La gran capital de los carpetanos y de los visigodos está en una más que compleja situación geográfica, por lo que es muy complicado el poder resolver el hecho de la necesidad ineluctable de que su población pueda beber. El profesor Tsiolis realiza un acercamiento previo a como se pudo resolver el problema hídrico en el entorno de Toledo, y poder captar los recursos hídricos del gran río Tajo. Asimismo se estudia la red romana de captación y conducción de los recursos hídricos, y para ello es imprescindible conocer cuáles eran las infraestructuras romanas en el hinterland toledano que permitían el traslado del preciado líquido.
Los romanos también construyeron un acueducto para llevar agua a los toledanos de la Antigüedad con las pertinentes canalizaciones para la distribución, también se aprovechaban las aguas pluviales y las de los pozos artesianos bajo tierra. Todo ello grosso modo sería lo más paradigmático de la época romana, sin olvidar su sistema de termas. En la época medieval, con un Toledo conquistado por el Islam, los agarenos se encontraron, en el año 711, con esa estructura romana que aprovecharon, hasta la destrucción del acueducto por orden del emir Muhammad I en el año 859, ahora era pues necesario elevar el agua desde el Tajo por medio de una gran noria.
Cuando llegan los aguerridos soldados leoneses del rey Alfonso VI de León en el año 1085, para conquistar esta taifa, es más que probable que ya no existiese la noria. Una descripción muy interesante es la descripción realizada por el geógrafo Al-Idrisi de una críptica máquina hidráulica que eleva el agua del Tajo a la urbe…, estamos ante una obra de más de 400 páginas que recomiendo vivamente, aunque parezca que los profesores Passini, Paget y Mermet tengan cierto reparo a llamar a Alfonso VI no solo como rey cristiano, sino pura y simplemente Rey-Emperador de León, que es lo que era.
Otro de los trabajos que deseo destacar es el realizado sobre las tenerías medievales o el agua y el curtido de la piel, y finalizaré destacando asimismo el texto dedicado a los mikvaot o baño ritual de las juderías, ya que los hebreos relacionaban al agua con la higiene personal externa e interna o espiritual, por consiguiente relacionan al H20 no solo con la generación de vida, tal como se dice en el Génesis, sino con una auténtica catarsis espiritual. Para San Isidoro, las aguas: “esparcidas por la tierra, son causa de todo cuanto nace, propagan los frutales y las hierbas, lavan las manchas y limpian los pecados"; y no se puede olvidar que la cultura cristiana parte de la hebrea.
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