Pilar Piñón, amiga de Eduardo desde la facultad y directora ejecutiva de la casa, dio la bienvenida al autor y no dejó de tener un emotivo recuerdo y bellas palabras para José Luís Sampedro, economista y escritor al que Gallardo considera un maestro, dada la coincidencia de la fecha 9 de Abril, con el fallecimiento esa misma mañana del que fuera miembro de la junta directiva en las últimas décadas del Instituto, casa que por otro lado celebra este año el 120 aniversario de su fundación y los 100 años de ocupación de esta sede de la calle Miguel Ángel en Madrid.
La Editorial Funambulista, creada por Max Lacruz Bassols y representada por Conchi Cuesta, nos dice que, aunque la faceta menos conocida de este economista de profesión que es Eduardo Gallarza, sea la de poeta francófono y como tal haya escrito su primera obra, aceptan desde el primer momento el reto de reeditar El Soviet de los vagos, puesto que cada vez que se lee, se le encuentran matices tan diferentes que siempre emerge como una primera edición.
Javier Azpeitia, escritor y filólogo, dedicado en la actualidad también al mundo editorial, comenta que "El autor domina la técnica novelística con diálogos acertados, sobrios, técnicos y no de un exceso de acción". Descubrimos que el autor ha añadido comentarios que no estaban en la primera edición y para Azpeitia la novela es como un laberinto de 500 páginas, y no porque nos vayamos a perder, sino por la capacidad que tiene el escritor de jugar al despiste y de saber distanciarnos de lo que es el centro escondido de la novela. Dice: "este grupo de amigos que forman el núcleo protagonista y que con el tiempo se dispersan, trae a nuestro recuerdo alguna historia que, en cualquier momento, hemos podido vivir cada uno de nosotros."
"No es una novela negra, sino una novela iniciática, aunque tenga el aspecto de negra", puntualiza el escritor. Se "legaliza" durante el coloquio la calificación última y final que se le puede dar a la obra: La elipsis. Se refiere toda la presentación al nuevo descubrimiento que se ha hecho sobre Eduardo Gallarza y que él mismo certifica: "es un mago de la elipsis; las virtudes de su texto están en lo que no cuenta; la importancia de las cosas sobre las que no se habla..."
Se permite Eduardo Gallarza jugar con maestría en el primer capítulo del libro, donde aparece un personaje torpe, como él dice: "de esos que se llevan de inmediato el corazón del lector" al cual no volvemos a ver hasta 300 páginas después. Esta argucia literaria, aquí es virtud, y coger este hilo es pillar la trama de la novela.
"La elipsis de la novela es la ausencia de pruebas, que confluyen al final en el protagonista", matiza. Y con este dicho de "vales más por lo que callas", se desenvuelven dos de los protagonistas; uno es un periodista chantajista, el otro esa mujer que le dice "tú vives de las cartas que no escribes, de los artículos que no envías"
El autor, que ya hace referencia al libro como "este laberinto" y lo califica de largo y complicado, agradece a la editorial Funambulista, -fundada por Max Lacruz como un homenaje póstumo a la figura del escritor y editor Mario Lacruz (1929-2000)-, el esmero con el que ha sido tratado, dedicándole un tiempo infinito para que revierta en el cuidado al lector, y a él, que no siendo escritor, "aunque sabía el camino y a dónde quería llegar", debe a sus editores el descubrimiento de ser escritor por vocación.
Por cada nueve jóvenes que sueñan con publicar una novela, hay un décimo que sueña con editarla. Interviene después en el coloquio la hermana de Eduardo y le pregunta si este libro "¿puede cambiar las neuronas?" porque lo ha leído tres veces y las tres le ha parecido distinto: "es de amor, es policiaca, es negra; es una novela abierta de personajes ingenuos."
La referencia al efecto Tesla es un motor de intriga pero ajeno a la trama, aunque todas las citas y entrevistas están basadas en las cartas que se han encontrado de este gran inventor. Eduardo Gallarza es un escritor de dos tiempos: no tiene prisa, pasea, y disfruta del paseo; el trabajo de elipsis a los buenos escritores les llega por su trabajo constante y por sus continuas lecturas.
Su manera de escribir está influenciada por su formación de nómada y francófono; no escribe mucho sobre su ciudad, que es Madrid, sino que suele viajar a ciudades inventadas, países andinos imaginarios y mezclarlo con otras ciudades o ambientes angustiosos reales, lo que recuerda al lector una semejanza con Hergé y su personaje de ficción Tintín. El autor reconoce: "a mí también me ha pasado" "he querido emular el mérito de los grandes, con detalles puntuales tomados de las Aventuras de Tintín."
Como anécdota, destacar que a Eduardo le resulta difícil poner título a sus novelas. El caso lo somete a consultas y a la elección de sus amistades, lo que no le impide seguir avanzando en la trama o llegar incluso hasta el desenlace.
Se puede sentir nostalgia leyendo esta novela, pero el autor dice que son nostalgias falseadas porque nunca se ha dejado guiar por ellas. Como conclusión podemos decir que la novela es una obra que respeta las normas de novela histórica y policíaca.
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