“El valor es cosa de mujeres”, de Silvia Casasola y Juan Antonio Cebrián

Silvia Casasola había ayudado a documentar y hacer posible las anteriores obras de Cebrián. En este sentido, empujada por esa “conexión espiritual” que le une a Juan Antonio decidió que “debía acabar la obra” y vencer el temor de estar a la altura del que debía haber sido autor de este libro, algo que ha conseguido sobradamente. Sin duda, la autora ha tenido muy presente la labor emprendida por Cebrián pero, dicho esto, ha conseguido añadir una impronta personal que, en mi opinión, aporta un inestimable valor a esta obra. De esta forma, hoy podemos disfrutar de las esplendidas páginas de “El valor es cosa de mujeres”.

Estamos ante un libro escrito de manera sugerente y divulgativa, que nos abre la puerta para conocer la vida, las hazañas y el destacado papel que jugaron quince mujeres en numerosos acontecimientos históricos. Un rol desempeñado la mayoría de las veces en la sombra, por relevante que este fuera. Figuras que en su día influyeron decisivamente en la sociedad y la política de su tiempo y que siguen a la espera de la atención que merecen sus excepcionales biografías. Vidas que sin duda podrían ser motivo de una película. Por ello, conocer a través de este libro quienes fueron y qué hicieron estas mujeres, algunos de cuyos nombres se conservan en el imaginario popular, supone una lectura entretenida, gratificante e ilustrativa. Un libro indicado para todos los públicos, pero sobre todo para los jóvenes.

Gala Placidia, “primera reina del linaje visigodo en Hispania” inaugura este elenco de mujeres excepcionales. Prácticamente olvidada en la actualidad, fue Princesa Imperial de Roma; rehén de los bárbaros; reina de sus captores como mujer de su amado Ataulfo (rey de los Visigodos); viuda y madre dolorosa tras la pérdida de su primer hijo; cautiva de nuevo; esposa de un general romano; madre de un emperador de Roma y, finalmente, regente del Imperio Romano Occidental. Su muerte fue llorada desde Hispania hasta Roma.

Asimismo, conoceremos a Adosinda, la valerosa nieta del legendario don Pelayo, “esposa de un magnate gallego” de la época llamado Silo, que fue proclamada reina de Asturias tras la muerte del rey Aurelio. Frente a las conspiraciones de su hermanastro Mauregato, el buen hacer de Adosinda consiguió salvar la vida de su sobrino que luego sería proclamado rey con el nombre de Alfonso II el Casto. También hallaremos en estas páginas a Zayda, hija del rey poeta Al-Mutamid, cuya existencia discurrió en tiempos convulsos azotados por el integrismo emergente de los almorávides. Amante del rey Alfonso VI de Castilla y León, tuvo un hijo con el monarca fruto de sus relaciones ilícitas, aunque más tarde, convertida ya al cristianismo bajo el nombre de Isabel, contrajo matrimonio con Alfonso en el año 1100. De este modo, la conocida popularmente como “la mora Zayda” llegó, por fin, a ser reina.

Otras mujeres como “la brava reina” del medievo doña Urraca I de Castilla y de León; María Pacheco, “la noble que abrazó la libertad”; Inés Suárez, “la española que ayudó a conquistar Chile” o Catalina de Erauso, la mítica “Monja Alférez”, nos asombrarán aquí con la historia de sus gestas.

Los retratos literarios de Casasola no dejan nada sin desvelar de la biografía de estas figuras esenciales. Incluso los aspectos más enigmáticos. Es el caso del famoso parche en el ojo de la “intrigante princesa de Éboli”, pues parece probable que la hermosa aristócrata no fuera tuerta como siempre habíamos creído. Además de protagonizar, entre otras cuestiones, tensos enfrentamientos con Santa Teresa de Jesús, personaje con el que también nos toparemos en el libro.

La historia de la heroica gallega María Pita que “humilló a los ingleses” es verdaderamente llamativa, ya que haciendo acopio de empuje y valentía con apenas veinticinco años consiguió frustrar la invasión de La Coruña comandada por el almirante (pirata con anterioridad) Francis Drake. La hazaña de María Pita todavía se recuerda en su ciudad, donde diversos lugares, festejos y hasta una Orden de Caballeros que lleva su nombre rememora a la ilustre gallega.

Más conocida es “la artillera” Agustina de Aragón, uno de los grandes mitos (junto al Cura Merino y el Empecinado) de la Guerra de la Independencia contra los ejércitos napoleónicos. Recogida en el libro, su biografía nos sigue sorprendiendo dos siglos después. Tras ella, surge aquí un nombre que representa, con la misma fuerza que sus correligionarios varones, la lucha del liberalismo constitucional en la España absolutista de Fernando VII, la granadina Mariana Pineda, quien pagaría con su vida el precio de su compromiso por la libertad.

Este libro de Casasola rescata del mismo modo a mujeres que ejercieron el arriesgado “oficio” de bandoleras, como Josefa Esmorís, una gallega de armas tomar, conocida como “Pepa la Loba”. Hija de madre soltera, cambió su trabajo de pastora por el de bandolera en época de Isabel II. Por dos veces fue condenada a cadena perpetua y dos veces escapó. Convertida en proscrita “Los ricos de la zona la odiaban y temían, los lugareños la querían y protegían”. La Loba desapareció del mapa sin ser capturada y su nombre se convirtió en leyenda.

“El valor es cosa de mujeres” es pues un libro ameno e interesante que no debería faltar en nuestra biblioteca, menos aún en la actualidad cuando se viene haciendo un esfuerzo por conocer y reconocer el “valor” de numerosas mujeres que han quedado silenciadas injustamente del relato de nuestra historia. No lo duden, acérquense a estas páginas. A buen seguro, les emocionarán.

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