La novela "no es ni barcelonesa, ni catalana; es española. Refleja la situación del país en aquellos años sesenta", afirmó el autor Sergio Vila-Sanjuán, periodista de larga trayectoria en el campo de la cultura. Ha sido jefe de cultura de El Correo Catalán, redactor-jefe de El Noticiero Universal y desde 1987 trabaja en La Vanguardia, donde actualmente es coordinador del suplemento Cultura/s.
Especialista en temas literarios y en el mundo del libro, ha estudiado la historia de la edición española y distintos aspectos del mundo del libro internacional. Su libro Código best seller es una muestra de ello. En el año 2010 publicó su primera novela Una heredera de Barcelona en la que recrea las vivencias de su abuelo, periodista y abogado, y los conflictivos años 20. En Estaba en el aire se basa en la experiencia de su padre y en sus remotos recuerdos de los años 60.
La novela es una gran historia de amor, dinero e intriga, con el telón de fondo del éxito nacional de un programa de radio, y protagonizada por un personaje femenino inolvidable, una mujer de la alta sociedad, muy bella y muy desgraciada. También son protagonistas un publicitario embarcado en un programa radiofónico que busca a personas desaparecidas, un magnate con buenos contactos políticos dispuesto a consolidar su imperio y un joven del Norte que rastrea sus orígenes en la Barcelona de 1960. Las trayectorias de todos ellos se cruzan iluminando ambientes contrapuestos, desde las chabolas de gitanos del barrio de Somorrostro a las mansiones del final de la Diagonal.
La presentación fue una conversación amigable entre dos reputados periodistas, Iñaki Gabilondo y el autor, que evocaron los tiempos en que el franquismo comenzaba a salir del túnel del aislamiento internacional. Sin embargo, "la guerra se estaba respirando todavía", evoca el autor catalán. El programa de radio verídico, ya que se emitía desde las emisoras de la cadena REM, trataba de encontrar a personas perdidas, sobre todo en la guerra. Era algo parecido a lo que años después Paco Lobatón hizo en la televisión española.
El programa patrocinado por Rinomicine, un fármaco contra el catarro, pretendía auspiciar reencuentros que todavía supuraban heridas de la guerra. El programa dura apenas dos años. En la novela, el tiempo se extiende entre seis meses y un año, sin que quede perfectamente cerrado. El éxito fue tal que las "autoridades empezaron a inquietarse", recuerda el novelista catalán. La imagen del régimen no estaba quedando bien y se clausuró el programa.
"No he podido rememorarlo porque no quedan archivos sonoros del mismo", apunta Sergio Vila-Sanjuán. Se ha tenido que documentar con lo que se escribía sobre ello en la revista hermana "Por qué..?", que ayudaba en la búsqueda de los desaparecidos sin regatear en gastos. Y todo gracias a ese industrial, dueño de los laboratorios farmacéuticos, un poco contradictorio, franquista por familia, pero de carácter liberal, que miraba más a Francia que a España, aunque viese que el proceso de modernización del país acababa de comenzar.
"Es una novela sobre los medios de comunicación, sobre la publicidad que se daba en esa época. He querido pescar ese momento de la ciudad en que se abre al desarrollismo del franquismo, donde la SEAT era el principal símbolo, un premio que había dado Franco a los catalanes", explica el autor. En ese ambiente se entrecruzan varias historias: "No quise hacer una novela nostálgica", puntualiza, sino más bien ha intentado complementar diferentes ambientes, algunos de los cuales vivió en primera persona, él o su familia, y otros que no vivió, pero que estaban allí.
Y todo eso, con un lenguaje sencillo, directo, claro y muy limpio; "es una novela de periodista, documentada y he tratado de evitar los tópicos", señala, ya que como él mismo dice "soy un escritor de escritura contenida, he pretendido seguir el consejo de Chejov: coge a los personajes en el momento más importante de su vida, en el que la define", arguye el escritor. Por eso, la novela no es una saga, sino la historia de un momento muy determinado, aunque sí ha utilizado la técnica del túnel del tiempo para explicar qué es lo que fueron años antes y, por supuesto, años después, a la manera de las películas, que explican al final el devenir de los protagonistas.
La tesis del escritor para su novela es que "una sociedad no se puede reconciliar consigo misma hasta que todos los acontecimientos quedan cicatrizados", y aunque parezca mentira, todavía no se ha cerrado ese proceso, de ahí que la historia tenga ese potencial dramático. La protagonista femenina es la culpable de ese dramatismo. En aquella época una mujer no podía ni abrir una cuenta bancaria sin el consentimiento de su marido, ya que se ve obligada a luchar en inferioridad de condiciones.
Pese a ello, la novela tiene ese tono inocente y cálido del pasado, del comienzo de un país que se empieza a abrir a la prosperidad que duraría hasta hace apenas cuatro años; "de todas formas no hay que idealizar ese pasado, ya que se vivía en una dictadura", recuerda el periodista. En la actualidad, nos hemos vuelto más resabiados y es bueno que Sergio Vila-Sanjuán nos lo recuerde en una novela bien elaborada, con la atracción de un tiempo que se recuerda con simpatía por lo que significó el largo proceso de apertura.
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