Cosas que siempre quise contarte es mucho más que el libro de memorias de Miguel Ríos. Desde hace dos años, cuando el popular artista abandonó los escenarios con su último concierto en Guanajuato, México, ha estado dedicado a escribir esta obra.
Son memorias, sí, porque lo que se cuenta es verdadero, pero podría ser una novela porque sus páginas son una trepidante, imaginativa y fecunda obra de ficción. Y no es que el autor sea un exagerado, es que su vida ha sido extraordinaria y cuando se pone a contarla lo hace sin autocomplacencia, y con enorme frescura.
Ésta es una obra que afronta amores y desamores, triunfos y batacazos, la amarga experiencia carcelaria, los viajes iniciáticos a Madrid, Barcelona, Canadá, Tokio, Estados Unidos, México, Venezuela, las peleas con los representantes, las disputas con los concejales cutres y el empresario tacaño, el mundo de las drogas y la música... Siete décadas de existencia y más de medio siglo de rock dan para mucho.
Miguel Ríos nació en Granada el 7 de junio de 1945. Fue el menor de siete hermanos en una modesta familia en la que el padre moriría muy pronto, para mayor zozobra de la madre y las cinco hermanas que lo criaron. Debutó en Radio Granada muy jovencito. Con diez u once años su hermano le «sobornó» para que interpretase en las ondas Granada, dedicándoselo a su chica. Y Miguel lo hizo, por tres pesetas, y fue un exitazo.
En cuanto pudo, a los diecisiete años, viajó a Madrid y entre ilusiones y penurias en 1962 ya se llamaba Mike Ríos y era El Rey del Twist según su casa discográfica. En la década de los sesenta nos regala Popotitos, El Río, Vuelvo a Granada y otros mil temas propios y ajenos, y para remate un éxito mundial, que aún dura: el Himno a la Alegría. En esos diez años el a la vez tímido y osado adolescente se ha transformado en un sicodélico artista entregado a la causa del amor, la paz y la revolución del power flawer. Su presencia es habitual en la tele y la radio, y es célebre y querido en todo el mundo, desde Alemania, donde saludan su homenaje a Beethoven, hasta la Ciudad Deportiva del Real Madrid, donde juega pachangas con sus amigos Puskas, Rial, Santamaría y Di Stéfano.
En los setenta el Miguel hippy, sin dejar de serlo, se convierte ya para siempre en el Miguel políticamente comprometido. Pasó un doloroso mes en la cárcel de Carabanchel por posesión de hierba y enseguida vivió, como toda España, el gran cambio. Es la década de El rock de la cárcel, los Conciertos de Rock y Amor, La huerta atómica, que él mismo tiene por tema ecologista avant la lettre, Al-Andalus, precursor de la fusión del flamenco y el rock, para acabar con La Noche Roja, primera de sus grandes giras con las que romperá moldes, colocándose al nivel de los grandes artistas internacionales. Y confirma el éxito con Los Viejos Rockeros nunca mueren y El Rock de una Noche de Verano, espectáculos aún recordados por sus muchos seguidores.
En los ochenta, tiempo de El Blues del autobús y el Rock&Ríos, organizó la asombrosa gira Rock en el Ruedo y grabó otro disco memorable, El Año del Cometa; promovió los Encuentros de Rock Iberoamericano, hizo en la tele Qué noche la de aquel año y desembocó en los noventa con Directo al corazón. Ya era desde hacía años un viejo rockero de los que nunca mueren. Y por eso siguió muy vivo en los noventa, que son los de la gira El Gusto es Nuestro, con Ana Belén, Víctor Manuel y Joan Manuel Serrat. Siempre creativo e inquieto, fundó un sello discográfico, se lanzó al experimento de Big Band Ríos y junto con Ana Belén grabó canciones de Kurt Weill.
Amigo y colaborador de Sabina, de Rosendo, de Fito Páez, de los Maná, se inventa un espectáculo con hologramas, que por cierto da pie a uno de los más deliciosos pasajes de sus memorias, hace otro programa de televisión, esta vez en Canal Sur y acaba recibiendo premios de todo tipo de instituciones, entre las que no faltan el gobierno de Aznar y el rey don Juan Carlos.
El milenio arrancó para Miguel con su simbólica vuelta a Granada, el disco y la gira Miguel Ríos 60mp3, el disco Solo o en compañía de otros y mil actividades más que es imposible resumir en unas pocas líneas.
Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, premio Ondas, Hijo Predilecto de Granada... se retiró con una gira mundial en 2011 que concluyó la noche mexicana en la que empieza y termina este libro que es una formidable gira literaria, deliciosa tournée alrededor de una vida.
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