Con algo más de tres kilos y cuatro días más tarde. Así se asomaba por primera vez al mundo Amy Jade Winehouse, el 14 de septiembre de 1983, en el seno de una familia judía afincada en Southgate, un suburbio al norte de Londres que tradicionalmente era un asentamiento hebreo. Entonces, nadie imaginaba aún que su llegada revolucionaría por completo el panorama musical, ni que sus canciones y su estilo marcarían un antes y un después como lo habían hecho otros grandes. El «huracán Amy», como la llamaba su madre, empezó pronto a dar buena nota de su carácter rebelde. No era compatible con la autoridad; detestaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Con solo doce años, escribió una carta solicitando una plaza en la Sylvia Young Theatre School con los argumentos que se exponen al inicio de esta página: consiguió su propósito y accedió a ella, para ser expulsada tres años después cuando estrenó un desafiante piercing en la nariz. Le gustaba Snoopy, ver los Simpsons, y era toda una fanática de la lucha libre. También le fascinaba el mundo del espectáculo, pero su pasión por la música sobresalía por encima de todas sus aficiones. Su padre cantaba a todas horas y con él empezó a manejar un repertorio que incluía a Etta James, Sarah Vaughan, Frank Sinatra, Ella Fitzgerald y Dinah Washington, entre otros tantos. De su madre fue heredando la admiración por James Taylor y Carole King. Su abuela paterna, Cynthia, fue otra pieza clave en este caldo de cultivo que fue haciendo de la música el mayor tesoro para Amy. Más tarde, cuando las cosas en casa empezaron a torcerse con la separación de sus padres, sería también su más preciado refugio hasta el final de su corta pero intensa vida. De aquel batiburrillo de estilos adquiridos en ese entorno estimulante y culturalmente heterogéneo donde creció, nació el sonido original que la hizo única. El jazz de su padre, el folk de su madre, el surtido eléctrico y alternativo de su hermano Álex, su incursión personal en el hip hop y el ineludible pop mainstream acabaron siendo los referentes sobre los que modeló su propia identidad musical. Su carácter, en el que no cabían las medias tintas, y el impetuoso fervor que sentía por la música hicieron el resto. Pero esto solo es el principio. Pequeños apuntes de introducción a una vida impetuosa y particular que este libro recoge con sumo detalle haciendo uso de una fórmula infalible: el trabajo intachable de Susana Monteagudo, periodista musical y melómana empedernida que ya ha conocido el éxito de otros títulos como It’s only rock and roll o Everybody dance, de este mismo sello, y las extraordinarias ilustraciones de María Bueno (Pezones revueltos), que cautivan cada día a casi 150.000 seguidores en Instagram. Dos mujeres carismáticas rindiendo homenaje a otra que lo era y que ahora es inolvidable. Estas páginas pueden presumir de ir más allá del mito y la artista para dar a conocer al lector los entresijos de una vida compleja que ayudarán a descubrir a la persona detrás del personaje y la celebridad. Desde su más tierna infancia hasta su difícil adolescencia, los inicios de su carrera, sus referentes, su estilo definido, su voz, sus éxitos y reveses, su discografía, sus esfuerzos y su exploración hedonista. Los claroscuros de la fama, el amor y el desamor, las noches interminables en los pubs de Candem, la insoportable soledad, el acoso de la prensa, sus peligrosas dependencias y excesos... Todos los capítulos de una leyenda que se fue forjando poco a poco a través de un largo y duro camino a pesar de su fallecimiento con tan solo 27 años. Susana Monteagudo se dedica al diseño gráfico, al periodismo y a la gestión cultural. Desde muy joven se interesó por la música colaborando en fanzines y programas de radio y ha participado en la edición valenciana de Mondo Sonoro durante más de quince años. En 2013 inició su proyecto de gestión cultural Críos&Roll con el cual realiza conciertos, talleres y actividades familiares. Además de haber escrito para diferentes medios tiene los siguientes títulos publicados: 100 canciones de adultos para oír con niños (Litera, 2013), Niñas y niños. Cada una, cada uno diferente (Litera, 2016), It’s only rock and roll (Lunwerg, 2018) y Everybody dance (Lunwerg, 2019). María Bueno (Zaragoza) ha estudiado diseño gráfico en Madrid. En febrero de 2016 se lanzó a compartir su trabajo en las redes sociales bajo el nombre de Pezones Revueltos: sus ilustraciones fueron recibidas con entusiasmo y desde entonces no ha parado de crecer. Hoy, sus dibujos llenos de verdad, sarcasmo y colores por igual, cuentan con una fiel comunidad de casi 150.000 seguidores en Instagram. Además, la autora tiene una tienda online donde vende artículos de papelería y ropa diseñados por ella. Puedes comprar el libro en:
Noticias relacionadas+ 0 comentarios
|
|
|