El protagonista es un subdirector de unos grandes almacenes

Un estado del malestar nos relata la historia de Ricardo Marco, subdirector de unos grandes almacenes, quien disfruta de un alto nivel de vida, pero desde hace un tiempo siente que ha renunciado a demasiadas cosas para conseguirlo y cada vez se reconoce menos en las personas de su entorno. Ese malestar se acentúa cuando recibe el comunicado de su prejubilación, y cuando su mujer, directora de una revista de decoración, se empeña en que compren sobre plano una lujosa residencia en las afueras, cuyo interior se encargará de diseñar personalmente.

Cuando un día Ricardo se adentre en el mercadillo que se instala todas las semanas cerca de sus oficinas para reclamar una venta ilegal de algunas prendas, se topará con una enigmática y hermosa joven que regenta uno de los tenderetes junto a su familia. Ricardo volverá repetidamente por allí para averiguar quiénes son los que la rodean, sin sospechar que en ese mundo y entre esos tipos pintorescos tal vez encuentre un inesperado refugio, una tabla de salvación.

Como en los anteriores libros de Joaquín, la familia también es el escenario o el hábitat fundamental en el que desarrollan su vida los protagonistas, aunque la unidad familiar que nos presenta ahora es una familia más convencional que en sus otras dos obras. La familia tiene una gran relevancia ya que es como una cárcel en la que viven sus personajes. Pese a que las familias que Joaquín describe suelen ser bastante complejas y enrevesadas, con la suya él ha tenido suerte. Si escribe sobre familias infelices es porque la suya no lo es. De este modo, él busca lo que no tiene al alcance de su mano y el libro le sirve para preguntarse y reflexionar cómo hubiera sido su vida con una familia que fuera como una prisión.

A su vez, esta novela habla acerca de la importancia de la conciencia. En este caso, el protagonista es un personaje de más edad que el autor, por lo que tiene una conciencia completamente diferente y, para construirlo, Joaquín se ha tenido que poner en una piel que, aparte de no ser la suya, le saca una diferencia de 12 años.

Por otro lado, las relaciones con las mujeres juegan un gran papel en Un estado del malestar: a diferencia del protagonista de su anterior novela Vive como puedas (que es un tío que va de víctima), en esta novela no hay victimismo. Ricardo habla incluso duramente de su mujer, por quien sólo sintió una atracción física (aunque muy potente), por lo que cuando ella envejeció dejó de sentirse atraído por ella.

A su vez, la novela retrata la realidad actual, como un choque de trenes: se enfrenta el mundo de la estética y lo tradicional (representado por la mujer de Ricardo) con el mundo de los rebeldes, representado por el protagonista, quien está harto de su mundo y quien, como luchador, ve la prejubilación como una gran derrota, ya que quiere seguir teniendo algo por lo que luchar.

El otro personaje de la familia, su hija, no aparece mucho, pero es fundamental para mostrar la dificultad de conexión o comunicación entre los padres y los hijos adolescentes. Ahora es más fácil comunicarse con ellos por Whatsapp que hablando con ellos directamente, aunque es posible que esto sea más cosa de los hijos que de los padres. Según el personaje, la relación entre padres e hijos vuelve a estabilizarse cuando los dos ya son padres, pero ya es demasiado tarde y ahora aún más porque los hijos engendran muy tarde y el abuelo ya está demasiado mayor.

En definitiva, Joaquín Berges vuelve a contarnos en esta novela una historia a su estilo, con ironía, golpes, críticas muy bien hiladas y momentos para el recuerdo.

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