En el siglo XVI existían ya bibliófilos y bibliotecas privadas, que se centraban en la búsqueda de manuscritos antiguos por monasterios perdidos. Fue Hernando Colón quién mejor entendió que había empezado una nueva era, que la invención de la imprenta iba a cambiar la historia y por ello creó un concepto diferente de biblioteca. Él pretendía adquirir todo lo que se imprimiera: libros, boletines, estampas, todo. Y establecer un sistema de recopilación de datos y de buscador de información. Era la época gloriosa del reinado de Carlos V y Hernando Colón creía que el imperio necesitaba un gran cerebro para dar respuesta a cualquier pregunta.
El origen de la biblioteca fueron los libros de su propio padre, Cristóbal Colón, que su hijo aumentó infinitamente. Para lograr su deseo organizó un complejo sistema de compra a través del cual adquiría todo tipo de libros. Desde Sevilla se enviaba dinero a un mercader de libros de Lyon. Quien se ponía en contacto con mercaderes residentes en las cinco ciudades europeas donde la imprenta era más importante: Venecia, Nuremberg, Roma, Amberes y París; los cuales se encargaban de adquirir en las librerías las últimas novedades. Los libros que por falta de presupuesto no podían ser comprados, se debían registrar con sus descripciones bibliográficas y precio, con idea de adquirirlos en el futuro. Una vez recibidos los nuevos libros en Lyon, se enviaban a Medina del Campo, donde los recogería un mercader sevillano.
El funcionamiento interno de la biblioteca también era muy elaborado, los lectores conseguían la plaza mediante una oposición en la Universidad de Salamanca. Una vez admitidos, pasaban un periodo de prueba de tres años en su oficio, el primero de formación y, los otros dos, para dar verdadero rendimiento.
Hernando Colón revolucionó el concepto de biblioteca porque la dotó de un sistema de organización que garantizó la rápida y segura consulta de cuantos volúmenes albergaba, entre ellos obras de Erasmo de Rotterdam o la Gramática Castellana de Antonio de Nebrija.
El edificio que albergaba la biblioteca fue el Palacio Colón construido en Sevilla junto a la Puerta de Goles, a orillas del Guadalquivir. Era un edificio de estilo renacentista adecuado para la labor humanista que se desarrolló en su interior. Este palacio contó además con un extenso jardín donde se plantaron multitud de variedades de plantas y árboles traídos del Nuevo Mundo.
Hernando Colón, además de uno de los mayores bibliófilos de la historia, fue un reputado cosmógrafo y también convirtió su palacio en un verdadero centro de estudios cosmográficos, en paralelo a la labor que en ese campo realizaba la Casa de Contratación de Sevilla.
Por desgracia, su proyecto de biblioteca universal no sobrevivió a su muerte. Pero sí parte de sus extensos fondos que se conservan ahora en la Catedral de Sevilla, dentro de la Institución Colombina. En la actualidad, la biblioteca puede ser admirada concertando con antelación una visita guiada.
Como ejemplo de la importancia del trabajo de Hernando Colón, en 2019 se descubrió en una colección de la Universidad de Copenhague el Libro de los Epítomes. Se trata de uno de los catálogos más importantes elaborados por Hernando Colón y sus bibliotecarios a comienzos del siglo XVI. Hernando Colón lo confeccionó para clasificar su enorme biblioteca y reúne una serie de resúmenes de más de 3.000 títulos.
Puedes comprar el libro en: