La autora se reivindica como persona “de derechas”, sin duda una afirmación valiente, pues como explica a lo largo del libro, resultan escasas las personalidades, particularmente en el ámbito mediático y académico, que se atreven en España a realizar una confesión de este calado. No obstante, como subraya la Profesora Uriarte, tampoco entre los partidos políticos ha sido frecuente que en su tarjeta de visita se definan “de derechas,” camuflándose en diferentes subterfugios léxicos (“centro”, “centro-derecha”). Tal timoratismo no se produce en la izquierda, a cuyos mantras se ha adaptado en muchas ocasiones la derecha, bien por comodidad, bien por cobardía.
Uriarte argumenta su elección, aportando abundantes razones. La principal de ellas radica en asociar la derecha al “cambio”. Con esta aseveración barre de raíz la tendencia de la izquierda a monopolizar el citado concepto, aunque para ello ha incurrido en notables contradicciones, provocadas en exclusiva por el componente ideológico. Al respecto, pone un ejemplo muy ilustrativo: el rechazo de las dictaduras de derechas pero no de las de izquierdas. De una manera más particular, nos recuerda que cuando falleció Fidel Castro, notables sectores de la prensa así como diferentes personalidades no emplearon el vocablo “dictador” para referirse al liberticida finado.
Descendiendo al plano nacional, se centra en cómo los medios de comunicación no tienen problemas a la hora de definir a determinadas formaciones políticas como de “extrema derecha” (con las connotaciones negativas que ello acarrea, como se puede observar en el caso de VOX, cabe apuntar), mientras que resulta más complejo hallar el sintagma “extrema izquierda” para referirse a ciertos movimientos y organizaciones que han surgido en los últimos tiempos. En este sentido, como bien subraya Edurne Uriarte, la irrupción de PODEMOS fue festejada por determinados altavoces mediáticos como un fenómeno necesario para la regeneración de nuestra democracia, una actitud similar a la mostrada hacia el 15M.
La Doctora Uriarte apela a un escenario que a los españoles nos resulta más cercano para seguir enumerando las contradicciones del pensamiento de izquierda y, por tanto, su debilidad: la existencia de Eta. En este sentido, trae a colación que amplios sectores de la izquierda se mostraban partidarios del diálogo con la aludida banda terrorista, cuando jamás hubieran apostado por idéntico modus operandi si el grupo terrorista estuviese adscrito a la extrema derecha. En esa lucha contra el terrorismo etno-nacionalista vasco, la autora considera que la derecha española ejerció un rol de liderazgo que se tradujo en un cambio positivo, no exento de dificultades en el camino.
Junto a ello, otra de las razones que han motivado que la autora se haya decantado ideológicamente por la derecha radica en que ésta defiende la libertad, frente a la izquierda que se decanta por la igualdad para cuyo logro siempre se encomienda a la actividad intervencionista del Estado. Por el contrario, la derecha prefiere centrarse en la responsabilidad del individuo: “la infantilización y la victimización, mezcladas con la teoría comunista de la clase opresora y la revolución de los desamparados, afecta igualmente a la justicia y a la creciente tendencia a atribuir las conductas delictivas a la sociedad, a los padres, a las desgracias y opresiones sufridas, a la desigualdad” (p.131).
Otro de los elementos sobresalientes de esta obra es que enumera los clichés empleados por la izquierda en estos últimos tiempos para desacreditar a la derecha y cuestionar sus credenciales democráticas. Edurne Uriarte, con precisión de cirujano, los va desmontando uno a uno. Al respecto, cabe enfatizar la importancia que concedió Rodríguez Zapatero a la Alianza de Civilizaciones como herramienta para poner fin al terrorismo yihadista para lo cual estigmatizó la estrategia empleada por el gobierno previo, de tal manera que “quienes proponíamos combatir militarmente a los terroristas éramos intolerantes con los árabes y con los musulmanes” (p. 137). Por tanto, “para la izquierda, una cosa es que se use la fuerza para imponer y mantener una dictadura comunista y otra para combatir a los terroristas yihadistas” (p.156).
En definitiva, una obra de obligatoria lectura que ofrece abundantes argumentos para que aquellos que se identifican con la derecha, comparezcan en la batalla de las ideas y abandonen el cómodo terreno de la corrección política. Edurne Uriarte desenmascara uno a uno todos los conceptos sobre los que la izquierda ha cimentado una superioridad moral más retórica que real y plagada de contradicciones.
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