Pero hay un olvido secular en las tareas que tienen que ver con la literatura en general y la aportación al desarrollo del pensamiento social de nuestro país y del mundo, de personas que fueron obviadas sólo y exclusivamente por su condición de mujer -y aún lo siguen siendo, aunque en menor medida-, como ocurrió con María Zambrano, Rosa Chacel, María Teresa León, Concha Méndez, Ernestina de Champourcín o Josefina de la Torre por poner algunos ejemplos muy evidentes.
El conocimiento del profesor Jesús Moreno Sanz sobre la vida y obra de María Zambrano y su empecinamiento a lo largo del tiempo en poner en valor ese “olvido” no puede ponerse en cuestión, al igual que tampoco sus acercamientos a otras figuras emblemáticas que han configurado el pensamiento de Occidente, tales como Edith Stein, Simone Weil o Hannah Arendt entre otras.
Como evidencia de este introito están sus libros y la multitud de cursos, seminarios y conferencias impartidas por Moreno Sanz sobre esta materia en instituciones europeas, africanas, americanas y asiáticas en las últimas cuatro décadas.
Dice Javier Sánchez Menéndez en el prólogo de este libro: “Si no hubiera sido por las gestiones insistentes y el convencimiento personal de Jesús Moreno Sanz, el 20 de noviembre de 1984 María Zambrano no hubiera regresado a España después de un largo y tortuoso, pero provechoso, exilio”. Y nadie debe poner en duda tal aserto.
Manifiesta Moreno Sanz: “…muchos de los datos que aquí se ofrecen -se refiere a Mínima Biografía- hasta mayo de 1980, cuando conocí a María Zambrano, me los comunicó ella misma, bien por carta o sobre todo en largas conversaciones telefónicas, y ya desde junio de 1984 y hasta su muerte en 1991 en constantes conversaciones personales”.
Estructurado cronológicamente, Moreno Sanz se adentra con este libro en los corredores, en las idas y venidas de María Zambrano por el mundo, en su perpetua itinerancia, en su pauperismo constante a lo largo de todo su exilio -saciado en parte por la ayuda de algunos amigos o valedores-, y, en lo que es más importante, en la evolución de su pensamiento: en la búsqueda de lo que ella denominó razón poética: “…algo que sea razón, pero más ancho, algo que se deslice también por los interiores, como una gota de aceite que apacigua y suaviza, una gota de felicidad. Razón poética… es lo que vengo buscando”.
Un libro necesario e imprescindible, en el que aparecen una nómina de creadores (en lo matérico, lo literario, los teatral, lo filosófico, lo político…) que será del interés de cualquier lector inquieto.
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