Parece ser que Alfonso XIII asistió en 1902 a un festejo taurino en donde coincidió con el poeta José María Gabriel y Galán, natural del pueblo salmantino de Frades de la Sierra, y que se casó en la ciudad de Plasencia y vivió en Guijo de Granadilla, ambas localidades cacereñas cercanas a las Hurdes. El poeta, de tradición carlista, le dijo a su majestad que había una comarca llamada Las Hurdes donde parecía que el tiempo se había detenido siglos atrás. El monarca no se lo terminó de creer y decidió que se preparase una expedición para conocer la situación real de la región.
La comitiva estuvo formada por el Duque de Miranda, jefe de la Casa Real; Vicente Piniés, ministro de Gobernación; el periodista José García Mora, cronista del viaje; el fotógrafo Campúa, quien la ilustraría; el ingeniero de montes Santiago Pérez Argemí, gran conocedor de las tierras hurdanas; los médicos Gregorio Marañón; auténtico factótum de la expedición, ya que quería mostrar al rey las muchas enfermedades que tenían sus habitantes tales como el raquitismo y el tifus, y Ricardo Varela; y el ayuda de cámara del soberano, el teniente coronel Obregón.
Llegaron hasta Coria en automóviles y desde allí continuaron el viaje hacia las Hurdes en caballería. Las noches que pasaron en la comarca fueron cuatro, del 20 al 24 de junio de 1922. Alfonso XIII se pudo hacer una idea de cómo se vivía en la zona. El doctor Marañón quedó asombrado por la extensión de enfermedades como el paludismo y el tifus, que en el resto del país no se daba tan profusamente como en esta región.
Otra de las noches, la comitiva real pernoctó en una casa particular, convenientemente preparada, de la localidad de Las Mestas, pueblo que en la actualidad tiene censadas a 61 personas, la mayoría dedicadas a la hostelería y a la industria de la miel. Allí no había ningún tipo de comodidades ni de servicios, el monarca sobrecogido por lo que había visto ordenó la construcción de un edificio de planta en forma de U denominado la factoría, en dicho edificio se concentrarían los servicios sanitarios, la escuela, una estafeta de correos y el cuartelillo de la Guardia Civil del pueblo. Y es precisamente en ese edificio donde se haya la Hospedería Hurdes Reales, el alojamiento más recomendable de toda las Hurdes. Dos factorías similares se levantaron en Caminomorisco y en Nuñomoral.
Dicha hospedería se encuadra en la red que gestiona la Junta extremeña. Son ocho los hoteles de cuatro estrellas que pertenecen a la red. Siete de ellos están en edificios singulares que la Junta ha querido restaurar debido a la importancia arquitectónica que atesoran. La única excepción es la ubicada en el Parque de Monfragüe que es de nueva planta.
La Hospedería de Hurdes Reales cuenta con 30 habitaciones dobles, alguna de ellas con posibilidad de añadir camas supletorias. El edificio y las habitaciones se encuentran en un perfecto estado, donde destaca una recoleta zona de spa para dos personas, una piscina exterior y un par de salones para diferentes eventos. El salón del restaurante, denominado Alfonso XIII, sirve tanto desayunos, como comidas y cenas, casi todo con productos de la zona. No pueden faltar sus buenas migas extremeñas y su ensalada hurdana, donde mezcla con acierto sabores dulces y salados como el chorizo, el huevo frito, el ajo y la naranja. Un plato refrescante y no muy pesado para que el visitante puede recorrer los parajes hurdanos que comentaremos más adelante.
Por la exigua cantidad de 15 euros, el viajero puede degustar un menú, tanto al mediodía como por la noche, excelente y en un marco incomparable. Muchos de los platos son confeccionados con productos de la tierra, con las carnes de caza menor o verduras de la zona. La crema fría de codorniz con huevos y almendras está sencillamente exquisita, no desmerecen platos como el Timbal de berenjenas y pollo a las finas hiervas con salsa de yogur o una carrilera ibérica al vino blanco Ribera del Guadiana. Sin olvidarnos del excelente jamón ibérico extremeño. Para los más clásicos gourmets se podrán deleitar con conejo confitado, hojaldre de bacalao o atún encebollado. Todo ello regado con buenos vinos de la tierra como los de Tierra de Baños, que tiene un blanco excelente, sin desmerecer a los tintos. Los postres mantienen la altura del menú con propuestas como el pastel de queso con chocolate o flan de cappuccino. El servicio siempre atento y amable ayuda a escoger los platos más característicos y sugerentes.
La buena mesa no nos impide que vayamos a ver lugares con encanto como el monasterio del Desierto de San José de Las Batuecas, lugar que el mismísimo Miguel de Unamuno calificó como uno de los más pintorescos de España. No se puede dejar de visitar los meandros más encantadores de la península: los de Ríomalo de Abajo, del río Alagón. Una lástima que el río baje medio seco porque las vistas desde el mirador son espectaculares. Como lo son los meandros de El Gasco del río Malvellido. En esta población, el cineasta aragonés Luis Buñuel rodó parte de su película “Las Hurdes, tierra sin pan” en 1933. El pueblo ha cambiado mucho, pero los rincones donde se rodó el documental siguen estando prácticamente igual. Allí es donde nos encontramos con Emiliano Rubio que nos vuelve a contar otro refrán de la tierra: pantalón de pana, remiendo en el culo, extremeño seguro. El humor nunca falta en estas gentes hurdanas, aunque algunos no quieren que se les fotografíe, algo muy ancestral en ellos.
El rey Alfonso XIII volvió a las Hurdes en 1930 para revisar las obras que mandó hacer
Con el Tío Picho, recorremos las calles de El Gasco y apreciamos a lo lejos, el posible volcán. “Cuentan que en ocasiones se veía humo salir de la montaña. Dicen los habitantes del pueblo que fue un meteorito el que produjo el cráter”, cuenta este famoso mielero que tiene más de 1.300 colmenas diseminadas por las Hurdes y la Alberca. También, recuerda la polémica que han tenido los hurdanos con Buñuel. “En cierta ocasión, en unos carnavales se hizo un muñeco del cineasta al que se prendió fuego. Muchos no le quieren porque mostró unas Hurdes tercermundista, pero –en mi opinión- gracias a él nos conocieron en todo el mundo y pudimos salir de la pobreza. Hay que agradecérselo”, explica.
El tío Picho es uno de los pocos emprendedores de Las Mestas, mantiene una empresa de productos derivados de la miel con unos 36 trabajadores, además de las diferentes mieles que produce, elabora jalea real, polen, propoleo y otros productos derivados de las colmenas, pero su marca estrella es el Pichín Real, un licor con ocho ingredientes diferentes, entre ellos ron y miel, que no nos quiere descubrir. “Yo todas las mañanas tomo jalea real y, después, una copita del Pichín, así me mantengo joven y trabajo más de 14 horas diarias y sin cobrar”, confiesa en voz baja. La vitalidad de este hombre es extraordinaria que además es depositario de muchos secretos de la zona.
Poco saben que el rey Alfonso XIII volvió a las Hurdes en 1930. “Vino a ver la factoría de las Mestas, entre otras cosas. En esta ocasión, vino por La Alberca, ya que cuando estuvo aquí la primera vez mandó construir una carretera desde allí hasta Las Mestas. Trabajaron muchísimos portugueses y españoles, por eso en esta ocasión llegó en coche. El mismo día que salió del Palacio Real murió Miguel Primo de Rivera en Paris, el monarca se enteró cuando estaba ya aquí y por eso tuvo que acortar su visita para volverse a Madrid”, cuenta el tío Picho que de joven fue corresponsal de Radio Nacional de España. “Eso sí, sin cobrar un duro”, subraya.
El tío Picho no se quiere despedir sin recordarnos la importancia de las abejas para el medio ambiente. “Las abejas son las que polinizan las plantas, sin ellas estaríamos abocados a la exterminación. Se está abusando de los productos químicos en el campo. Esto hace que se esté destruyendo nuestro ecosistema. Hay que ser más ecológicos”, enfatiza. Gracias a sus métodos, ha conseguido ser nombrado proveedor oficial de Naciones Unidas y los reyes de España se encuentran entre sus clientes. Todo un ejemplo para esa España vacía que languidece.
Para que el viajero puedo conocer en profundidad la región, la Junta de Extremadura, para fomentar el turismo en la región, ha trazado un camino que discurre entre las localidades de Las Mestas y Casares de Las Hurdes, con paso por Riomalo de Arriba, Ladrillar y Cabezo para que los senderistas aprecien la riqueza de estas tierras. Son un total de 24 kilómetros de recorrido homologado y con una dificultad media-alta que discurre casi en su totalidad por la senda original que recorrió el séquito de Alfonso XIII. La ruta pertenece al Circuito Camina Extremadura 2018, gestionado por la Dirección General de Deportes y la Federación Extremeña de Montaña y Escalada (FEXME).