"A mí me hubiese gustado firmar mis obras como Irene Duncan, en memoria de la gran bailarina Isadora Duncan, pero me lo desaconsejaron mis editores", confiesa con su cálida y respingona voz. Mejor así, Irene Gracia es un nombre con mucha fuerza. La escritora madrileña se merece un reconocimiento mayor del que disfruta porque es una de las escritoras españolas que mejor utiliza el lenguaje y sabe entrar en el alma humana, pero no en la suya sino en la de otros, "No me interesa nada conocerme a mí misma. Conocerte a ti misma es una pretensión muy grande, ¡con la de cosas interesantes que hay que conocer por el mundo!", afirma la escritora, al comienzo de la entrevista que mantuvimos en la sede de su editorial, que se define como muy soñadora. "Estoy soñando todo el tiempo y muchas escenas de mi novela son sueños que he tenido y que he plasmado en la novela", señala con ojillos vivarachos. El libro no comienza con una cita de Nietzsche, pero hubiese sido una buena opción ya que la autora madrileña opina que "quién miente, se miente. Nos estamos mintiendo todo el tiempo". Pensamientos sacados de la filosofía del filósofo alemán que murió de un tumor cerebral y que, en opinión de la escritora, fue una de las pocas personas que han pensado durante su vida. Tampoco está nada de acuerdo con todo lo que está ocurriendo en la actualidad. "¿Qué es la realidad?", se pregunta y ella misma se responde "creernos el montaje que es la realidad es lo más falso del mundo. Este mundo está perdido". Irene Gracia se muestra, durante la entrevista, muy escéptica con todo lo relacionado con la literatura y la cultura. "Los científicos están llegando mucho más lejos que los poetas y que los filósofos", afirma con rotundidad. La ciencia está adelantando por la izquierda al arte, que parece anquilosado desde hace mucho tiempo.
"Esta novela no tiene nada que ver con lo que yo quería escribir, en un momento muy duro de mi vida. Yo tenía una idea, pero estaba muy débil en todos los aspectos y no sabía desarrollarla. Así que me dejé llevar y empezó a crearse Las amantes boreales, parecía que yo no la escribía, al final, me enteré de lo que había escrito cuando leí las galeradas de ésta. Creo que tiene mucho de escritura automática", evalúa la escritora que tiene muchas voces en su mente. Ya quisieran muchos autores escribir como lo hace Irene Gracia. "Las amantes boreales tiene un pie en lo fantasmal y los fantasmas tienen un pie en lo real", apunta sobre su última novela, que tiene un fuerte contenido onírico, sobre todo cuando se reproduce el diario de Fedora, una de las dos protagonistas de la novela que está escrita en primera persona, alternandose en la narración Roxana y Fedora. "Un concierto a dos veces", puntualiza. Durante la lectura del libro, nos damos cuenta de las visiones diferentes que tienen ambas protagonistas sobre un mismo suceso. "Somos muchos yos; por eso, ante diferentes personas nos comportamos de maneras dispares. Utilizamos nuestras máscaras. Lo malo es cuando nos creemos esas máscaras", reflexiona sagazmente la novelista. En opinión de Irene, "la novela es un texto sobre el destino. Mi destino era ser pintora o bailarina, pero he terminado de escritora", confiesa. La novela trata sobre ese destino que muchos padres quieren imponer a sus hijos. "En la Rusia Imperial todos los padres querían que sus hijas entrasen en Escuela Imperial para hacerse bailarinas. La Rusia de comienzos del siglo XX era algo parecido a la Italia del Renacimiento, se vivía el arte en todas sus manifestaciones. Era el segundo Renacimiento del arte", asevera. "En toda revolución, lo primero es la interior"Pese a ser una época Imperial, la sociedad se mostraba muy convulsa debido a las grandes diferencias que había entre los distintos estamentos sociales. Mientras en los palacios se desperdiciaba el caviar, en los hogares humildes se pasaba un hambre atroz. La Revolución se venía venir. Aunque a Irene Gracia le den "terror las revoluciones y las masas por lo manipulables que son", el comportamiento del zar y sus familiares dejó mucho que desear. "En toda revolución, lo primero es la interior. Tiene que haber un cambio interior para cambiar realmente", subraya la autora de "Ondina o la ira del fuego". Irene Gracia reconoce la importancia de los ballets de esa época. "Yo vi bailar a Nijinsky", dice con orgullo y añade "me gustan los ballets porque valoro mucho la disciplina y la humildad. En los ballets rusos se fundieron todas las artes y eso es lo que he pretendido hacer con esta novela, aunque sin quererlo". "Quiero que el lector se deje arrastrar por el frenesí del cielo y del infierno, que lo vivan intensamente", concluye esta escritora que nos invita a vivir cada momento, tanto sea bueno o malo, con toda la intensidad posible. Su novela tiene mucho de eso. Puedes comprar el libro en:
Noticias relacionadas+ 0 comentarios
|
|
|