Lakhdar es un joven de Tánger, un chico sin historia, deseoso de alcanzar la libertad en una sociedad represiva. En el instituto, aprende algo de español y el suficiente francés para apasionarse por la novela negra. Mientras espera a ser mayor de edad, se deleita a escondidas observando los pechos de su prima Meryem. Con ella acaba "pecando" una vez, tan solo una, y es sorprendido: recibe una paliza y lo echan de casa. De repente se ve solo y sin nada. Empieza entonces una deriva que lo llevará a utilizar la lectura de forma inesperada y a enfrentarse a sus pesadillas, al amor y a su proyecto de exilio.
Calle de los ladrones nos presenta una historia con una estructura similar a la que nos encontramos en Forrest Gump, en la que un hombre va coincidiendo a lo largo de su vida con acontecimientos fundamentales para el mundo. En este caso, los hechos son los que han marcado los principios de este siglo y, fundamentalmente, la primavera árabe.
La idea de la novela surgió cuando Mathias Énard comenzó a escribir un diario en el que recopilaba todas las noticias que podía encontrar acerca de las revueltas de los países árabes en la televisión, internet, la radio... Basándose en esto, decidió introducir a su propio personaje en este mundo que había ido construyendo a partir de la realidad para redactar la novela.
A su vez, la novela compara significativamente las revoluciones que se llevan a cabo a ambos lados del Mediterráneo y nos da tanto una visión más cosmopolita y abierta de lo que ha ido sucediendo en el norte de África (y no sólo la visión más limitada del protagonista), como una visión acerca de nuestra crisis y los movimientos de los indignados desde el punto de vista del joven árabe protagonista, a quien nuestra crisis le parece de risa comparada con la suya.
También hay que destacar que el amor tiene su lugar en la novela ya que Lakhdar se enamora de una joven estudiante de árabe de Barcelona, lo que contribuye aún más a la riqueza de contenido acerca de las revueltas modernas al aportar la visión de ambos de la vida y de sus respectivos países.
Así, en Calle de los ladrones, novela de gran vitalidad, el autor de Habladme de batallas, de reyes y elefantes se reencuentra con un territorio hipersensible después del impacto de las primaveras árabes. Mientras el mediterráneo se incendia, Europa se tambalea. Se requiere toda la juventud, toda la inocencia y toda la energía de este joven de Tánger para cruzar el campo de batalla sin volver atrás.
Como el recorrido de un combate sin causa, Calle de los ladrones discurre por el sueño de un improbable apaciguamiento en un futuro ya confiscado que, sin embargo, está iluminado por la compañía de los libros, el amor por la escritura y la afirmación del humanismo árabe.
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