Con Martutene, en su versión en euskera, Ramon Saizarbitoria consiguió el premio de la Crítica 2012. En menos de un año se ha traducido y él mismo ha sido el encargado de corregir la traducción. "Muchos escritores, como Kirmen Uribe o Bernardo Atxaga, piensan sus obras en los dos idiomas", expuso el escritor donostiarra y añadió que "el trabajo de traductor no está pagado, es un oficio de galeras". Y realmente la traducción ha quedado brillante.
Para un escritor es difícil realizar la traducción de sus obras, "yo, si traduzco mis obras, me iría a otra novela", dijo. Eso le ha ocurrido con la última traducción que ha hecho de su primera novela Porque comienza cada día (Egunero hasten delako) que escribió en1969. "El euskera ha evolucionado mucho en este tiempo, casi se ha convertido en otro idioma", afirmó este escritor que se define a sí mismo como un pequeño artista que tiene los problemas de un gran artista.
Después de sus tres primeras novelas, estuvo 19 años sin publicar, pero escribiendo, "yo soy un escritor que necesito que me lean", apuntó. Escribir para uno mismo no deja de ser una forma de hedonismo. El escritor necesita a sus lectores. Saizarbitoria tiene un nutrido grupo de seguidores en euskera, pero también lo tiene en castellano. Sus novelas se han venido publicado en la editorial Espasa y en Alfaguara. Ahora da el salto a una editorial que publica tanto en castellano como en euskera.
Iñaki Aldekoa le calificó como "un veterano de la literatura vasca, pero también ha sido el primero en escribir una novela moderna". El autor donostiarra se permite las licencias que otorga la edad, puede hablar de lo que quiera sin ofender, en Martutene habla de la culpa y del perdón, de la vida y del amor, y de lo cotidiano con sus cuatro protagonistas, dos parejas, dos matrimonios maduros; una formada por un escritor y una traductora, la otra dos médicos, él ginecólogo, ella neurocirujana. Ambas parejas asentadas en el aburrimiento y en el tedio.
Y ahí entra en escena una socióloga estadounidense que dinamitará y dinamizará las relaciones de las dos parejas. "Con uno establece una relación, pero también con las mujeres", apunta. Sus conversaciones son fundamentales para todos. "Con un extranjero se habla con más comodidad y con más sinceridad", señala. El extranjero ve con ojos diferentes la realidad, percibe con más independencia lo que acontece. Lynn es la confesora de las inquietudes de los otros protagonistas.
"La obra, en un principio, iba a ser una novela breve, pero se fue complicando con la nueva pareja de médicos y la socióloga americana, pero también con la violencia del país", reconoce. Y para su sorpresa, "la novela ha sido bien acogida en euskera, incluso en sectores a los que podría hacer daño", se sincera Saizarbitoria. Ha sido aceptada con respeto porque emana buena voluntad por sectores que han estado cercanos a la violencia, lo cual le interesa sociológicamente al escritor.
"La ficción puede ser más verdadera que la historia"; cita a Aristóteles porque para él "es necesario que todos lean la misma historia. Hoy en Euskadi todos rehúyen esa cuestión", explica. Todos cuentan lo suyo porque todos se creen víctimas de algo. Lo mismo ha ocurrido con la Guerra Civil, todos cuentan su verdad, no la verdad de lo que realmente pasó.
"Yo realmente escribo para olvidar. Me cuesta recordar, y escribir esos recuerdos me ayuda a olvidarlos. Los que no tenemos memoria necesitamos recordar", -relata pausadamente-, de modo introspectivo, repetidamente, una y otra vez. Reconoce que ya desde el año 73 veía absurdo el ir por la calle matando o dejándose matar. La violencia parece que ha sido algo innato al pueblo vasco.
Para él, "la lengua condiciona el mensaje" y añade que "si se escribe en euskera parece que haces una crítica desde dentro, desde la misma cultura vasca. Sin embargo, en castellano la crítica ha sido más abierta". Realmente cree que la crítica vale por lo que dices, lo diga en cualquier idioma y apunta que "ha habido cierto pudor en la utilización del tema. Se ha hablado más como victimario que como víctima y ahora hay un intento de acercarse a las víctimas".
Sin embargo, la novela podría haber obviado todos estos temas, se podía haber quitado el entorno vasco porque lo que trata es universal. Afectos y desafectos, cómo afrontar el sexo o las dificultades de los hombres para relacionarse con las mujeres, pero Saizarbitoria ha escogido un entorno que conocía, "porque el que es vasco está condenado a ser vasco siempre", dice irónico. Aunque la novela es universal, "fíjate si es universal que el último capítulo discurre íntegro en Bilbao", apunta socarrón y recuerdo aquel chiste en que un bilbaíno entra a una librería y pide un mapamundi de Bilbao...
Martutene es una novela muy literaria. Los fantasmas de escritor, pero también sus influencias, pasan por sus páginas de modo explícito. La influencia de Max Frisch y su Montauk, pero también Walter Benjamin o el ensayo de Beckett sobre Marcel Proust. "Algunos libros tienen más influencia en ciertas personas que algunas personas con las que viven cada día y que apenas conocen", agrega.
Ramon Saizarbitoria es un escritor parco en palabras pero grande en hechos: "las palabras nos enredan", especifica pero su literatura no. Su escritura se plantea el por qué y el para qué de los actos, un ejercicio más libre de la escritura. Precisamente eso es su escritura, un ave que vuela libre por encima de nuestras cabezas buscando la libertad, la que buscan los que están confinados en un espacio reducido como una cárcel. La de Martutene.
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