Con este volumen retomamos, de alguna manera, la obra dramática de Valle para encontrar su mayor originalidad y distinción. En efecto, tal como leemos en un apartado de la presentación, con la publicación de ‘Farsa y Licencia de la Reina Castiza’ se sientan “los precedentes por antonomasia del esperpento en sus rasgos grotescos y en la caricatura que traza de Isabel II y su gobierno. Lo cómico y lo trágico, lo culto y lo vulgar, el pueblo y la monarquía se dan cita en estos teatros de títeres, hasta convertirse en una constante en el autor” Ahora bien (pensemos en la leyenda de Lady Godina) en esos aparentes títeres se da, desnuda, la representación de una realidad que, acaso, en su sustancia, una vez más, supere la ficción. Es, pues, una lección de didáctica sociológica la que nos ofrece el autor, quien, enriquecido como viene con el lenguaje nuevo de las Américas, aquí –sobre todo en la magnífica ‘Divinas palabras’- vierte verdad sobre una realidad política tragicómica que merece la mayor atención como reflexión, como método de aprendizaje.
Complementado con el análisis que hizo en su obra de los avatares –culturales, sociales, políticos, de las guerras carlistas- nos ofrece un mosaico de un valor fecundo y personalísimo acerca de una España que, por su peculiar historia, venía siendo objeto ya de un gran interés para los numerosos hispanistas que con el tiempo han sido.
En cuanto a analizar la importancia que su producción poética pudo tener en el conjunto de su obra, digamos que en este apartado de la lírica su legado no fue sino una anécdota emocional, sincera, pero sin alcanzar ningún grado de excelencia salvo tal vez la que resulta -siempre significativa en todo autor- y es la plasmación de una desnudez originaria y personal, vinculada a la percepción emocional que se atribuye a aquel fértil paisaje que no tiene por qué coincidir con la relevancia literaria; ahora bien, su condición hondamente galaica así parece que se lo exigía, y, repárese, origen es identidad. “Se es de un paisaje” escribió acertadamente Claudio Magris.
Por citar algunos fragmentos, sean tales: “El camino aldeano/ ondula entre dos lomas/ mellizas y fragantes/ como dos insinuantes/ senos que fuesen pomas” o bien, con un contenido más intimista: “La campana de la aldea/ le dice con su voz/ al pájaro, que crea// La campana aldeana/ en la gloria del sol/ era alma cristiana”.
El poeta Rubén Darío llegó a escribir de la figura y la obra de Valle Inclán: “Tengo la sensación de que siento y que vivo/ a su lado, una vida más intensa y más dura”, lo que no es poco decir por parte de un autor de clara inteligencia, observador y minucioso como lo era el nicaragüense.
Una lectura ésta, pues, que merece la mejor atención por parte del lector, pues de ella obtendrá un conocimiento más variado y amplio de un país, el nuestro, tan extenso en variedades distintas, tan seductor en su apasionante sicología social; de tan variada riqueza humana, al fin.
Puedes comprar el libro en: