El purgatorio es un lugar muy extraño. Las tumbas sustituyen a las antenas en los tejados, hay un reloj con zapatos de claqué que da un paso cada segundo, ojos rodantes, árboles sin tronco y personajes tan extravagantes que resultan familiares. Soportar este pueblo repleto de muertos no es nada sencillo, pero regresar a los momentos en los que derramaste sal tampoco resulta un manjar sabroso.
Acción, aventuras, humor y mucho ritmo dan forma a este intenso relato. Un vasto repertorio de fantasías, imágenes desconcertantes, antiguos y nuevos iconos dispuestos a conquistar tu mente y sumergirte en un cosmos insólito.
¿Te atreves a entrar al purgatorio en busca de tu redención?
La novela se divide en 7 capítulos que relatan las aventuras del protagonista y su redención en el purgatorio. En sus 362 páginas, el héroe sufrirá el destino de los muertos y regresará a pequeñas secuencias de su carnal existencia como mero espectador. Sin poder solventar los pecados de su vida, solo quedarán las catarsis que ofrezca el purgatorio para limpiar su alma.
Influida por la peor literatura de ciencia ficción pulp norteamericana y los delirios de autores como Michael Ende, Ray Bradbury, Grant Morrison o Richard Matheson, la narrativa camina con un tempo claramente cinematográfico, haciéndose valer de herramientas de guion y estructuras paralelas donde cada elemento tiene un sentido funcional en la trama. El humor español asoma entre las costuras con personajes pesimistas y situaciones cargadas de sátira, inspirado en otros nombres como Jardiel Poncela o Roald Dahl.
Finalmente, el carácter visual de la obra evoca un cóctel del cine de Jim Henson, Hayao Miyazaki, Sam Raimi, Satoshi Kon, Peter Jackson, Charlie Kaufman, Joe Dante o René Laloux. En definitiva, “Sal de mi vida” adapta el pueril ochenterismo al siglo XXI para que podamos arrepentirnos de aquellas narraciones almibaradas.
Juan Eladio Hernández aterriza en el mundo con los primeros excesos punk de la movida madrileña. Tan solo 13 días después del nacimiento de Ryan Gosling. Un martes. A las 5 de la mañana.
Obviando los juegos de pelota y montar en bicicleta, prefería pasar sus horas infantiles grabando documentales de animales con una videocámara que se convertiría en una constante de su vida. Consumidor compulsivo de cine, materializó su amor por la narrativa en una Licenciatura en Comunicación Audiovisual.
No pudo resistirse a escribir y dirigir sus propios cortometrajes con títulos como “La increíble pero incierta historia del hombre visible”, “Colorear en Grises” o “La flor de mi vida”. Sus trabajos en cine, televisión, prensa y medios de internet reforzaron su visión sobre este mundo fantástico, en el sentido menos realista de la palabra, y aflojaron sus ahorros.
Para Juan Eladio Hernández la mejor manera de retratar la realidad es la fantasía. No cree que exista ninguna herramienta para comprender nuestros problemas e instintos que no tenga que ver con la imaginación. Sus obras siempre se sumergen en ficciones con mayor sentido de lo racional que la realidad misma.
Su primer libro, “El filósofo salió de noche”, recopila 22 historias breves sobre la soledad que entreteje el mundo. Una amalgama de estilos literarios y personajes que derivan desde el propio punto, los colores o el sonido hasta elefantes, científicos o cuevas legendarias. En su blog “Películos” vuelca, en verso, su amor por el cine, cualquier tipo de cine, preferiblemente aquel que es valorado por otros con muy buena nota o con la peor y más ridícula calificación. En “Sal de mi vida” aborda los remordimientos y la falta de empatía en un purgatorio más allá de los relatos de Dante. Y, en “Iluminado” (novela que estará disponible en Amazon a principios de 2018), se adentra con mucha fantasía y humor en las soledades de un niño sin amigos y las de un adulto con demasiados.
Puedes comprar el libro en:
\n