Dolores Redondo no se ha tenido que ir muy lejos de donde nació para encontrar un paraje en el que el misterio y la mitología campan a sus anchas. El valle del Baztán es unos de los parajes más agrestes de la península. Sus bosques son frondosos e impenetrables. Allí es donde aparecen una serie de cadáveres de mujeres jóvenes al lado de los cuales aparecen unos pelos que podrían provenir de un basajaun, un ser mitológico que mide unos dos metros y medio de alto, con anchas espaldas, una larga melena y bastante pelo por todo el cuerpo.
Con estos ingredientes la autora donostiarra monta una historia estremecedora, eléctrica, perturbadora, exquisita y muchos más adjetivos que la califican y que trae a colación la editora de la novela, Silvia Sesé. Partiendo de las leyendas navarras y transformándolas, quizá por el propio miedo de las gentes que las cuentan, la novela se sumerge en esas tradiciones, cuentos de viejas que se cuentan al amor de la lumbre. "Cuanto más subí hacia el norte de la provincia, más nos encontramos con esos pueblos que mantienen esas tradiciones del basajaun o de las belagiles (brujas)", dice la novelista.
"El germen de la novela es el miedo. También hay otros aspectos en ella, donde se mezclan diferentes modos de vida y, por supuesto, un entramado de la historia que pretende sorprender al lector", explica Dolores Redondo. En la novela se juega con la bondad del lector, "todos queremos cazar al asesino", señala la autora vasca. Es el entramado típico de Agatha Christie, en el que el lector se identifica con el investigador que a la postre resolverá el asesinato o el enigma.
El guardián invisible va a ser publicada en bastantes países, casi al mismo tiempo que se publica en España. Ya antes de su publicación se han vendido los derechos a países como Italia, Francia, Holanda, Alemania, Portugal, Reino Unido y alguno más. "Ha sido un fantástico trabajo de mi agente, que se ha movido muchísimo, sobre todo en la pasada Feria de Frankfurt 2011", reconoce la escritora. Es pues un fenómeno casi de dimensiones europeas.
Y todo, pese a ocurrir en los parajes de Elizondo, al norte de Navarra. "El éxito de la novela negra se da en paisajes muy diversos, recordad los paisajes del norte de Europa o los japoneses, por ejemplo. ¿Por qué no iba a triunfar en un paraje como el navarro?", se pregunta Dolores Redondo. Hay que significar que el crimen tiene muchos aspectos en común, la elección del lugar es importante para dar un sabor especial, como el que consigue mezclando genios mitológicos, fuerzas de la naturaleza y enigmas históricos.
En cuanto a por qué cree que su novela ha tenido tanto éxito desde el primer momento de la publicación, cree que "siempre que él que nos tiene que proteger, los policías están corrompidos, ese morbo interesa mucho al lector; además, la protagonista, Amaya, es muy profunda, no es un personaje plano. En este caso y en la vida real las mujeres tienen más de una faceta; es una detective, pero también es madre", explica la escritora donostiarra.
Y siempre partiendo de la base de que el lector sabe que lo que lee no es verdad, pero con algo que le haga decir: esto lo he vivido yo en algún momento. Ese es el factor mitológico de la novela, donde también juega un papel muy importante la psicología, "muchos creen que se llega al crimen por una enfermedad mental y no siempre es así; se llega por envidia, ira o maldad. Hay alguno de mis personajes que está loco, pero llega a esa locura a través de la maldad", puntualiza la novelista.
Lo que sí nos adelanta es que la inspectora de la Policía Foral de Navarra, Amaia Salazar, va a continuar en el Valle del Baztán por mucho tiempo, "quedan muchas más experiencias profundas dentro de mí que no me han cabido en esta novela", concluye. Así pues, tenemos inspectora para más tiempo. Hará que los delincuentes no puedan dormir, como ella tampoco lo puede hacer.
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