entrevista, el autor nos cuenta algunos de los secretos más estremecedores de su novela. ¿Cómo se le ocurrió la trama de “Esperando a Randy”? Empezó a partir de lo que iba a ser sólo un relato breve y que corresponde a lo que hoy es uno de los capítulos de la novela, cuando Stewart se acerca hasta la ventana de su vecina y le pasa lo que le pasa… Una vez cerrado como cuento, en mí cabeza creció el personaje y la historia y me resultó inevitable escribirla. ¿Escribió la novela específicamente para el Premio Francisco García Pavón o ya la tenía escrita? La había terminado unas semanas antes y encajaba con las bases de ese premio. ¿Qué le ha supuesto ganar dicho premio? Fundamentalmente, dejar de ser un escritor desconocido. En la novela, se le nota que ha visto muchas películas de gánsteres de los años cincuenta y sesenta. ¿Le gusta ese género cinematográfico? Sin duda. Me gusta mucho el cine de gánsteres de esa época. Como tú mismo has señalado, entre las influencias estéticas para construir una parte del paisaje de esta novela está el refugio de El bosque petrificado. También de El último refugio. Ambas películas con Bogart. ¿Cuáles son sus escritores favoritos del género negro, tanto a nivel internacional como nacional? Muchos. La lista es larga. Entre los americanos: Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Horace Mc Coy, James M. Cain, Jim Thompson, Mickey Spillane, W. R. Burnett….y seguro que me olvido de alguno. En Europa: James Hadley Chase, Fred Vargas, Henning Mankell, Benjamin Black… En España me reconozco como un gran fan de la serie Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán. También me gustaron El laberinto de las aceitunas y El misterio de la cripta embrujada de Eduardo Mendoza y, más recientes, los dos primeros libros de Domingo Villar con el inspector Caldas. La novela está escrita en primera persona. ¿Se encuentra a gusto utilizando la primera persona o se lo pedía la narración? Ambas cosas. Sentía que la narración lo pedía y, a la vez, me sentía cómodo usando esa voz para desarrollar la historia. Creo que cada narración tiene una voz que se le adecua más que otra. En Esperando a Randy, que es una historia corta, creo que era necesaria la primera persona para sentir lo que siente el protagonista. En novelas largas y con muchos personajes protagonistas, parece más adecuado narrar en tercera persona. Pero eso sólo es mi teoría al respecto… En la novela hay repetidos flash-backs. ¿Por qué decidió contar la historia de dicha manera? El objetivo era contar los motivos por los que el protagonista acaba siendo lo que es. Los flash backs me servían para construir su vida, poco a poco, como si fueran piezas de un puzle. ¿Cómo definiría al protagonista Stewart Riley? Un chico sin esa pizca de suerte que todos necesitamos en la vida para mantenernos en el lado bueno de las cosas. Lo que se vive en la infancia y la adolescencia, ¿nos forja cómo somos en la madurez? Una amiga psicoanalista defiende que somos lo que nuestros padres hacen de nosotros. Para bien o para mal, parece que es así. ¿Por qué escogió los estados de Kentucky y Tennessee cómo escenarios de su novela? Cuando quiero contar una historia, el lugar en que se desarrolla es muy importante. Para mí es un personaje más. El escenario que envuelve a cada personaje es otro personaje más. Y la historia que yo quería contar encajaba como un guante en el profundo sur de Estados Unidos. Visualizaba en mi imaginación como mezclaban los escenarios y los personajes y me parecía creíble. Eso es lo primero que debe ocurrir al ponerte a escribir una novela. Te la tienes que creer. Si no, mejor ni intentarlo. ¿Qué es lo que más le costó en documentarse? Por un lado, la edad a la que se puede ir a prisión o sólo a un correccional de menores en el estado de Kentucky. También revisé que condados son secos; o sea, en cuales no venden alcohol. Y las distancias y tiempos que se puede tardar en ir de un sitio a otro en aquellos territorios; algo que, a día de hoy, con Google Maps es muy fácil de manejar. ¿Es su novela un canto a la amistad? En cierta manera sí. Pero sobre todo es un canto a lo que te puede cambiar la vida las decisiones de los demás. En este caso, las de los padres de Stewart le conducen a ser algo que ningún niño querría ser si le dieran la oportunidad de poder elegir. A Randy no le conocemos hasta los capítulos finales, pero está muy presente en toda la novela. ¿A qué se debe esa ausencia durante casi toda la trama? Esos flash backs de los que hemos hablado antes como piezas de un puzle suponen un avance cronológico en la vida del protagonista. Por eso Randy llega de verdad a la novela cuando le toca llegar. Vemos que utiliza a personajes de una honestidad intachable y otros absolutamente despreciables. En su literatura, ¿no hay términos medios? Depende. Y digo depende porque depende de lo que pida la historia. Sobre todo, trato de que sean personajes creíbles y que cumplan la función que deben cumplir dentro de la narración. Al respecto de su honestidad o su falta de ella, prefiero que sea el lector quien los juzgue, antes que dárselos yo ya definidos como buenos o malos. También cuenta un episodio de violencia infantil. ¿Se ha ocultado por mucho tiempo este tipo de problemas? Bueno, el lazarillo de Tormes, el Buscón u Oliver Twist, entre otros, tienen ya mucho de todo eso, ¿no? Por desgracia, todas las miserias humanas han estado ahí desde que el hombre es hombre y creo que la literatura nunca ha mirado para otro lado y ha ido señalando con el dedo todas esas miserias. Para finalizar, ¿cuál sería la moraleja de “Esperando a Randy”? El entorno en el que creces condiciona el resto de tu vida. Puedes comprar el libro en:
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