¿De dónde surge la idea de revisar la historia de la Transición española desde el punto de vista de Juan Carlos I? Esta es una pregunta que se debería hacer a Ángel Montiel, que fue jefe de opinión del diario La Opinión en cuyas páginas se fue publicando por entregas este Diario Apócrifo del rey emérito que ahora aparee en libro en M.A.R. Editor. Algo de ello explica el propio Montiel en el prólogo. Se jacta de haber sido el artífice de que este diario exista. Admitamos que él haya sido el médium que ha conjurado el espíritu del emérito. Y ese espíritu es el que, de un modo u otro, ha dictado las páginas de este libro. ¿Le parece que el vitriolo es el humor que conviene al diario de una figura como la del rey Juan Carlos? Yo diría que, tratándose de un rey, el ácido que más conviene no es el vitriolo, sino el agua regia, que disuelve incluso el oro. No olvidemos que la corona de oro del rey emérito se disolvió como un azucarillo en el agua. Creo que el humor ácido era insoslayable en un tema como el que se desarrolla en este libro. Sin embargo, este diario también parece reivindicar los logros de Juan Carlos I en la Transición. Es normal que él quiera reivindicar su persona y lo que él considera que ha hecho por el país. Si se quiere ser fiel a su pensamiento, esa reivindicación tiene que aparecer en su diario. No se puede olvidar que un diario recoge lo que el que lo escribe piensa de sí mismo y su análisis de las circunstancias que ha vivido. Este es el diario de un rey que está o se siente en el exilio y que juzga injusta esa situación contra la que se rebela. Es normal que quiera rehabilitar su figura cuando ve que está siendo denostada. Pero usted, que es el que firma el libro, ¿se considera más republicano o monárquico o, al menos, juancarlista? Permítame que le responda que como firmante del libro ni soy monárquico ni dejo de serlo. Para poder estampar mi firma al pie de este libro he tenido que tomar distancia con el emérito. Y desde esa distancia, no puedo estar ni a favor ni en contra del personaje. Ni siquiera con relación a la monarquía puedo tener posición. Otra cosa es el ciudadano Bernar Freiría. Pero lo que este ciudadano piense no tiene ninguna importancia. El que se justifica y el que analiza su trayectoria es el rey emérito. Es su pensamiento, son sus sensaciones y su visión lo que aparece en las páginas de este diario.
Hay momentos en os que el rey roza el esperpento. No hay nada más español que el esperpento que tan bien reflejó Valle Inclán y un rey español no puede evitar el esperpento, y Juan Carlos es español hasta la médula. De modo que, por fuerza, su figura también ha de tener rasgos esperpénticos. La desmesura también es un atributo regio. Para lo bueno y para lo malo. En ese sentido yo diría que el emérito es mucho más español que su hijo, el rey actual. Ya que lo menciona, ¿cuál cree que puede ser la reacción de la Casa Real a la publicación de este diario? Pues la verdad es que no he pensado en ningún momento en la actual Casa Real. La única que me ha interesado a la hora de darle forma a estas memorias es la que encabezaba Juan Carlos I. Supongo que en la Casa Real serán conscientes de la forma de ser, pensar y actuar del anterior Jefe del Estado. Y eso es lo que aquí aparece reflejado. ¿Ha tenido que documentarse mucho —demos por buena la versión del prólogo de Montiel— para dar forma a estas memorias? Tanto el emérito como yo gozamos de buena memoria. En mi caso esta memoria va acompañada, como suelo hacer, de una rigurosa documentación, sí. Sobre nuestro pasado hay muchas visiones que parecen más cuentos que historia y hay que intentar separar la memoria de la historia y ceñirse a los hechos. Muchos de los que ya han leído estas memorias dicen que en el transcurso de la lectura les parecía estar escuchando la voz del mismísimo Juan Carlos. Bueno, si eso es cierto, significará que he sido fiel a quien debía serlo y que me ha hablado ese espíritu que hemos mencionado al principio de esta entrevista. Puedes comprar el libro en:
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