Publicó desde 1985 los poemarios “Quince poemas por la paz”, “Ocho poemas para perder el tiempo”, “Cien años de libertad y Coca-Cola”, “Proposition poétique pour annuler la dette extérieur” (bilingüe español-francés), “Arqueología del amor”, “Amazonia he visto” (bilingüe español-francés), “Calendario poético 2000”, “Guía poética de Buenos Aires”, “Tierra viva, luces del mar”, “Crítica poética de la razón matemática”, así como los volúmenes de poemas y relatos “Sefikill (Serial Financial Killers)” y “Desgarros: exilios, duelos, muros”, y, únicamente de relatos, “Josecito de la ferretería”. En el género novela se socializaron “Chupadero” (2005) y “Geriatrikón” (2007). “Nací en 1945 y en el barrio de Boedo de la ciudad de Buenos Aires. Mi infancia estuvo marcada por la ferretería “Don Miguel” y la casa de la calle Colombres, donde anclaron mis padres, inmigrantes rusos en esas tierras. Crecí entre barricas de gomalaca, latas de masilla y tambores de kerosene, entre oleajes de exiliados de diversas latitudes que buscaban un retazo de calma para vivir. Ese mundo mágico, con sus objetos, lenguajes, historias, transparenta en algunas de mis obras (como “Josecito de la ferretería” o “Guía Poética de Buenos Aires”). El patio de esa casa, sus cielos estrellados en noches de verano, fueron arcilla de mis primeros versos. También la figura de “Liolia” (Lionid Ravitz), poeta ruso, tío materno, que nunca conoció la Argentina, bolchevique convencido, participó de la revolución de octubre y de la segunda gran guerra. Cuando llegaban sus libros, Siula (mi madre) me leía emocionada sus poemas en ruso. Cursé mi bachillerato en el Colegio Nacional Mariano Moreno e ingresé en 1963 en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, orientación ingeniería química. Comprometido con el movimiento estudiantil, fui elegido presidente del Centro de Estudiantes de Ingeniería “La Línea Recta” en 1967 y expulsado de la Facultad en 1968 por alteración del orden público. Readmitido en 1970, me gradué en 1973. Ingresé en la Secretaría Nacional de Industria, pero pocos años después, con la llegada de la nefasta dictadura militar, en 1976, me exilié en Francia repitiendo la historia de exilios familiares. Mi padre había huido de Monastyrich – Ucrania en 1919, luego de un pogrom en su pueblo natal, en el que asesinaron a su madre y un hermano. Las huellas de los exilios pueden apreciarse desde mi primer libro, “Quince poemas por la paz”, editado en 1985 en Costa Rica bajo el seudónimo de “Pablo José”, hasta uno de mis últimos poemarios, “Desgarros…”, editado en Buenos Aires. Ya en Francia, a todas las alteraciones que implica el exilio, agregué el cambio de profesión. Me inscribí en l’ Ecole d’Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, donde en 1981 me gradué de antropólogo, especializado en el estudio de culturas alimentarias locales, con mi tesis de doctorado “Tecnologías autóctonas y alimentación en América Latina”. Ingresé al Institut National de la Recherche Agronomique (INRA) donde devine Director de investigaciones. Desarrollé un enfoque sobre los “Sistemas agroalimentarios localizados” (SIAL), el que encontró una importante repercusión en la comunidad científica internacional. Las numerosas investigaciones de terreno en diversos países de África y América Latina, también influyeron en mi obra poética: “Amazonía he visto”, “Pan amor y poesía, culturas alimentarias argentinas” (de este volumen he sido compilador). Como parte de mi trabajo he tomado numerosas fotografías, la mayoría de las cuales aún no han sido divulgadas, si bien realicé cuatro exposiciones fotográficas: en la UNESCO (París), en Montpellier, en la Casa de la Poesía de La Habana. He sido miembro fundador del grupo franco-argentino “Travesías Poéticas”, del “Collectif Poétique Effraction: Poètes des cinq contienents” y del grupo “Creciente Poética”. Soy colaborador permanente del periódico “Desde Boedo” y de la revista cultural “Generación Abierta”. Organicé numerosas manifestaciones poéticas en París, así como espectáculos poéticos-musicales asociando tango y poesía. Insisto en que sigo siendo “Josecito de la ferretería”, un habitué del boliche de la cortada San Ignacio, de esa ciudad llamada Buenos Aires, que tal vez sí exista.” ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba? JM: ¿Seis? ¿Cinco? ¿Siete años? Josecito nació en el fondo de la ferretería de Boedo, cuarto hijo. Cuando cumplí un año nos mudamos a la casa de la calle Colombres, casa de aldaba y zaguán, casa navío, patio largo con habitaciones a estribor, techos altos arremolinando sueños. Veranos porteños, noches familiares, un niño en la perezosa contemplando estrellas. Cielo que se abre, voces que se esfuman, más y más estrellas, más y más cielo, patio despegando en vuelo estelar. Escribiría mucho después (extraído de “Seres” en “Tierra viva, luces del mar”): “Mis poemas más bellos / no hechos / … / un pulgar sobre venas / donde transitan pulsos // los pliegues del mar / detrás de mis párpados // cuatro sillas mudas / inclinadas sobre un recuerdo // Mis besos más dulces / no dados / … / en la frente suave / de un rostro adormecido // sobre una lápida crecida / en sangres anteriores // entre labios agrietados / de una tierra ignorada // Mis viajes más dichosos / cuando no ciertos / … / hacia estrellas suspendidas / en un cielo de mi infancia // entre horizontes paralelos / a la línea del amor // a través de países blancos / engalanados de alelí // Mis poemas más bellos / mis viajes más dichosos / mis dulces besos / … / en una lágrima / … / ínfimo verso”. Primera creación poética en ese patio, poema no escrito, poesía evitó filtro entre vida y texto. ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades? JM: Lluvia: nostalgia, contemplación, tristeza. Lluvia exterior / interior en diapasón, recibirla, zambullirme, nadar hacia el fondo, mojarme alma y tripas, volver a la superficie, buscar aire y sol ausente. “Lluvia / … / no sobre mares / ni montañas / ni pastizales // Lluvia / desde un cuarto piso // En el punto donde mezclan / colores con tristeza / fecundando los tonos / que inventarán otros días // Lluvia / desde mi edad abierta // Despidiendo el típico aroma / que da la historia mojada / en un rincón del pecho // Súbitamente / comprendo las leyes fundamentales // Dos calles que se cruzan / determinan un punto // Tres puntos trasladados bajo la lluvia / generan una ciudad // Una ciudad proyectada hacia el infinito // transforma en polvo el país que la contiene // Un país / en un globo giratorio / en un tropel de astros ignotos / eleva a la enésima potencia / el valor de la lluvia en este punto / donde se buscaron dos calles / para formar mi esquina” (extraído de “Como una esquina universal” en “Guía poética de Buenos Aires”). Tormentas: inseguridad, fragilidad, temor. He vivido tormentas, de agua, de arena, de odio. Huir, hacer un tajo entre las nubes, que se vacíen de agua viento demonios. Y esperar, no abandonar en ese instante, después de la tormenta vendrán otras tormentas, seguiré atravesando desiertos sentado entre olas del camello, los oasis existen. Sangre: ¡Tantas sangres! De niño vena cortada, mano atravesando ventana, sangre escapando de su curso, desmayo, hospital, puntos de sutura. Luego otras sangres, revueltas estudiantiles, carro de asalto, guardia de infantería, suben a una chica, yo ya estaba ahí con un bombazo de gas lacrimógeno en la espalda, la chica tenía la cabeza abierta, la sientan a mi lado, sangre chorrea horriblemente, me mira suplicando. A ver, ¿qué te pasó? Observo su cabeza, tomo un pañuelo, lo aplico en la herida. No es nada, digo para calmarla, me mira agradecida, nos descargan en la comisaría. Nunca supe cómo se llamaba, sólo conocí su sangre. ¡Tantas sangres! También de mi abuela y de mi tío, no llegué a conocerlos, degollados en un pogrom lejano, mucho antes de mi primer llanto en una ciudad llamada Buenos Aires. “Sangres que tejieron mis venas / las que vienen navegando / desde otros idiomas / desde otras orillas / más el mismo pulso / la misma lava / […] / preguntaré qué hora era / en el centro del pueblo / cuando dejó el pogrom / mis raíces en savia viva / preguntaré si ya sumaron / las cifras del bronce / preguntaré si repartieron / la herencia de arcilla / preguntaré cómo me llamaban / antes de darme forma / […] / Preguntaré / ... / si lloraron tanto aquel día / y por eso las miradas / llegaron húmedas al futuro / Preguntaré si escribo / para revivir esas miradas / Les diré / aquí estoy / … / Nada fue en vano” (extraído de “Preguntas” en “Desgarros…”). Velocidad: espacio recorrido por unidad de tiempo. Poesía recorre el mundo, brota de humedales y tierra seca, no tiene apuros, perfora el progreso: “Golondrina / Entre el tiempo y el espacio / decidieron las alas / Pues mi pequeño corazón / también dejará un día / el Reino de los latidos […] ¿Años? ¿Horas? / ¿Qué son? ¿Quién vivió? / Tal vez el que grabó / la memoria de alas / sobre amor anegado / de espacios sin tiempo” (extraído de “Una golondrina” en “Ocho poemas para perder el tiempo”). Contrariedades: ni pobre ni rico, aprendiz de poeta, una vida de amor con el amor de mi vida. Brindemos: ¡Salud! ¡Salud! ¡Salud! De todos modos, ya sabemos, células y neuronas tienen su propio tiempo. “En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... JM: “Poesía fijar vértigos” (Arthur Rimbaud). La experiencia poética no es sólo literaria, concierne a la vida en todas sus dimensiones. El poema trata de plasmar en palabras emociones de vida, objetivo inalcanzable, escalar una montaña con cimas que se alejan. “Encontrar las palabras dichas y las palabras no dichas, sonidos y ritmos, para acercarse a una hoja que tiembla, he aquí la tarea desmesurada de los poetas: tratar al mismo tiempo de condensar el lenguaje y de hacerlo estallar, como una gota de perfume cayendo sobre la superficie de las palabras, produciendo ondas y fragancias inesperadas. ‘Poesía, no forma de escribir, si labios al vivir’ expresa bien esta pérdida irremediable entre la vida y los textos” (extraído de mi exposición “Alimentos y poesía. Culturas alimentarias europeas”, pronunciada en francés, en ocasión del 250 aniversario de la Academia de Agricultura de Francia). Más que de inspiración hablaría de conmoción, de dejarse ser, dejarse flotar en el vértigo de la vida, en un atardecer, una mirada, una palabra, en hojas caídas, zapatillas abandonadas, cangrejos podridos. Sin esa conmoción no hay materia poética, uno no puede vivir al cien por ciento como poeta, sería agotador. Conmoción sola no alcanza para que haya poema, hay que resignarse a escribirlo (o no), hace falta también culo y esfuerzo, sentarse en algún lado y decidirse a fijar la experiencia poética en un texto. También podemos optar por la poesía sublimada: ¿El poema no escrito existe? ¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra? JM: No podría decir “más sus avatares que la obra”. Lo que sí me atrae en algunos artistas es la interacción estrecha entre vida y obra. Las aventuras, locuras, obsesiones… del artista, que podemos percibir en una novela, un poema, un cuadro. Me vienen al espíritu Miguel de Cervantes Saavedra, el manco de Lepanto, que plasmó sus campañas militares en el genial “Don Quijote de la Mancha”. François Villon, el poeta francés de la edad media, nacido en 1431, nadie sabe dónde ni cuándo murió. Gran adicto de bodegones, bebida y peleas, en una de ellas mata a un cura a los veinticuatro años. Encarcelado y condenado a la horca, escribe su célebre “Balade des pendus” (“Balada de los ahorcados”). Finalmente, a los treinta y un años, es amnistiado y forzado al destierro. A partir de ahí, no se sabe nada más de su vida. Vincent Van Gogh: con sólo pronunciar su nombre se me llenan los ojos de girasoles. ¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar? JM: Proverbios que mi madre decía en ruso. “Medí siete veces y cortá sólo una vez”, “Siglo vivís, siglo aprendés”, “Cántale a tu pueblo y serás universal” (León Tolstói). También me gustan los proverbios chinos: “Ten confianza, pero controla”; “La experiencia es como un farol colgado en la espalda, ilumina sólo el camino recorrido”. Algunos proverbios del mayo francés (1968): “Bajo los adoquines la playa”; “Si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir”. ¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad? JM: “Las cuatro estaciones”, de Antonio Vivaldi, que escuchaba a los trece años de un “33 vueltas”, luego de la muerte de mi padre. Cuando asistí a una exposición de Caravaggio en el “Museo Fabre” de Montpellier: la verdad existe, reside en la emoción, en la lágrima retenida, un detalle, luces de un rostro, pliegues de una túnica, mirada que logra escapar de la tela… Mi lágrima retenida en ese detalle. ¿Otro estremecimiento? “Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!”: César Vallejo, “Los heraldos negros”. ¿Otro estremecimiento? “Relatos de Kolimá” de Varlam Shalámov. Antes de leer, ajustar vuestros cinturones de seguridad. ¿Perplejidades? Confieso que nunca he podido terminar “A la búsqueda del tiempo perdido” de Marcel Proust. Aunque leyéndolo por partes la escritura me parece maravillosa. Se plantea el tema de: ¿cómo abordar, leer, mirar, escuchar, sentir… una obra de arte? ¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar? JM: Año 1978, Asamblea sobre Derechos Humanos, Palacio de Luxemburgo, París. Apercibo a Julio Cortázar en la concurrencia, me las arreglo para sentarme cerca, espero la ocasión, una pausa entre discursos: —Maestro, un gusto saludarlo, me presento, él muy amable, charlamos. Sigo avanzando: Maestro, tengo el manuscrito de un poemario (vaya a saber porqué intuición extraña lo tenía conmigo), me gustaría su opinión. Por supuesto, dejámelo, esto continúa dos días, mañana nos vemos. Día siguiente, lo busco en la asistencia, esta vez no era fácil sentarme cerca, decido esperar la pausa del mediodía, al regreso del almuerzo lo veo tomando un café, me animo: ¿Cómo va? Conversamos sobre las conferencias, ésta qué interesante, ésta un aburrimiento, etc. Finalmente me decido: ¿Tuvo tiempo de leer el manuscrito? Me mira antes de responder, la respuesta estaba clara, agrega por las dudas, la verdad que no, pero te voy a decir una cosa, si escribís y no publicás estás loco o te vas a volver loco. Y a partir de ahí empecé a publicar, durante muchos años no me preocupó difundir, ni ir a lecturas o festivales, publicaba para no volverme loco. ¿Qué te promueve la noción de “posteridad”? JM: Todo es vanidad, en millones de años sólo quedará polvo de estrellas. “¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan? JM: Hay rutinas que me encantan, no sé si son rutinas o ritos. Cenar con mi mujer enfrente de la chimenea, pasear por la mañana en un bosque cercano, preparar pastas frescas. ¿Rutinas que me aplastan?: las administrativas. Laboralmente conocí poco la rutina, desde la ferretería de Boedo, mi aprendizaje del mundo hasta mi trabajo de antropólogo en comarcas lejanas, lejos de ser rutinario, según amigos y colegas, con las “historias de terreno” podría hacer un libro, tal vez varios. “Amazonia he visto” (ver en www.ibuk.com.ar), resultó de la unión entre trabajo antropológico y experiencia poética del mundo. ¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”. JM: Estilo, stilus, instrumento que servía para escribir sobre las tabletas de arcilla o de cera, el stilus marcaba, grababa esas tabletas. Todo artista, lo quiera o no, tiene un estilo, una marca que lo caracteriza. De una mirada podemos distinguir un Dalí, un Miró o un Botero. Pero ese estilo brota de las napas freáticas, luego puede ser perfeccionado, pero brota de las profundidades, imposible fabricarse un estilo, hay que esperar que brote, que salga a la superficie. Una misma persona puede escribir poemas, novelas, obras de teatro, notas periodísticas; el estilo es la marca que une esas escrituras como un código invisible pero perceptible. ¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? JM: La indignación me reenvía a mi condición de hombre como ser social, solidario de mis congéneres. Me indignan las injusticias sociales, la falta de humanidad, me indignan los inmigrantes que se ahogan en el Mediterráneo o que mueren de sed en el desierto, me indignan los constructores de muros, los traficantes de órganos y seres humanos. Me indignan los SEFIKILL que especulan con el hambre en la bolsa de valores (ver “SErial FInancial KIllers”, editorial CICCUS). Me indignan los artífices del ecocidio, los que arrasan selvas para optimizar beneficios, las mineras que contaminan recursos hídricos, que se jodan los campesinos aguas abajo. Me indignan los apologistas del “sistema”, políticos de forro reversible, periodistas que manipulan verdades, jueces que manipulan justicia. Me indigno conmigo mismo, con mi impotencia frente a esta realidad. La violencia, a esta altura de mi vida, está bajo control, como el PSA de mi próstata, oscila en niveles aceptables. ¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros? JM: Bicicleta celeste, muerte de mi padre: trece años, casa de la calle Colombres, velorio, mucha gente con sus pésames, tengo que escaparme de algún modo, escaparme sin irme, a los trece años un niño judío ya hizo su bar mitzvá, es un hombre, tres hermanas mujeres, me tocaba asumir. Se me ocurrió desmontar las ruedas de la bicicleta, volver a montarlas, volver a desmontarlas, así llegué al día siguiente, rodando sin ruedas. En el entierro leí el kadish, como corresponde, luego debía asistir todos los amaneceres a la sinagoga de la calle Asamblea para rezar por la memoria de mi padre, todos los amaneceres durante un año pueden ser mucho para un niño-hombre. Día de invierno con lluvia, digo a mi madre, ma’, hoy no voy, bueno, llueve, quedate en cama… A los diez minutos dos correligionarios adultos vienen por mí, Iósale vamos, si vos no venís no llegamos a diez (el miniem, quórum mínimo para rezar juntos, es de diez personas). Fui, terminada la ceremonia, ocho de la mañana, en vez de volver a casa con mi bicicleta celeste, me “fugo” hacia el parque Chacabuco, al mediodía tenía hambre, se terminó la fuga. Cuando volví, encontré a mi madre más que preocupada, pude negociar que ya no iría todos los amaneceres a la Sinagoga. ¿Ahí comenzó mi ateísmo? ¿A causa de la bicicleta celeste? ¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo? JM: Andréi Tarkovski, película “El sacrificio”. Ser el abuelo que dialoga con su nieto bajo un árbol mientras el fin del mundo comienza a insinuarse. Tener el rol central en “Affabulazione” de Pier Paolo Passolini. La interpretación de Vittorio Gassman en el teatro de la Colline, París, años 80, algo maravilloso. Vivir calma sabiduría y naturaleza en algunos haikus de Basho, vivir la harmonía y belleza que emanan de su obra. El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido? JM: “Si no conoces algo más bello que el silencio, entonces calla”, así dice un viejo proverbio árabe. El ejercicio del silencio y la soledad me parecen fundamentales en la creación artística. Es en ese escenario que gestos oscuridad sombras adquieren otro relieve, absorben sorpresas, diluyen desolaciones, aplacan fervores… dejando intemperancia y llagas vivas. ¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? JM: Charles Chaplin, Héctor Malamud, Manuel Scorza, Robert Desnos. ¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís? JM: En el curso de mi experiencia como antropólogo / investigador, me sulfuraban las apreciaciones fundadas en cierto academicismo / dogmatismo, que califican, sentencian: el enfoque, el artículo o lo que sea “no es científico”, esa era la frase asesina. Mi preocupación fue siempre de asociar diversas formas / fuentes de conocimiento, en particular la experiencia científica y la experiencia poética: “los nuevos paradigmas de sociedad, de producción agrícola, de urbanización, de… no saldrán repentinamente de la investigación científica como del muslo de Júpiter. Sin duda que necesitamos nuevos saberes, pero sobre todo necesitamos un nuevo saber, un saber de una nueva calidad, un saber basado sobre un principio de unificación de las diversas formas de conocimiento, de las diversas experiencias del mundo” (extraído de “Alimentos y Poesía”). Paradojal y simétricamente los “opinadores seriales” de las “academias poéticas” caen en la misma trampa, blandiendo análoga frase asesina: “esto no es poesía”. Crear implica salirse de caparazones establecidos; ofender academias con imprecisiones e impurezas. ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”? JM: Habría que precisar en qué plano se sitúa la valorización. Tengo amigos que valoro como personas, muy buena gente, pero que no valoro en el plano intelectual. En otros casos puede suceder lo inverso. En otros casos podemos valorar a alguien de manera integral. Es la vida, las cosas son como son, se sienten como se sienten, no me perturba, no hay nada para resolver. ¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”? JM: La afirmación esconde lo contrario; que Discépolo lo escriba no quiere decir que no haya participado del encanto del mundo. El mundo para el ser humano siempre fue al mismo tiempo una porquería y una maravilla. Ya en la Biblia podemos constatar la existencia de un Dios terrible y también lleno de bondad. Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran? JM: Leonardo da Vinci, Rosa de Luxemburgo, Camille Claudel, Alfonsina Storni. ¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”? JM: La risa depende del contexto y de la edad; el Gordo y el Flaco me hacían reír a los nueve años, ya no tanto. Ahora me hace reír mi nieta Giulia, cuatro años, una Mafalda franco-ítalo-argentina. El desfasaje entre la niña y sus salidas de adulto en miniatura son joyitas de humor. Una de las anécdotas en pocas palabras: Giulia no quiere ir al colegio, su madre (mi hija) se esfuerza en explicarle porqué hay que ir al colegio. Vas a estudiar, más grande vas a tener diplomas, con los diplomas conseguirás trabajo, entonces ganarás plata, para comprarte lo que quieras, para viajar a Italia… Respuesta inapelable de Giulia: Mami también podemos elegir ser pobres. ¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal? JM: En lo referente a la creación poética, cuesta releerme y confirmar que algunos escritos no me gustan. Pienso: captar la poesía de la vida en el poema es imposible, debo aceptar la “frustración original” del acto poético. Eso pienso, pero entre lo que pienso y lo que siento hay una diferencia, me da bronca confrontarme con el poema real. El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos? JM: Varios tomos serían necesarios para responder a esta pregunta. Amor “¡Oh amor mío! / aún nosotros somos mortales / Aún nosotros / que conocimos el Olimpo / Aún nosotros seremos castigados / y nos dibujarán máscaras terribles sobre el rostro / y nos doblarán los huesos / poco a poco / y nos quebrarán la voz bajo el lodo // Mas no podrán / con nuestras balsas / .............................. / el reposo en la noche / el desayuno sin prisa / el estar juntos simplemente // Nuestras balsas / amor mío / seguirán transcurriendo / más allá de la condena […] Por eso estos versos // Para ti / para nuestros hijos / para nuestros hermanos / para los excavadores del futuro // Para decirles / que hubo también amor / hacia los fines de la era del oprobio / No solamente bombas / no sólo ciudades arrasadas / no sólo grises mercaderes // Hubo también amor / ............................... / por eso existen” (extraído de “Arqueología del amor”). Contemplación “¿Tal vez pueda la luz / desenredar el tiempo? // En monturas marinas / escalar espumas / enlazar reflejos / diluir cronologías // ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos? /… / ¿líquidas estrellas? / ¿utópicos violetas? // Para viajar / anclar en un punto // No ir /… / ni a la playa contigua / ni al próximo shopping / ni a otras golosinas // Excavar este punto / hasta encontrar / las napas de luz / que aclarar puedan / madejas de tiempo / ¿Años? / ¿Semanas? / ¿Segundos? / … / ¿Qué significan? / … / si de todos modos / vida es un ínfimo instante / y eternidad una gran amnesia // Una pregunta sí / … / ¿Cómo llegar al interior de la burbuja / sin que revienten las primeras ilusiones?” (extraído de “Burbuja” en “Tierra viva, luces del mar”). Dinero: Tener para vivir; no vivir para tener. Religión: Ateo involuntario, no me imagino a Dios detrás del cortinado. Envidio a los creyentes. Me apasiona el estudio de las religiones. Leer la Biblia me parece fundamental para entender en qué mundo vivimos. Aún hoy la mayoría de los conflictos bélicos que sufrimos tienen un fondo religioso, velado o manifiesto. “Como los hombres no pudieron / soportar sus diferencias / crearon los Dioses / a su propia semejanza // Y todo fue en nombre de Dios / En nombre de Dios / las conquistas / En nombre de Dios / las banderas / En nombre de Dios rodando / los ojos con sus cabezas” (extraído de “Nacimiento” en “Cien años de libertad y Coca Cola”). Política: Aunque hayan cambiado formas y plataformas desde mi adolescencia me comprometí con “la política”. Entendiendo a la misma como una forma de vivir en sociedad, de vivir en “la Ciudad”. Platón en su “República” plantea la expulsión de los poetas de la Ciudad ideal, pues eran susceptibles de corromper el alma de los héroes. Victor Hugo y otros grandes escritores plantearon por el contrario la necesidad del compromiso social del poeta: “El poeta en días impíos / Viene a preparar días mejores / Es el hombre de las utopías / Los pies aquí los ojos más allá / Es él quien sobre todas las cabezas / En todos los tiempos, como los profetas / En su mano donde todo puede caber / Debe, que lo insulten o lo elogien / Como una antorcha que sacude / Hacer relucir el futuro” Victor Hugo, “Fonction du poète” (1839), en “Les rayons et les ombres” (1840). Trad. J. M. “La pregunta ‘¿Usted se considera un poeta social?’ me ha sido formulada de manera recurrente en numerosas entrevistas. Digámoslo de manera breve, se trata de un interrogante tautológico, todos los poetas son seres sociales, manejan una lengua precisa en un lugar preciso, en consecuencia, comprometidos, explícita o implícitamente, con una sociedad dada. La cuestión sería otra: ¿Cómo sus poemas plasman la poesía a partir de su experiencia del mundo? Un doble desafío se plantea al poeta: por un lado, no caer en la tentación del hermetismo, de encerrarse en el lenguaje, de que el poema se convierta en un juego de palabras. Por otro, la tentación de agitar conceptos generales, olvidando que el poema debe germinar de sentimientos y emociones / conmociones surgidas de su experiencia del mundo. No es a partir de conceptos, es a partir de su vivencia personal que el poeta puede acceder a lo universal.” (Extraído de “Creciente poética: por un mundo sin muros ni barbarie”. Entrevista de la revista “La Otra”.) ¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”? JM: Una película, si no la aguantamos podemos irnos o dormirnos, aunque en general las miro hasta el final; mal cine es también una forma de aprendizaje. Con novelas, ensayos o poemas es diferente: cuando me canso, me voy, a veces tomo una diagonal para escaparme, no me doy tiempo de sufrir. Con las exposiciones de arte plástico si se trata de la obra de un pintor o de un escultor, raramente tuve disgustos. El problema se me ha presentado, en ciertos casos, con obras de teatro: por ética, respeto por los actores, uno no puede irse en mitad de la obra. Agreguemos, que algunas lecturas de poemas, cuando los poetas se suceden sin fin con su narcisismo en erección, también pueden resultar insufribles. Aguantar también es sabiduría. ¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué? JM: Como dijo Julián Centella: “No vengo a hacerme la partida, digo nomás que soy de Boedo”. “Señor caminante confíese a las calles… ellas sabrán llevarlo. […] En silencio, así transcurrió este paseo… este contrapunto de Buenos Aires: casonas venidas a menos, enormes rascacielos, carritos de botellero, ochavas ciegas, edificios de medio pelo, restaurants de onda, bares, fondas, tenedores libres, niños en uniforme azul, niños de guardapolvo blanco, supermercados, shoppings, verdulerías de todo tamaño, cortinas oxidadas, se alquila o se vende, árboles orgullosos pese a todo, tres pizzas por siete pesos, choripán y gaseosa al paso, minifaldas con alevosía, algunas con premeditación, te quiero Boca, dale El Ciclón, Lore te amo-Riky, chorros vayan a afanarle a Gardel, palomas, tres paquetitos de maíz cincuenta centavos, mate con bizcochitos, mesas de truco… y colectivos muchas líneas de colectivos con sus colas de espera, sus bellos colores y largos recorridos. … En Rivadavia Bulnes se disculpó. Aquí cambio de nombre y de etiqueta, pueden subir a Boedo, calles diferentes mas la misma senda. Continuamos siempre en silencio, mi acompañante parecía cada vez más interesado. A la altura del pasaje San Ignacio le hizo señas a Boedo para que pare un poco… entró al bar de la esquina, se quedó flotando en el fondo del pasaje… volvió a subir… En Avenida Caseros nuevo cambio, esta vez sólo de nombre. Avenida Sáenz nos llevó por Pompeya hasta puente Alsina. Acá se termina el camino de ida dijo, no transporto pasajeros en Provincia. Nos bajamos, me preguntó si lo acompañaba para subir al puente. Los puentes como labios son para unir dos márgenes, para sentir la soledad atravesarlos. Mejor andá solo. Esperé un buen rato, regresó con el aire cambiado. Para volver elegí vos la calle, tenías razón ellas saben llevarte. ¿Qué te parece Centenera? ¿Centenera… llega hasta aquí? Así es hermano algunas calles traen sus vueltas. ¿Estás seguro, es la misma que pasa por Caballito? La misma y diferente, las calles como los hombres, siempre los mismos… siempre diferentes. Nos paramos una vez más en el cruce con Tabaré, se quedó pensativo en la esquina… y luego fuimos volviendo, pues siempre se vuelve a algún lado, bajando y subiendo calles…” (extraído de “Como calles sin bordes” en “Guía poética de Buenos Aires”). ¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción. JM: El exilio implica cambio de nuestro lugar en el mundo, implica sufrimiento pérdida sacrificio, también azar desafío horizonte. Exilio de una lengua, una ciudad, de uno mismo. Desajuste, tensión creadora / aniquiladora. Reconstruir danzas ceremonias autenticidad. Sembrar pensamientos para que germinen árboles con raíces en suelos lejanos: “Hachazo separando / la yema del verbo / la palabra del labio / el ventanal del aire // Exilio cuchillo cortando instantes en dos cuatro seis ocho hasta el nanosegundo que descoser puede el forro reversible del tiempo, comprendemos entonces que todos los caminos dolores atardeceres… son el mismo, que todos los muertos confluyen en un punto, que todas las hojas vuelan, caen y regresan a la misma tierra, que los otoños nos muestran lo esencial, mas no entendemos el lenguaje de los tonos. // Hachazo separando / el patio del cielo / duendes del bosque / palabras del verbo” (extraído de “Exilio” en “Desgarros…”). Nota bene: Cuando me exilié en Francia en el mes de septiembre de 1976, todos mis manuscritos fueron puestos a resguardo en el sótano de la ferretería de Boedo. Al año me informan que una inundación malogró rollos de alambre, pintura en polvo, calentadores primus…, también mis manuscritos. Pérdida absoluta, sufrimiento, también horizontes brotando de la pérdida. “Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño ¿Dónde mueren las palabras? JM: Algunas mueren de muerte natural, caen en desuso, como “aldaba” o “fanega” …; ya no se llama a la puerta con una mano metálica, los granos cosechados ya no se miden en fanegas. Otras van cambiando de sentido en relación con el contexto social y la evolución tecnológica. “Lenguajes fruto de una construcción histórica y a su vez argamasa esencial de la historia. Sin lenguajes no hubieran sido posibles leyes, ni códigos, ni hombres viviendo en sociedad. En su comienzo, lenguajes de manos y gestos acompañando voces que devienen palabras cuando los grupos humanos le acuerdan un sentido común a las mismas. Luego, casi ayer, la escritura, sobre tablas de arcilla, piedras o pergaminos, los hombres trasmitiendo huellas y saberes. Hoy, Google, Twitter, Facebook… revolucionando los soportes tecnológicos de la comunicación, alterando nuestra percepción del tiempo y del espacio. No tenemos la distancia necesaria para percibir en toda su magnitud las líneas de fractura que estamos atravesando, que nos atraviesan. Historia podrá describir mañana estos tiempos densos, filosos, quebrados, los tiempos de cambios radicales que estamos viviendo mas que no podemos aprehender pues en ellos estamos nadando. Como ratones en temblores de tierra los poetas sentimos vibraciones del lenguaje anunciando sismos de mayor magnitud. Interrogarse sobre la esencia del lenguaje, sobre el sentido común que les dan los hombres a las palabras para comunicarse entre ellos, sobre el valor de la poesía para renovar sentidos y sonidos de las palabras, tal vez sea tan importante como los equilibrios presupuestarios o las curvas de crecimiento para una humanidad que se busca a sí misma en estos comienzos del tercer milenio.” (Extraído de “Lenguaje poético en contexto de crisis”, 2012, conferencia pronunciada en la Embajada de la República Argentina en Francia.) La “batalla del lenguaje” forma parte de la batalla por el tipo de sociedad en que queremos vivir; en períodos de crisis se buscan palabras en el almacén de la lengua, algunas son llamadas a servicio para designar nuevos objetos o fenómenos. La disputa por la apropiación de las palabras es permanente: “paraísos fiscales”, “transparencia de mercados”, “países emergentes” … Es aquí donde la confusión florece y la célebre frase de Albert Camus, “Nombrar mal las cosas, es sumar a la desgracia del mundo”, adquiere mayor sentido. ¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no? JM: Sí, pero hay como un velo en la percepción de la obra. Leo “Au bout de la nuit” de Louis-Ferdinand Céline. Es bello, no hace eso de Celine una buena persona (colaborador con el ocupante nazi, apologista del antisemitismo). Misma reacción con Ezra Pound: sus Cantos constituyen una obra poética cumbre del siglo XX; el personaje me parece detestable, sobre todo cuando se instala en Italia, en los años 20 y se constituye en un defensor acérrimo del fascismo y Benito Mussolini. Pensaba visitar su tumba en Venecia, en la isla San Michele, hacía frío, hacía triste, desistí, de todos modos, no llevaba flores ni ilusiones. ¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa? JM: La confianza es un elemento esencial en las relaciones humanas, no surge unilateralmente, se construye a través de la interacción con otros individuos, con-fidere, que puede fiarse uno al otro. Cuando ese pacto tácito se rompe, hay pena, no olvido. No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás? JM: A mi padre, a mi madre, a mi mujer. Al cerezo de mi jardín. Al mirlo que vuela / y vuelve al cerezo. ¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación? JM: No sé si los distingo, trato de existir: es todo; claro que no se puede existir en forma continua, como tampoco se puede ser poeta en forma continua. La vida tiene una dimensión biológica y una dimensión espiritual artística creativa, cuando las dos entran en resonancia obtenemos momentos de existencia. El dilema es existir lo más posible por unidad de tiempo. Habría que distinguir dos tipos de tiempo, el tiempo continuo biológico físico… que fluye con sus ritmos y duraciones: pulso, respiración, segundos, siglos, solsticios, equinoccios… El tiempo discontinuo afectivo, que marca nuestro devenir, amores muertes fiestas que quedan grabados en nuestra memoria, ella también es discontinua… Arrancar algunas uvas al racimo de tiempo físico que gira y escapa, existir, es lo que buscamos. ¿Qué artistas estimas que han sido alabados desmesuradamente? JM: Mi ignorancia es mucha para que mi opinión en este tema tenga validez alguna. Puedo, no obstante, intentar un breve ejercicio de sinceridad. Jeff Koons, escultor americano contemporáneo: el precio de sus esculturas es exorbitante, tal vez Historia confirme (o no) que es merecido. Su “Balloon dog” (perro anaranjado de gran tamaño), expuesto en 2008 en el palacio de Versalles / Francia, se ha vendido en New York en 58 millones de dólares. Su “Ramo de tulipanes” gigante (12m. de altura, 35 toneladas de metal), que proyecta ofrecer a la ciudad de París en homenaje a los atentados del año 2015, ha provocado gran debate. Michel Houellebecq, el escritor francés más célebre en estos momentos. Leí “Las partículas elementales” y “Sumisión”. Todavía no leí “Serotonine” su último éxito. ¿Cambiaré de opinión? ¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky? JM: Coincido con Luisa, entrañable amiga, aunque el amor provoque a veces milagros, instantes de simetría. […] “Nada recíproco / todo asimétrico // Mi rostro en el espejo / no es mi rostro // Esa mirada fugitiva / no refleja mis pupilas // Esos labios estuche / no contienen mi voz // Esas arrugas cuerina / pertenecen a otros dolores // Mi mano en el lago / no es mi mano // Ni sé dónde se hunde / ni porqué se moja / si busca un deseo / un abanico mariposa / o sueños embarrados / en el fondo del cauce // La llave en el ojo / no es mi llave / ni es mi ojo // Nada recíproco / todo asimétrico / Excepciones existen / creo en milagros // Cuando miradas igual amor / vidas vuelven a sus cuencas” (extraído de “Carácter recíproco”, en “Crítica poética de la razón matemática”). ¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada? JM: El deseo también tiene su tiempo y su espacio. Animales somos, en otoño / invierno, como osos o tortugas, me repliego en el fondo de la cueva, chimenea brasas, escribir en noche plena como navegar en alta mar, ciudad duerme. En primavera / verano, zambullirse en amaneceres y crepúsculos. Todo cambia, todo se repite, naturaleza, repeticiones rituales. “Repetición ritual del desgarro // Asamblea de sangres sublevadas / cormoranes derramando sombras / Cielo sacrificando claridades // nubes pariendo memoria / nube perro nube bruja / nube mano nube padre / lágrimas de luz suspendidas / en olivos candelabro / en hojas esmeralda // algas orfebre hilando reflejos / con presagios de medusa / oráculos de espuma // Repetición ritual del desgarro // lágrimas de luz / dispersión de la noche / explosión de formas // anémonas extinguidas // barcazas de misterio / derramando lutos // búsqueda de ocultas madres / regreso de la misma pregunta / en pleamares del mismo pulso (extraído de “Atardeceres” en “Desgarros…”). ¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías? JM: “Las revoluciones sociales y sus representaciones artísticas”; “El lugar del artista en la sociedad: transgresiones, valoraciones y condenas”; “Lenguaje y poder: derivaciones / reapropiaciones del lenguaje”. Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora? JM: Peón cuatro torre dama. Juego con blancas. Trato de consolidar las defensas, años atacan, próstata hipertrofiada / asma fiel / artritis leve…, ecografía del cuore satisfactoria, sigo jugando. Busco manuscritos perdidos, los apilo en murallas para contener flechas enemigas. Caballo negro cinco alfil. No lo había previsto, la situación se complica, caballo blanco come caballo negro, alfil negro come caballo blanco amenazando jaque. Me quedan algunos cartuchos, avanzo la epopeya inconclusa “Fracaso” a tres caballo rey, abro compuertas de la “Creciente Poética” para anegar las fosas, pido a Aquiles, no al mito, al viejo pescador de mi novela en ciernes, ayúdame con los arpones. El enemigo no afloja el asedio, avanza la dama a cinco torre rey. Me defiendo como puedo, cambio las damas, sacrifico el caballo que me queda… Todo será en vano, las negras terminarán por pronunciar la sentencia: “Jaque Mate”. Gracias Ingmar Bergman por “El séptimo sello”, finalmente derrotaste a la muerte. * Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en Épinay-sur-Orge, Francia, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la Argentina, distantes entre sí unos once mil kilómetros, José Muchnik y Rolando Revagliatti.
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