Este texto sobre la Dama de Elche constituye un relato en el que a la investigación arqueológica se suman las circunstancias de su descubrimiento en 1897 y el fetichismo suscitado por una obra definida como la esencia de España, tanto por hispanistas románticos de diversos países como por intelectuales y artistas españoles. Se trata, sin embargo, de una escultura ibérica del siglo IV a. C., muy anterior a la existencia de la nación española, que, tras ser vendida a Francia, se exhibió durante cuarenta y cuatro años en el Museo del Louvre. En 1941 fue restituida al Museo del Prado, sumándose a los bienes del patrimonio español incautados durante la guerra napoleónica, y desde 1972 se expone en el Museo Arqueológico Nacional.
ILICI
Al lector se le invita a conocer Ilici, yacimiento del que procede, donde otras treinta esculturas conforman, hasta el momento, su contexto estricto. Se le muestran también las otras damas del arte ibérico para definir el área en que este icono estuvo vigente como una imagen funeraria con atributos de riqueza y tradición. Pero la pieza no agota su significado mediante el análisis de su cultura originaria, puesto que a lo largo del siglo XX, y hasta hoy, ha sido testigo de la reformulación de la identidad española, a la que ha dado un rostro de mujer, sereno y majestuoso, alternativo a la identidad centrada en la resistencia numantina ante el invasor, asociada a confrontaciones bélicas que inspiraron la obra cervantina.
Proust dijo que «el verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en verlos con nuevos ojos». Estas palabras sintetizan magistralmente el objetivo de este libro.
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