Intentar pensar hoy sobre eso que antaño solía nombrarse con la tópica expresión «rumbo de la historia» se ha tornado una labor particularmente complicada. Los tres elementos que componían el eje vertebral del tiempo histórico –pasado, presente y futuro– han abandonado su vieja condición de fundamentos de inteligibilidad, de bases que nos permitían entender lo que nos iba pasando y lo que nos era dado esperar, para transformarse en fuentes de perplejidad.
El presente texto arranca de esta generalizada percepción, de este nuevo «estupor constituyente» que parece definir al hombre contemporáneo, y analiza a continuación los diversos efectos del trascendental cuestionamiento de los esquemas con los que interpretábamos la historia. Bajo esta nueva luz, el autor emprende aquí la tarea de volver a pensar la función de la memoria, la prioridad de la política sobre la historia, el insoportable y angustioso estrechamiento de nuestro presente o lo que, sin demasiada exageración, podría denominarse la muerte del futuro.
Todo lo anterior también se podría resumir recurriendo a la vieja metáfora, de inspiración aristotélica («Seamos con nuestras vidas como arqueros que tienen un blanco», en Ética a Nicómaco), que tanto agradaba a Ortega y que sirve de inequívoca inspiración al título de este libro: no queda más remedio que preguntarse si, efectivamente, la flecha de la historia, fuera de todo control, vuela por el tiempo sin rumbo alguno. Bien mirado, el presente texto por entero no hace otra cosa que trasladarle al lector esa pregunta.
Manuel Cruz es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona. Ha sido profesor visitante en diferentes universidades europeas y americanas, así como investigador en el Instituto de Filosofía del CSIC (Madrid). Autor de cerca de treinta títulos (algunos de ellos traducidos a otros idiomas) y compilador de casi una quincena de volúmenes colectivos, ha resultado galardonado con los premios Anagrama de Ensayo 2005 por su libro Las malas pasadas del pasado, Espasa de Ensayo 2010 por Amo, luego existo, Jovellanos de Ensayo 2012 por Adiós, historia, adiós y Miguel de Unamuno 2016 por el presente La flecha (sin blanco) de la historia. En la actualidad es portavoz del PSOE en la Comisión de Educación del Congreso de los Diputados. Colabora habitualmente en El País y El Confidencial.
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