Excelente voz narrativa en una primera persona que relata la historia en forma de monólogo, de confesión a alguien cercano, sin que el texto aclare si se trata de una pareja o una simple amistad. Se trata de un registro muy cercano, casi oral, que con un chorreo discursivo que enlaza sin pausa anécdotas, pensamientos y situaciones de una manera siempre sugerente, reproduce el mejor estilo de Celso Castro: tierno, sincero y con un punto naïf que engancha al lector. La apuesta estilística es muy buena, como acostumbra el autor.
La historia, pese a su orden cronológico, está construida al revés: desde un desorden inicial en el que se nos muestra un chico agobiado, atrapado en una relación enigmáticamente embrujada, vamos desenredando un hilo que nos llevará a descubrir la historia de un chico maltratado por su familia, primero, y embarcado en una relación por pura supervivencia, después.
Los motores narrativos se suceden con acierto: primero, el carácter mágico de lorena y su madre; después, el descubrimiento que el protagonista se parece a su padre; más tarde, se descubre que el chico no consigue querer a lorena; finalmente, el accidente y la muerte de la madre de lorena, y el desenlace en forma de oportunidad que se dan dos personas que no tienen a nadie más.
El tema de la obra es el maltrato emocional en la familia y sus consecuencias: la incapacidad para amar y la soledad. Esta temática se repite en los dos protagonistas, tanto en el chico como en lorena: en él, adquiere una forma explícita con una familia que no lo soporta y lo boicotea; en lorena, tiene una forma más enigmática con la nigromancia de la madre, unas malas artes que la condenan a ella a crear distancia en la gente.
El segundo tema explícito, consecuencia del tema principal, son las vidas que se encuentran por interés, por circunstancias parecidas, para evitar la soledad. De esta manera, puede decirse que, siguiendo la literatura del autor, estamos ante un nuevo relato de perdedores.
La novela sitúa la acción en La Coruña en una época contemporánea a la actual. El trasfondo ambiental de la historia es la habitual de Celso Castro: las drogas en la juventud -el hachís y el estramonio en este caso- y la búsqueda de un camino más forzado por las circunstancias que por decisión.
Celso Castro (A Coruña, 1962) ha encontrado en Galicia la atmósfera perfecta para todas sus ficciones hasta el momento. En 1995 publicó su primera novela, De las cornisas, con el seudónimo “m. de verganza”. Sus siguientes obras, Dos noches (2001) y El cerco de Beatrice (2007), ya llevaban su firma. Después, buscando una mayor naturalidad y espontaneidad en la voz narrativa, comenzó sus «relatos del yo», escritos en primera persona: El afinador de habitaciones (2010), Astillas (2011), entre culebras y extraños (2015, Destino) y sylvia (2017, Destino), novelas que han cosechado un gran reconocimiento por parte de la crítica.
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