Son muchos años los que llevo leyendo a Luis Zueco desde aquella primera obra “Rojo amanecer en Lepanto”. Casi todas sus novelas son del género histórico, aunque ha abordado el thriller en “El escalón 33” de manera brillante. En “El mercader de libros” consigue imbricar ambos géneros dando a su novela un halo de intriga que engancha al lector desde las primeras escenas. En esta ocasión, se centra en el periodo imperial de Carlos V, después de haber abandonada su querida Edad Media. En su nueva novela está muy presente tanto la influencia que ejerce el nuevo invento de la imprenta en Europa como la llegada de novedades de todo tipo que vienen de América. Después de su trilogía medieval, cambia de época y salta al siglo XVI. ¿Qué es lo que más le atrae del comienzo del Renacimiento? Siempre me ha llamado la atención el hecho de que no hay un consenso extendido sobre cuándo se produce el inicio de esta época del Renacimiento y la Edad Moderna. Para los españoles, el fin de la Edad Media es el año 1492. Pero Colón ni siquiera sabía lo que había descubierto entonces y sus consecuencias tardarían décadas en llegar, así que difícilmente la Edad Media acaba en el año 1492. Además, para muchos europeos el cambio de época lo había marcado ya otra fecha, el año 1453, con la caída del Imperio Romano de Oriente al entrar los turcos en Constantinopla. Sin embargo, el imperio bizantino llevaba siglos agonizando, era algo esperable y para nada determinante. Pero casualmente en ese mismo año ocurre otro hecho fundamental. Y no tiene que ver ni con una guerra, ni la caída de un imperio, ni el descubrimiento de un continente. En 1453 apareció el primer libro no copiado a mano. Gutenberg inventa la imprenta y con ella permite la difusión de la cultura de una manera antes nunca conocida. Se recupera todo el saber clásico oculto durante siglos en los monasterios y se difunde por toda Europa, se vuelven a traducir los textos clásicos, se recuperan enseñanzas y, muy importante, se difunden avances y conocimientos tecnológicos. Son los libros impresos los que cambian el mundo, con un libro en la mano los hombres y mujeres se hicieron modernos. Desde el primer momento nos encontramos con una trama de intriga, el ajusticiamiento del padre del protagonista Thomas. ¿Le gusta añadir elementos de misterio en sus novelas históricas? Yo creo que la vida está llena de misterios, los hay de todo tipo. Somos seres curiosos, nos gusta conocer lo que nos rodea y, cuando algo se nos escapa y se vuelve misterioso, nos atrae todavía más. Por eso creo que en una novela histórica también debe haber intriga y misterio. El incipiente amor por Úrsula, su salvadora, se rompe nada más empezar. ¿Volverá a verla? ¿Surgirá una historia de amor? El personaje de Úrsula es una alegoría, evoca el inicio de la Edad Moderna. El protagonista, Thomas, es un prototipo de hombre del renacimiento, curioso, crítico, aventurero. Así que, para él, Úrsula siempre estará presente… pero habrá que leer la novela para conocer qué ocurre con su historia de amor. La huida de Thomas hacia Italia tiene mucho de road-movie medieval. ¿Es un viaje de aprendizaje de la vida por parte de Thomas? Sin duda, yo quería imaginar como sería la vida de un joven del siglo XVI que comienza a saber que hay un Nuevo Mundo, qué sentiría, qué imaginaría... Es como si ahora nos dicen que hay vida en otro planeta y nos van llegando noticias sobre ello, sería increíble. En el viaje se encuentra con una vida ajena a sus orígenes, pero sobre todo el descubrimiento de América. ¿Lo que aprendió en esos años marcaría su vida? Yo creo que la juventud es una etapa de nuestra vida que nos marca para siempre, queramos o no; para bien o para mal. En esta novela es una parte esencial, pues Thomas quedará profundamente marcado por lo vivido durante sus años de juventud y forjará su destino de manera irremediable. Thomas es un apasionado de la lectura. ¿Hasta qué punto la lectura de un libro puede cambiar la vida? Aquí te voy a contestar desde la experiencia propia, yo leí de joven “Cien años de Soledad” de Gabriel García Márquez y me cambió la vida, ya no fui el mismo. Los libros tienen ese poder. El fuego, la rueda, la imprenta… ¿Cuál de estos inventos han marcado más a la Humanidad? La imprenta sin duda, el invento de los libros en la antigüedad es esencial pero no determinante porque no llega más que a las élites. Es la imprenta la que democratiza los libros, lo hacen accesibles. Un hombre o mujer que lee, es crítico, está más formado, es más difícil de engañar, se cuestiona las cosas, plantea dilemas… en definitiva la imprenta fue la clave del fin de mundo antiguo y medieval, y el inicio del actual. ¿Los poderes políticos y religiosos tenían miedo de la imprenta? Tenían miedo y a la vez lo veían como una poderosa arma, las instituciones religiosas fomentaban su uso, siempre que estuviera bajo su control. Las políticas igual, pero en el momento que unas ideas se pueden difundir con la imprenta, ningún poder puede controlarlas. “La imprenta produjo el inicio del mundo actual”¿Cómo cambió la vida dicho descubrimiento? La imprenta produjo un cambio de época, ¡ahí es nada! Es el inicio del mundo actual, a veces no somos consciente de la importancia de los libros. Ahora los vemos como un objeto cotidiano, son muy accesibles, tenemos librerías, bibliotecas… Pero todo eso es gracias a la imprenta. Sin ella no tendríamos acceso a los libros. ¿Qué sería de nosotros sin la lectura? Imaginaros cómo era vivir antes de la imprenta, es bueno que hagamos ese ejercicio mental para hacernos una idea de la importancia de este descubrimiento. El protagonista, después de Italia, encamina su rumbo hacia Sevilla. ¿El pasar por Zaragoza es un homenaje a su tierra? En parte, porque la Zaragoza del siglo XVI era una ciudad muy rica y próspera, la llamaban la “Harta” y los viajeros se sorprendían ante su riqueza y sus palacios. Además, era una de las ciudades con las mejores imprentas. ¿Cómo era la Sevilla de comienzos del XVI? Era la ciudad más fascinante del mundo. En aquella época, todo aquel en busca de aventura y fortuna quería ir a Sevilla. Era el único puerto hacia el Nuevo Mundo, a donde llegaba todas la riquezas y novedades de América y lo más importante, de donde salían todos los barcos. Creo que hasta ahora no se le había hecho justicia en las novelas, ¡la Sevilla de comienzos del XVI era increíble! Ya es hora de que pongamos en valor lo bueno de nuestra historia. Parte de la novela transcurre en la Biblioteca Colombina de Sevilla. ¿Ha podido investigar en ella? Sí, es una institución que funciona de maravilla, cuando la visité me fascinó. Es una joya poco conocida, a los pies de la Giralda. Recomiendo concertar una visita, hay que hacerlo con cierta antelación pero merece la pena. ¿Cuánto tiempo le ha llevado documentarse y escribir la novela? Esta es mi novela más compleja y la que más tiempo me ha llevado, he estado dos años trabajando exclusivamente en ella. Con tantas ocupaciones como usted tiene, ¿cuándo encuentra el momento para escribir? Madrugo mucho, así escribo durante toda la mañana de manera exclusiva. Apago móvil y me aíslo del mundo para evitar distracciones. El resto de día quedo libre para mis otras ocupaciones, que en efecto son muchas, ya que además de dirigir el Castillo de Grisel, estamos restaurando el Castillo-Palacio de Bulbuente.
¿Fue una decisión necesaria la creación de la biblioteca por parte de Hernando Colón? Fue un visionario, lástima que nadie le siguiera. Tener como padre a Cristóbal Colón pone el listón muy alto. Hernando no podía descubrir otro continente, pero si crear la mayor biblioteca conocida y, sobre todo, inventar el concepto de biblioteca moderna. Con los ejemplares clasificados, resumidos y con sistemas de búsqueda y palabras claves. ¿Quedan misterios por resolver entre sus muros? Hace tan solo un año hubo un descubrimiento: el Libro de los Epítomes de Hernando Colón, en el que se propuso resumir cada libro de la biblioteca. Apareció en Copenhague, después de estar desaparecido durante 400 años. Pero aún quedan muchos más. No olvidemos que, entre sus fondos, hay muchos libros que eran propiedad de Cristóbal Colón. A mí me fascina en particular un ejemplar de los Viajes de Marco Polo con anotaciones del Almirante. ¿Qué misterios podía esconder el libro desaparecido? Los libros pueden ocultar misterios inimaginables, ese es parte de su poder. En el siglo XVI un libro era un objeto cotizado, misterioso, enigmático. También nos encontramos con una trama de espionaje. ¿Cómo eran los espías en aquel tiempo? Los reyes y nobles gastaban ingentes cantidades de dinero en mantener complejos sistemas de espionaje. Hoy la información es accesible, pero en aquella época el conocimiento de un mapa, de una latitud, de una corriente marítima podía ser determinante en una guerra. El espionaje moderno también se inventa en el siglo XVI. ¿Había ya el Espía Mayor de la Corte? En el siglo XVI, e incluso antes con los Reyes Católicos, el espionaje se profesionaliza y adquiere una enorme importancia. No tenemos todos los datos, pero sabemos que era esencial. Quizás no existía el Espía Mayor de la Corte como tal, pero si había un sistema de espionaje muy evolucionado. Para finalizar, ¿Es El Mercader de Libros su novela más trabajada? ¿Ha quedado satisfecho del resultado final? Desde luego que sí, yo trabajo mucho todos los aspectos de mis novelas. Creo que ese es lo que me diferencia de otros autores que se centran solo en algunos aspectos en concreto y dan menos importancia a otros. Para mí todo es importante y creo que por eso el lector luego las valora tan bien. He quedado muy satisfecho, hasta por el título que me costó mucho elegir. ¿Tiene pensado en algún momento aparcar la novela histórica para publicar algún thriller? Estoy trabajando en un nuevo proyecto que combina de forma más intensa o novedosa ambos géneros y que espero terminar este mismo año. Puedes comprar el libro en:
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