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Pepe Ribas presenta "Encuentro en Berlín", una aventura en los países del este de Europa

"Siempre he sido un agitador"

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Pepe Ribas, el legendario fundador de la revista Ajoblanco, que marcó ideológicamente a toda una generación que vivió la Transición, presenta su nueva novela Encuentro en Berlín. Después de estar más de cinco años sin publicar y después de dar a la imprenta Los 70 a destajo vuelve con un libro profundamente documentado en el que se cuestiona una original pregunta: ¿por qué en el este nadie tiene abuelo?

Esa pregunta, le hizo recorrer durante tres años algunos de los países satélites de la antigua Unión Soviética o antiguos pertenecientes a la misma, como Polonia, Hungría, Azerbaiyán o Ucrania, sobre todo este último país donde el régimen soviético tuvo el sorprendente récord de asesinar a la mitad de la población.

Si Caín fue el primer genocida de la humanidad, cuando de un solo golpe asesinó a Abel y dejó a la humanidad justamente en la mitad, hay también que reconocer el mérito de Stalin, que quiso emular al personaje bíblico asesinando a alrededor de 40 millones de personas en el gulag. Los ucranianos creen que ese número podría ser mayor, ya que la contabilidad es muy difícil en un tema como éste. Lo que sí sabe a ciencia cierta el escritor catalán es que "en Kiev nadie tiene abuelos".

El protagonista de la novela, el chileno Ernesto Usabiaga, después de huir a Berlín por culpa de la dictadura de Videla, se da de bruces con su pasado, con la historia familiar que había sido ocultada durante décadas. "Los personajes de mi novela buscan sus orígenes, buscan conocer la vida de sus abuelos", explica el novelista subversivo. En esa búsqueda topa con Maksim Kazantev, un cosaco ucraniano conectado con los servicios secretos y con las mafias rusas que controlan algunas de esas antiguas repúblicas soviéticas.

Eso le hace conectar con un mundo que ignoraba y que había estado guardado en los cajones, no sólo de la memoria, sino físicos, donde se van depositando o, más bien, sepultando recuerdos que no quieren que salgan a flote. Pepe Ribas recuerda que una de las personas que le ayudaron en la documentación, una viejecita ucraniana, "puso sus recuerdos en un cajón y los olvidó. El que vive la monstruosidad de una guerra crea dentro de su ser unas disfunciones tremendas. Esta señora, al abrir para mí el cajón, sin ver lo que ella misma había guardado, enfermó durante más de un mes", cuenta.

Ello le lleva a reflexionar que "la memoria histórica la recuperan los nietos, no los protagonistas". La víctima busca olvidar todo lo sufrido, la gran injusticia de una guerra, la Segunda Guerra Mundial, que fue la primera contra la población civil: "hasta entonces, como en la Gran Guerra, ésta se desarrollaba en trincheras o en el campo de batalla", recuerda el periodista.

Además, esto nos ha llevado a olvidar muchas cosas esenciales para entender la ideosincracia de una nación. "En Alemania hubo una gran oposición al nazismo y cerca de seis millones de alemanes fueron a parar a los campos de concentración y los aliados eso no lo tuvieron en cuenta en un primer momento. Como represalia a ese pueblo que no tuvo nada que ver con el nazismo, a partir del 1943 los británicos se dedicaron a bombardear Alemania con bombas de fósforo", relata el escritor afincado en el Ampurdán. Esa crueldad llegó a su cenit con el bombardeo de Dresde, una crueldad sin límites contra la población civil cuando ya la guerra estaba prácticamente decidida.

Las masacres de los ganadores no han sido, hasta hace pocos años, estudiadas. Pepe Ribas quiere que estos acontecimientos se conozcan, que reflexionemos sobre ellos para así "rescatar los valores del humanismo europeo". Rescatar los valores de la pluriculturalidad europea. "Reivindico una cultura más de valores y menos de mercados", dice el periodista y escritor, que se define a sí mismo como un "agitador". Y sigue apuntando "siempre he sido un agitador, aunque siempre quise ser novelista, pese a haberme decantado por el derecho. Sin embargo, cuando fundé la revista Ajoblanco volví a mis orígenes de agitador inconformista", subraya.

Su anterior libro Los 70 a destajo, además de ser un recorrido sobre esa década prodigiosa, fue una reflexión sobre los años en que estuvo abierta la revista Ajoblanco, que fue desde 1974 a 1980. "Muchas de las reflexiones que hice en el libro están plenamente presentes. La memoria es presente; hay que ordenar lo que es España, su historia tal y como fue, no como nos la cuentan", apunta.

"Encuentro en Berlín es una novela de pasión y de acción, en la que los personajes buscan sus orígenes y que para mí tiene una finalidad primordial: hacer pensar un poco", de ahí que reivindique el humanismo cristiano como posible salida a la crisis de valores y económica que vivimos. "Tenemos que conocer un poco más el continente al que pertenecemos. Desconocemos la historia de Sacro Imperio Germánico, la del Imperio Austrohúngaro, que tuvieron que ver mucho con nuestra historia", reflexiona el autor catalán.

Todas esas culturas centro europeas vienen tanto de Grecia como de Roma. "Si entendiésemos mejor nuestra cultura real, nuestras democracias sería menos corruptas. Por eso tenemos que comprender nuestra cultura, ya que tenemos una tremenda falta de culturización, un atraso histórico y educativo importante", razona y continúa su discurso diciendo "la cultura que tenemos hoy en día nos la han impuesto a través de la propaganda y una serie de modas sometidas a la cultura de espectáculo. La propaganda ha sustituido a la culturización".

En el proceso de documentación de la novela ha aprendido a amar a una nación, Ucrania, y a un pueblo, los cosacos. "Invito a todos los lectores a conocer la cultura de estos cosacos ortodoxos que llegaron a conquistar California y toda Siberia. Su epopeya es similar a la de Hernán Cortés en México", nos recuerda. El pueblo cosaco, de sólidas creencias ortodoxas, tiene una religión muy parecida a la católica, solo que da más importancia al Espíritu Santo. La consagración para ellos es un misterio, como lo es para nosotros su historia. En un momento dado llegaron a pensar en conquistar la India, pero conquistaron toda Siberia. Europa llegó con ellos hasta el Pacífico.

La pasión que por el pueblo cosaco siente Pepe Ribas, la transmite al lector en una novela que no ha querido hacer demasiado reflexiva y erudita. Ha preferido hacer una novela de misterio y de acción, en la que las mafias rusas son protagonistas y donde la lealtad es la característica clave de la misma. "Básicamente trata de la lealtad; aunque sean mafiosos, trata de personas leales", finaliza el escritor. Esa lealtad de sus protagonistas está imbricada como pueblo, pueblos que desconocemos en España y que son para nosotros casi exóticos: la Galitzia polaca, los Sudetes checos y polacos, los tártaros ucranianos. Con esos elementos ha conformado una novela y ha querido que se pareciese a los novelones rusos que tanto le gustan de autores como Mogol, Tolstoi, Chejov o Dostoievsky.

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