Los animales que más encontraremos en estas páginas serán los perros, pero hasta los más pequeños o minúsculos como el gusano de seda tienen también cabida en ZOONOSIS como podremos apreciar sin duda p. e. en la siguiente estrofa que bebe claramente de la poesía oriental: “Yo me compré un vestido verde / y se estampó de ranas / croándole a las charcas de Xi’an; / de la misma manera que a otros / se les colman las bocas de promesas” (pág. 14).
Como no podía ser de otra forma la poeta se erige en más de una ocasión contra el maltrato animal y la defensa del Medio Ambiente. Lo podemos apreciar p. e. en dos poemas que van seguidos, uno en la pág. 18 sobre los galgos que dice así: “Al alba los caminos se rociaron de sangre. / La espada del acero por donde ruedan viajeros / hundió su filo en la cabeza rubia de los juncos. / La galga no se mueve. Está partida en dos”. Aunque quizás donde mejor lo veamos sea en los versos finales del poema MARTIRIO ANIMAL que a continuación transcribo: “Sólo queda el martirio / de la tarde en el ruedo. // - Ay, toro, / ¡por ti doblan las campanas!”.
Y la misma idea de defensa del mundo animal, en esta ocasión con un mensaje contra la extinción, la tenemos en varios poemas como el de LAS ÁGUILAS CALVAS: “Dicen que el corazón / de las águilas calvas se ha extinguido / y que en los parques sagrados de los géiseres / donde las aguas brotan de los llanos / sólo habitan el búfalo y el espíritu indomable de los indios” (pág. 19).
Y es que la autora no deja de identificarse nunca con la voz de cualquier criatura del reino animal. Y establece con ellos una especie de conexión espiritual como p. e. se hace patente en la siguiente estrofa dedicada a los burros: “Todos los jueves viajo / inmóvil en el tiempo / encerrada en tus ojos / como en un laberinto / de mandalas”. O también lo podemos ver incluso ya desde el mismo título en una estrofa de MUJER GAVIOTA: “Yo soy una mujer ardiendo de gaviotas / y mi mirada sesga el horizonte a ras de las estelas de los barcos” (pág. 32) . O también en la pág. 46 cuando la poeta nos dice: “Entonces recordé / que en mi infancia era un pez”. Y es que poesía y vida de unen constantemente en cada uno de los versos de este poemario.
Y un apartado del libro que especialmente nos conmoverá serán las despedidas, o lo que es lo mismo cuando llega el momento de despedirnos de nuestros fieles compañeros porque estos han llegado a su fin: “Pero cuando te fuiste / supe qué era el silencio realmente, / el redondo vacío de la ausencia / con sus días y noches cubiertos / de sin ti” (pág. 37).
Los poemas suelen ser extensos, de versos pausados, largos y rítmicos, y al menos en dos ocasiones van un poco más allá y se convierten en verdadera prosa poética aunque el mensaje no varía y sigue siendo siempre el mismo. Rescato como ejemplo el final del poema EL ZORRO en el que una vez más la poeta se posiciona contra el maltrato animal: “Cuánta avidez de sangre se requiere para no apreciar la pupila elíptica del zorro, el dorado amarillo de sus ojos, el blanco terminar de su figura. El fuego de su paso”.
En definitiva, identificación y defensa de los animales es lo que encontraremos en estos extensos y maravillosos versos a veces tristes y a veces alegres como la vida misma. Y podremos disfrutar de 48 poemas que sin duda nos atraparán y nos transportarán de lleno al corazón del mundo animal. Un poemario ideal para todas aquellas personas que les encantan los animales. Y unos versos más que recomendables que nos reconcilian con nosotros mismos y con nuestro Medio Ambiente.
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