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SALA DE LECTURA

"Elocuencia de silencios” (edición bilingüe español-inglés), de Francisco Muñoz Soler

lunes 05 de agosto de 2019, 11:43h
Elocuencia de silencios
Elocuencia de silencios
Quizá no sea necesario tanto alboroto. El ruido nos desequilibra y nos hace irascibles, inconsecuentes. Nos regresa a la barbarie de un tiempo inenarrable por díscolo y aciago. La razón del hombre se nubla y la violencia y el infortunio lo asiste cuando el mundo se vuelve retumbante en todos sus estadios. Será el silencio entonces como una luz que alumbre el camino, que nos dirija al deseado jardín, a todos los silencios que huyeron un día de nuestras vidas.

Regresaremos al origen y allí en su silencio de siglos se hará verbo. Algo de esto sucede con este libro, “Elocuencia de silencios” (edición bilingüe español-inglés), de Francisco Muñoz Soler (Málaga, 1957). Despierta el interés del poeta la realidad social que le rodea, y desde una actitud puramente humanista se posiciona, libremente: «¿Qué es ser poeta y por qué serlo? / Nunca me hice las preguntas, / fluye del venero de mi ánima, / forjando elección de vida / mi posicionamiento en el mundo, / manifestarme en la palabra / y en los silencios / con belleza y humanismo». Su poesía parte así de un compromiso cívico, donde estética y ética van de la mano, al unísono, convencido que solo de esta forma, la verdad –su verdad- nos hará libres a todos. Sitúa al poeta en el centro de ese silencio abarcador, capaz de transformar, de cambiar una realidad por otra, siempre desde la creencia justa de que la palabra es en sí misma el medio para alcanzar el fin. La palabra poética, en toda su intensidad, merodea por doquier, nos abisma en la oscuridad y nos ilumina al mismo tiempo. Crece de esta manera en el poeta la necesidad de comunicar y comunicarse con el mundo exterior, y no puede detenerse ahora, que todo parece imposible o al menos inalcanzable.

Es precisamente en esta hora adversa cuando el poeta regresa a los silencios y en ellos redescubre la esperanza, y la palabra se hace luz en su interior para proyectarla luego hacia el cosmos. Su mirada, la del poeta que vive en Muñoz Soler, percibe la dolorosa tragedia de la vida, y a ella se entrega en cuerpo y alma: «Debemos tenerle miedo / a no atrevernos / a desear una vida digna». En su visión humanista del mundo no cabe sino la reivindicación plena de la dignidad en primer término, de no claudicar a lo que nos pertenece por nacimiento, a lo que es inherente al hombre. Es por ello que nos quiere mostrar otros silencios, esos que pueden cambiar y transformar la triste realidad que nos doblega: «La basura inunda los arcenes, terrales que separan del matorral, / entre ellos, hogares donde la / pobreza es dueña desde el principio de los tiempos y la violencia / ordena el tránsito de los años / de sus moradores». Pero el poeta necesita resistir, renacer de las cenizas, no claudicar, convencido de que solo la palabra será el haz de luz que entre, aunque sea poco a poco, en el corazón del ser humano.

Mas la realidad está ahí, presente en cada acto de vida, en cada ser que habita este planeta moribundo, como así nos muestra el poeta en el poema que titula “Mujer Mara”: «Tengo fija en mi mente su mirada, con un odio que rasga la vida. / La muerte esculpida en su / joven rostro. // Solo su esencia de madre la hace dudar de volver a matar, no por / temor o desafecto, sino por / apartar a sus hijos de tanta crueldad, cuya recompensa es recibir y causar daño. // Su sangre, convertida en futuro, sacude la empatía que aún / queda en su naturaleza». Adentrarse en los silencios es una clara meta del poeta, hundirse en su interior y respirar su aire y sus aromas, ser su sangre, para sentirse libre como el vuelo de los pájaros: «Que el silencio no sea resignación, / sino pausa con más alcance que las palabras, / que derribe los muros invisibles de la infamia / y su sonido simiente de esperanza / sea espacio de belleza y piedad / donde se construya convivencia plena». El poeta se rebela contra toda injusticia, para él como ya dijera el poeta, el hombre es el centro del universo y con él pretende caminar de la mano, asumir este compromiso cívico en la defensa de los marginados y desfavorecidos socialmente es un deber ineludible para el poeta. Así lo entiende Muñoz Soler y así se traduce en “Elocuencia de silencios”.

Emigración, violencia machista o cualesquier conculcación de los derechos humanos. Mientras esto suceda allí estará el poeta, allí estarán sus versos como única arma, la palabra que aviva el corazón de los hombres y los hace más fuertes y libres. El poeta siente la necesidad de vivir, como anuncia en la última parte del libro, de “sentir cada día como un regalo”: «Recorro en un canto íntimo / habitadas escenas del mundo / de mi yo en otro, / sombras de mi alma / desplegadas en recuerdos… // solo nuestro silencioso amor / se alza sobre el ocaso / con escalas de ternuras.». El poeta se resiste a vivir en «una patria de cenizas / donde brota el odio / y el sol siempre está lejano.», de aquí su voz en grito a través de la palabra que ahonda en los silencios, en el alma humana. “Elocuencia de silencios”, un lugar para la reflexión y la esperanza.

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