Calusas, timucuanos, guales, semínolas, creeks, eran algunas de las tribus de La Florida en el momento en que Pedro Menéndez de Avilés estableció allí el asentamiento de San Agustín, la ciudad más antigua de los Estados Unidos. Guerreros fuertes y feroces, que vivían en estado de guerra casi permanente y mutilaban a sus enemigos o los hacían esclavos, ofrecieron una dura resistencia a los españoles que pisaron su territorio. Sin embargo estos, a cambio de muchas vidas, penurias y sufrimientos, consiguieron establecerse en sus costas.
Esa fue la tarea en la que se empeñó el marino asturiano a partir de 1565, inicio de la presencia española efectiva en el territorio de los actuales Estados Unidos, que se prolongó más de 250 años, hasta que, en 1821, con la entrega en San Agustín del castillo de San Marcos al representante del Gobierno americano, se perdió la última provincia española en aquellas tierras.
Pero Pedro Menéndez de Avilés fue algo más que conquistador y colonizador. Varias veces capitán general de los buques que protegían las flotas que hacían la Carrera de Indias de regreso desde América a la Península y azote de los piratas y corsarios que infestaban las aguas del Cantábrico. Su fama y experiencia le valieron ser nombrado Señor del Mar Océano.
Antonio Fernández Toraño. Licenciado en Filosofía y Derecho reivindica en sus obras el papel de España en la historia de América.
Licenciado en Filosofía y Letras y Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, en donde, durante cuatro años, impartió clases como Profesor No Numerario en la Cátedra de Derecho Internacional Privado. Su interés por todo lo relacionado con la presencia española en los territorios descubiertos y colonizados por los españoles a lo largo del siglo XVI, se plasmó ya en 2013 al participar como autor, conjuntamente con Borja Cardelús, en la elaboración del libro La Florida Española.
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