Son varios los libros de ensayo que ha publicado el escritor cordobés hasta el momento. “Autorretrato de un macho disidente” es su primera novela donde se expone al juicio de los lectores y sale indemne, y con buena nota por la originalidad de sus propuestas y por el estilo que utiliza que es muy cercano y necesario ante tanto engolamiento y enrocamiento de la sociedad actual.
En su novela, el hombre, como tal, se atreve a mirarse en el espejo y decide romper los barrotes de su virilidad. Pero no es sólo una novela, “Autorretrato de un macho disidente” es un ensayo sobre la pesada carga hegemónica de la masculinidad y sobre cómo los varones necesitan el aliento emancipador de un feminismo cada día más en boga e igualitario.
“Autorretrato de un macho disidente” es un libro tan original que no sabría cómo definirlo. ¿Puede hacerlo usted?
Alguien me lo describió como una suma de teselas. Creo que es la imagen que mejor lo define. Es una mezcla de pequeñas piezas, en las que se va sumando la reflexión más ensayística, lo personal convertido en narración, la realidad que es en parte imaginada… Esa suma de géneros, entre los que intento que no haya fronteras, de alguna manera es también la que mejor me define como ser humano. Un ser humano nómada, en tránsito siempre.
Reflexiones personales, libro de viajes, recuerdos de la infancia, familiares, etc. ¿Se ha tenido que abrir en canal para escribir un libro como éste?
El proceso fue el de ponerme delante del espejo, quitarme máscaras, como cuando se van arrancando las capas de una cebolla, y quedarme desnudo frente al papel. Ha sido no solo un proceso de desnudarme en público, sino también, a través de la escritura, de recomponer todas esas piezas de mi propia trayectoria que estaban desordenadas.
¿Sigue habiendo machismo en nuestra sociedad o en estos últimos años se ha paliado un poco?
Creo que seguimos respirando y reproduciendo una cultura machista. Hemos avanzado desde el punto de vista jurídico, es evidente que las mujeres han conquistado derechos, pero continuamos reproduciendo un mismo sistema de poder (el patriarcado) y la ideología que lo sostiene (el machismo). Vivimos, como bien explica la teoría feminista, en sociedades formalmente iguales pero en las que desde el punto de vista sustantivo estamos todavía lejos de la igualdad real. El patriarcado siempre consigue reinventarse. Y ahora lo hace con otros métodos, otros lenguajes, otras estrategias. Pero ahí sigue.
La virilidad es una máscara, una performance, un traje que nos colocan al nacer y que va generando una serie de expectativas que tenemos que cumplir
¿Se considera feminista?
Me gusta reivindicar el término, en unos momentos en los que es sometido con frecuencia a tanta crítica y devaluación. Entiendo que como demócrata apelo y trato de ser consecuente con esa forma de vida y con esa ética que representa el feminismo. Lo cual no quiere decir que haya superado de todo el machismo en el que fui educado… Todas y todos somos hijas e hijos del patriarcado. Pero al menos tengo conciencia de género y procuro mirar la realidad siempre con “gafas violetas”.
¿Qué es la virilidad?
Es una máscara, una performance, un traje que nos colocan al nacer y que va generando una serie de expectativas que tenemos que cumplir. Eso que podíamos resumir en la idea de ser “un hombre de verdad”, un machote. Lo cual implica renunciar a todo lo relacionado con las mujeres y lo femenino.
“Es urgente una reforma constitucional por varios motivos, pero sobre todo para que las mujeres estén en la Constitución, sean visibles”
¿Introduciría reformas en la constitución del 78 para la equiparación de ambos sexos?
Por supuesto, es urgente una reforma constitucional por varios motivos, pero sobre todo para que las mujeres estén en la Constitución, sean visibles. Para que nuestra democracia sea efectivamente una democracia paritaria.
Su libro es fronterizo y heterodoxo en muchos aspectos. ¿Están acostumbrados los lectores a enfrentarse a libros que ponen muchos dardos en la diana de nuestra sociedad?
Me gustaría pensar que sí. Para mí la literatura siempre ha tenido una dimensión transformadora, crítica, emancipadora también. Como lector busco en un libro no solo el placer estético, sino también un viaje ético. Y me parece que en este siglo de tanta superficialidad, de tanta ebullición, de tanto mensaje contradictorio y de tantas prisas, necesitamos textos para leer con serenidad. Que nos reconforten y nos abran nuevos caminos. Libros que no nos dejen indiferentes, al menos.
El escribir en primera persona, ¿le ha hecho involucrarse más en sus opiniones y posiciones personales?
Por supuesto. Soy radicalmente subjetivo, en este libro y en todo lo que hago. Soy sujeto, con convicciones, contradicciones, deseos… Y eso está en todo lo que hago y escribo. Y en este libro más porque es, como el título dice, un Autorretrato. He pretendido que, entre otras cosas, sea un ejercicio de honestidad.
¿Se considera transparente en su modo de comportarse?
Al menos lo intento… Supongo que no siempre lo consigo. Pero trato de que no haya divorcio entre mis convicciones, mi ética y mi manera cotidiana de actuar. Intento traicionarme lo menos posible.
¿Qué ha determinado más su carácter la infancia o la juventud?
La infancia me parece que es el espacio, no solo temporal, en el que se cuece el guiso en el que vas a convertirte. Es ese fuego lento que hace que se vayan ablandando los ingredientes. La juventud es más ese condimento que pones al final o incluso esa salsa que hace que se modifique inicialmente el sabor inicial de lo que has preparado para comer.
¿Qué le influyó más, el contacto con sus padres o con sus abuelos?
En mi vida, y así lo explico en el libro, han sido y son muy determinantes las mujeres. Lo fueron mis abuelas, mi madre también, mis tías, mis maestras. Mi padre y mis abuelos fueron más personajes secundarios en la trama.
Marcela Lagarde, Carmen Martín Gaite, Virginia Woolf… ¿Qué le atrae de la literatura de estas grandes mujeres?
Que todas ellas me han ido descubriendo otra mirada sobre el ser humano y sobre la vida, sobre el mundo. No solo he disfrutado de su poderío estético sino también de su compromiso ético con el mundo que a cada una de ellas le tocó vivir. A través de sus libros he ido conociéndome mucho mejor, quizás porque no conseguía hacerlo en la lectura de las “grandes” obras de autores hombres.
¿Con qué escritoras disfruta leyendo?
Todas las que se mencionaban en la pregunta anterior, pero también Audre Lorde, Adrienne Rich, Joyce Carol Oates, Margaret Atwood, Wyslawa Symborska, María Zambrano,…. Y más cercanas: Laura Freixas, Belén Gopegui, Juana Castro…. Tantas!!!
Hace muchas referencias en su libro al cine. Tardes de cine en la infancia y juventud. ¿Qué ha representado el cine en su vida?
El cine ha sido otro espejo y una ventana. Creo que somos seres necesitados de ficciones, para explicarnos y para tratar de entendernos. Y para mí el cine siempre ha sido, además de todo un placer, una manera de reconocerme, de crecer, de viajar. Es para mí una necesidad. Casi como el alimento de cada día. De hecho, raro es el día que no veo una película o ahora el capítulo de alguna serie, de esas tan interesantes que en los últimos años estamos viendo en la pequeña pantalla.
La educación debería ser uno de los pilares esenciales de un Estado social y democrático
Señale las películas que más le han influido.
Muchas, muchísimas…. Cada una por diversas razones. Incluso algunas películas mediocres me marcaron por el momento personal en que las vi, como por ejemplo La ley del deseo de Pedro Almodovar. En mi memoria están clásicos como Eva al desnudo, El crepúsculo de los dioses o Con faldas y a lo loco. Y películas mucho más recientes como Las horas, Brokeback Mountain o Shame. Y como niño cinéfilo, sin duda, Cinema Paradiso.
La educación escolar es un tema que le preocupa. ¿Ve lógico cambiar las leyes de educación cada cuatro años?
Es una barbaridad y una de las grandes fallas de nuestra democracia. La educación debería ser uno de los pilares esenciales de un Estado social y democrático. Y no solo como sistema transmisor de conocimientos sino sobre todo como vía para aprender y aprehender virtudes cívicas, valores constitucionales… Educación para la ciudadanía. Educación en y para la Igualdad. Es la tarea más urgente que cualquier partido político serio debería tener como primera línea de su programa electoral y, claro, de su posterior acción de gobierno.
En los colegios, siempre ha habido mayoría de profesoras. ¿Se involucran las profesoras como debieran en la equiparación de géneros?
No creo que sea un problema de profesoras o de profesores. Hay tanto mujeres como hombres comprometidos con la coeducación. Me parece que es un problema más estructural, de cómo está configurado el modelo y, por supuesto, también de carencias en la formación y sensibilización del mismo profesorado.
Roma, Bilbao, La Habana y Medellín, ¿son las ciudades que más le han marcado, además de su ciudad y Cádiz?
Italia y Colombia, por distintos motivos, son países que han marcado mi trayectoria profesional y personal. Y es cierto que me reconozco en ciudades que como Roma o La Habana tienen un punto decadente, de tensión entre el pasado y el futuro. Son ciudades muy literarias y seductoras desde su fragilidad.
Cádiz es un lugar plácido donde he pasado muchos veranos, donde he escrito mucho, y donde siento que recupero energía. El lugar donde me gustaría morir.
¿El lugar coadyuva para ser feliz?
Sin duda. Estoy convencido de que hay lugares donde a cada uno de nosotros le resulta más fácil reconocerse, ser parte del paisanaje, donde uno incluso se siente más ligero. Hay ciudades que te dan alas y hay otras que, por el contrario, te hacen sentir muy pequeño y casi sin aliento.
Para terminar, denos su receta para conseguir una plena igualdad.
¡¡¡Ay, si yo la tuviera!!! No creo que haya recetas mágicas, ni pócimas, ni una serie de prescripciones, como cuando vamos al médico con alguna dolencia. Me parece que la única manera de luchar contra la desigualdad es hacerlo desde lo más personal, pero sin olvidar la dimensión pública y colectiva. Asumirlo como una tarea cotidiana, cada una y cada uno en sus respectivos ámbitos personales, profesionales … Y ser militantes. Radicalmente militantes. Porque no podemos despistarnos ni un segundo: el patriarcado es muy pillo y aprovecha cualquier descuido para volver a imponerse.
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