Philipe Pozzo di Borgo se quedo parapléjico a la edad de 43 años
Philippe Pozzo di Borgo es un aristócrata francés que tras un accidente volando en parapente se queda tetrapléjico. Su vida da un cambio radical al conocer a Abdel Sellou, un joven argelino, cabecilla de los suburbios, que acababa de salir de la cárcel. Su amistad los cambiará a ambos. Toda esa relación se narra en la exitosa película Intocable que el año pasado batió records de asistencia en Francia y en el resto de Europa.
La numerosa «tribu» de los Pozzo di Borgo, aristócratas corsos, no ha seguido las peripecias de los protagonistas de Intocable con el mismo entusiasmo que los 18 millones de espectadores franceses, encantados con la comedia feliz que glosa de manera «novelesca» las relaciones entre Philippe Pozzo di Borgo, parapléjico a los 43 años, y Abdel Yasmin Sellou, el argelino que le devuelve la esperanza, incluso en los negocios amorosos.
La película de Eric Toledano y Olivier Nakache, interpretada por François Cluzet y Omar Sy, se convirtió hace meses en Francia —y después en toda Europa— en un fenómeno de sociedad, contando la versión idílica de la historia real.
Philippe Pozzo di Borgo estaba casado con la heredera de una gran fortuna. El matrimonio adoptó dos hijos. Ella murió tres años después del accidente de su esposo. La película no dice nada de las relaciones del padre parapléjico con los hijos adoptados, que no siempre han vivido las peripecias cinematográficas del padre con una alegría desbordante, relegados al puesto de lo innombrable.
El resto de la familia tampoco aprecia la «ligereza» con la que el parapléjico ha contado una historia de la que han sido «evacuadas» las relaciones familiares, para glorificar una amistad que rozaba lo escabroso. Los familiares no apreciaban el riesgo que corría el parapléjico aventurero, prestando un coche de lujo a un personaje que le presentaba «chicas» y le daba a fumar hierbas no siempre confesables.
Philippe Pozzo di Borgo instaló a su amigo en la gran mansión familiar de la calle de la Université, que fue un palacio comprado por el conde Carlo Andrea Pozzo di Borgo en 1820. Karl Lagerfeld alquiló durante algunos años esa residencia. Desde la óptica familiar, dar las llaves de la casa a un inmigrante con menudos antecedentes penales tampoco era de una sensatez evidente.
El final feliz de la película tampoco convence a sus familiares. Philippe se instaló en el sur de Marruecos, donde «descubrió el amor» con una joven marroquí, madre soltera con dos hijas, con la que contrajo matrimonio. Abdel Yasmin Sellou se marchó a su Argelia natal, donde montó un negocio de distribución de carne de pollo. En Esauira, en compañía de su nueva esposa y sus dos nuevas hijas de adopción, Philippe Pozzo di Borgo tampoco «tranquiliza» a su dispersa familia.
Los Pozzo di Borgo son un alto linaje de políticos, empresarios, aristócratas y creadores de perfumes, como la joven Valentine Pozzo di Borgo, que fue muy amiga de Carlota de Mónaco, antes de lanzar con su madre una casa de creación de perfumes de lujo.
Desde ese ambiente parisino, la esposa y las niñas marroquíes adoptadas por un parapléjico sediento de «aventuras» no siempre encajan a la perfección, tocando la pátina histórica de un apellido famoso, en tiempos de Napoleón —viejo adversario de la familia— con los variopintos colores del sur marroquí, que tiene las ventajas de la meteorología y una fiscalidad que los miembros de la familia aprecian de muy distinta manera.
Philippe Pozzo es un persona directa y sincera, habla sin rodeos, muchas veces con la ayuda de Abdel Sellou que se encarga de casi todo, empujar la moderna silla de ruedas, presentar a las personalidades, etc. “Si quiere usted saludarme, me tiene que tocar la mano”, dice sin preámbulos el aristócrata francés. Lo que van a contar se lo saben casi de memoria, lo han tenido que repetir cientos de veces. Su historia es original y no está exento de algo macabro. “Los dos teníamos algo que ganar, los dos nos necesitábamos”, dicen a coro al periodista.
“Bueno, tú me necesitas más que yo a ti, mi piernas funcionan, las tuyas, no”, replica rápidamente el argelino ante la mirada divertida y cómplice de Pozzo. La cual destina una admiración que en ocasiones se hace mutua. “Él era un chico malo, con un pasado oscuro, pero ese no era mi problema” cuenta Pozzo descaradamente. Las vicisitudes de la vida hizo que ambos se casasen con jóvenes marroquíes, Pozzo con una madre soltera que le cuida. Sellou es padre de tres hijos y se dedica en su país a la cría de pollos.
“Si delante tienes una persona excepcional, la vida se convierte en excepcional”, asegura Sellou. Saben ambos que le deben mucho a la película, mucho más que al libro. “En la película se cuenta una gota de la realidad. Ésta fue mucho peor”, recuerda recalcando que en esa realidad no había nada de idílico. “Hoy la sociedad está basada únicamente en la satisfacción de los placeres y lo único importante, finalmente, es reconciliar lo que siente cada uno con lo que propone la sociedad”, filosofea el aristócrata, que hay que reconocer que tiene algo de poeta y mucho de sensibilidad.
Philippe Pozzo di Borgo, hijo de dos distinguidas familias francesas, fue director de Champagne Pommery. En 1993 sufrió un terrible accidente de parapente que lo dejó tetrapléjico. En 2001, la editorial francesa Bayard publicó el asombroso testimonio de su nueva vida, Le second souffle, que tuvo una excelente acogida crítica. Después, con motivo de la película, se reeditó con un texto adicional, "Diable gardien") y se convirtió rápidamente en un imparable bestseller tanto en Francia, con más de 200.000 ejemplares vendidos en los dos primeros meses, como en las traducciones que ya han aparecido. El libro que reúne ambos textos, Intocable, ha inspirado la película del mismo título, estrenada en Francia en otoño de 2011, con un éxito extraordinario tanto de crítica como de público.
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