Para presentar la obra, la editorial juntó a un puñado de periodistas y amigos del autor. No podía faltar su viuda Demetria Chamorro, que conoció al escritor cuando contaba tan solo 18 años de edad y la doblaba en años. Demetria, se separaría de su primer marido posteriormente y uniría su destino al escritor que siempre tuvo fama de ogro y comeperiodistas. “Era una persona exigente, rigurosa y poco amigable, pero de ogro, no tenía nada, si acaso un poco de ogro dulce”, dice la viuda con un cierto matiz humorístico.
La albacea y heredera, con su hija Lucía de su primer matrimonio, y la nieta de ambos Laura, de la obra de Ferlosio está en negociaciones con la Biblioteca Nacional para la venta del extenso archivo de su obra, Demetria cree que las negociaciones van por buen camino, pero todavía no se ha concretado nada. “Todo está perfectamente ordenado, pero sin sistema. Creo que hay muchas cosas publicables, otras no, la decisión de hacerlo o no, la tomaré con la ayuda de nuestros amigos. Nunca lo haré sola”, afirmó Demetria Chamorro durante el almuerzo de presentación del libro.
Las entrevistas que contienen el libro son de lo más variopintas, comienzan en 1956, el gran año de Ferlosio porque fue el año anterior a ganar el premio Nadal con “El Jarama”, su obra más famosa. Cuatro años antes había publicado aquella otra novela corta de gusto exquisito, “Industrias y andanzas de Alfanhui”. “Cuando conocí a Rafael en el año 1963, le pregunté que si era él el autor de aquel peñazo para progres que era El Jarama, me dijo que sí y que él opinaba lo mismo. No leía el libro hasta hace tres años y entonces cuando me di cuenta que me había tomado el pelo aquel día. Es una gran obra, fundamental”, confiesa Demetria que convivió con el escritor más de medio siglo.
Después del éxito de "El Jarama", Rafael Sánchez Ferlosio no publicó ficción hasta mucho tiempo después, ya bien entrada la democracia. Durante los últimos años del franquismo se centró en su obra ensayística sobre todo de gramática. “Cuando le conocí estaba centrada en la Gramática, la política la tenía totalmente olvidada. Fui yo la que le hice que se interesase por la política y la actualidad. En aquellos años sesenta, la guerra de Vietnam se estaba produciendo y, gracias a mí, comenzó a leer Informaciones por la tarde para enterarse de lo que sucedía en el mundo”, refiere su pareja.
“El mundo de reflexión de Sánchez Ferlosio era enorme”
Según su mujer, “el mundo de reflexión de Rafael era enorme. Escribió sobre casi todo, desde el feminismo a la política, pasando por la gramática”, pero lo que pocos saben es que durante años estuvo escribiendo sobre las Guerras Barcialeas. “Casi todos los días me escribía un cuento de esas guerras que luego me leía por la noche. No tenemos todas porque alguna se ha perdido, pero espero que se puedan publicar algún día”, señala Demetria Chamorro que mantiene una agilidad mental prodigiosa.
Ferlosio se cansó de dar mandoble a izquierda y derecha “Rafael era muy crítico consigo mismo. Reconocía sus errores y, aunque algunas veces, estallaba y tenía sus arranques, casi al momento iba a pedir perdón por su salida de tono”, evoca la viuda de Ferlosio y añade “se cansó de dar mandoble a izquierda y derecha. Él era una persona totalmente autónomo e independiente que nunca justificaba lo que había escrito. A ello se debe la legitimidad de su obra. A casa vienen investigadores de todo el mundo para analizar su obra, sobre todo americanos. Tuvo mucho predicamento en las universidades americanas”.
En opinión de José Ángel G. Sainz, “las novelas de Ferlosio empiezan por paisajes. El incidente no es casual”. Sin embargo, Ferlosio siempre encontraba motivos para autocensurarse. “Oigo la pedantería de mis textos. Se oye desde lejos”, solía decirle a Sainz. “Utilizaba muchas adversativas”, analiza el estudioso y amigo de Ferlosio que se pregunta: “¿quién leerá a Ferlosio en el día de mañana? ¿Qué futuro espera a su prosa?”
Las entrevistas del libro continúan hasta 2017, desde ese año hasta el final de su vida, que tuvo lugar el 1 de abril de este año, no concedió más entrevistas. El compilador de las entrevistas, José Lázaro, reconoce los problemas que tuvo en la edición. “Son muchos los periodistas que le entrevistaron. Algunas entrevistas tienen los derechos los autores, en otras los tiene la publicación. Ha sido una labor ardua el poder recopilar todas”. Pero una labor que ha merecido la pena, para todos los amantes del maestro del hiperrealismo que evolucionó a uno de los pensadores más lúcidos de los últimos cincuenta años.
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