Una senda inhóspita, solitaria o desagradable si se quiere, pero esa es la senda que recorre Rose a lo largo de este falso libro de relatos. Alice Munro, de nuevo, proporciona a su escritura la magia de lo aparentemente sencillo y libre, y de la transparencia de los sentimientos humanos que desembocan en corrientes salvajes para documentarnos y mostrarnos un relato vital plagado de buenas y malas intenciones, aciertos y errores en la soledad, primero, de Hanraty Oeste, Ontario; y más tarde, de Toronto y un sinfín de pueblos inhóspitos y áridos como la vida de la protagonista, álter ego de la autora; y siempre, con la intención de sumergirnos en los ríos subterráneos que acompañan a Rose como afluentes cálidos y fríos o rebeldes y apacibles que la acompañan hasta desembocar de nuevo en una corriente principal que al final del libro y de sus recuerdos la vuelven a situar en su pueblo natal, como si al final se hubiese comportado como un salmón que necesita llegar corriente arriba a donde nació. En ese recorrido de distancias largas, cortas, nevadas o solitarias, la prosa de Munro es un continuo conjunto de aciertos que unas veces buscan incomodar al lector y otras dejarle perplejo, para de ese modo reafirmar esa convicción de la autora de no dejar indiferente a todo aquel que se acerque a su obra. En ningún modo este conjunto de relatos, esbozados en forma de novela a plazos, dejan indiferente a todo aquel que se acerque a leerlos, pues la necesidad existencial de Rose nos llevará de la sorpresa al desagrado, del acierto al error, o de la valentía a la miseria; y todo ello con unos tintes propios de un feminismo que bucea en la austera realidad de la vida y no en la impostura de los gestos huecos y sin sentido.
¿Quién te crees que eres? Es una magnífica versión de la mejor prosa de Alice Munro. Sencilla e hiriente sin dejar de ser intensa. Astuta sin menospreciar la sorpresa. Y genial sin desdeñar de los brillos oscuros que subyacen en muchas de las experiencias de Rose; mujer hecha a sí misma y que siempre trata de no engañarse a sí misma, pues aunque lo haga en ocasiones, al final encuentra el valor suficiente para salir adelante en sus luchas internas; luchas en las que finalmente vence la necesidad de libertad y la expresión cristalina de su nomadismo vital. En esta ocasión, ese nomadismo vital vendrá impregnado del amor y sus múltiples versiones que la autora fija más en las posibilidades, que por una u otra circunstancia nunca se llevan a cabo, que en su culminación. Una interrupción vital que sin embargo la llevará hasta los recuerdos más profundos de su adolescencia, aquellos que la han marcado para siempre sin que ella se de cuenta de ello hasta el final. Este reto de Rose a su destino y sus aristas, es un constante juego de sinergias en el que la fuga y el naufragio se trasponen en ímpetu y grandeza. Igual que el amor que te despoja del mundo.
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