"La televisión es la gran enemiga de la literatura"
Con La caída de los gigantes, Ken Follet llegó en tren a la capital de España, era el medio de transporte por excelencia en los dos primeros decenios del siglo que se ha empeñado en retratar en su trilogía The Century. Hoy ha llegado ante los medios de comunicación en un camión del ejército republicano con un cargamento de cajas que bien podrían haber tenido fusiles, pero su carga no podía ser otra cosa que los ejemplares de El invierno del mundo.
Los tiempos fueron cambiando y el segundo volumen de la trilogía abarca desde 1933 cuando accede Hitler al poder en Alemania hasta el 1949, cuando los soviéticos estallan su primera bomba nuclear. Tiempos de crisis, los años treinta, tiempos de guerra los años cuarenta y su símbolo de locomoción el coche. Como el cargamento de libros necesita más espacio, en la editorial Plaza & Janés han escogido el camión para hacer aparecer al escritor galés.
El siguiente y definitivo libro se titulará en inglés Edge of eternity, en castellano todavía no está decidida la traducción. El libro, milenario también en páginas, se desarrollará entre el año 963, cuando en una noche se construyó el muro hasta su caída en 1989. El símbolo de comunicación en esos años fue el avión o bien el cohete espacial, ya que durante esos años se produjo la carrera espacial. Dejo a la imaginación del lector en qué medio de comunicación aparecerá dentro de dos años Ken Follett. Algunos periodistas hacían ya sus apuestas, ¿en avión?, ¿en helicóptero?, ¿en cohete espacial?, ¿en paracaídas emulando al aventurero austriaco Felix Baumgartner?
La Embajada italiana en Madrid está situada en el palacio de los marqueses de Amboage, que lo compraron en 1940. Durante algún tiempo de la Guerra Civil, el consistorio madrileño estuvo situado en el palacio. Cuentan las malas lenguas que fue comprado al estado español a cuenta de las millonarias deudas que el ejército del general Franco contrajo con el gobierno italiano, al igual que tuvo con el alemán. Este palacio, de estilo neobarroco, fue el escogido para la presentación del libro de Ken Follett.
En su jardín nos trasladamos a una escueta trinchera de la guerra, como el escritor galés se trasladó a Belchite para empaparse del sentimiento de nuestra guerra fraternal. En el capítulo cuatro podemos leer todo lo concerniente sobre nuestra guerra, pero no sólo de la nuestra, la Segunda Guerra Mundial es tratada en extensión y, también, lo que sucedió en la guerra del Pacífico, que no ha sido tratada como se merece aunque hay algunos libros más que interesantes.
Ken Follett lleva 130 millones de libros vendidos de toda su obra. En España se han distribuido 600.000 ejemplares del segundo tomo de la trilogía. “Será el libro de las Navidades”, apuntó la editora en la presentación. The Century cuenta la historia del siglo XX a los ojos de 5 familias. En el primer tomo eran los padres los protagonistas, en este segundo son los hijos y en el tercero serán los nietos. “Es un proyecto muy ambicioso” en palabras del autor.
Para el escritor galés, la televisión es la gran enemiga de la literatura, “los escritores tenemos que dar a la gente algo que no pueda obtener en la televisión o en los medios digitales”, dice, y como hacía Groucho Marx: Follett quiere que la gente apague el televisor y se ponga a leer un libro, por eso sus historias tienen sentimiento, emociones a raudales, “quiero escribir historias que les interesen más a mis seguidores que el mundo real”, esa es su fórmula de éxito.
El invierno del mundo es la guerra contra las tiranías, “por eso muestro cómo era la Segunda Guerra Mundial, que es una guerra contra los fascismos, el alemán, el italiano, el japonés, que se muestra en la batalla del Pacífico y, por supuesto, el español que queda reflejado en la Guerra Civil, pero también lo hubo en Gran Bretaña. La Unión Fascista Británica fue un grupo especialmente activo en Londres que en alguna ocasión quiso entrar en un barrio judío londinense y fueron echados por sus habitantes”, relata el escritor galés. “Este es el espíritu de la trilogía”, remacha.
Para él, las lecciones de la historia hay que aprenderlas juntos, escritor y lector, “yo no doy lecciones a mis lectores. Yo no soy más listo que mis lectores, que suelen ser personas bien informadas e inteligentes. No me necesitan a mí para sacar sus propias conclusiones. Lo que sí hago es analizar la historia y las situaciones juntos y cada cual que saque sus propias conclusiones”, explica atinadamente el escritor, conocido simpatizante y activista del partido laboralitsta británico.
Además reconoce que es muy difícil gestionar tanta historia, “me gustaría tener un cerebro de repuesto para poder hacerlo”, dice lacónicamente. Toda esa historia le lleva tiempo analizarla, digerirla y ponerla al servicio del lector. “Planifico muy cuidadosamente todos los libros. En éste he tardado ocho meses. Es muy importante hacerlo así porque no debe haber partes aburridas en el libro y tiene que tener, por supuesto, un elemento dramático muy fuerte”, desvela Ken Follett descubriendo parte de sus secretos del éxito.
La época que vivimos tiene a su parecer muchos paralelismos con los años treinta. “Cuando hay una gran depresión la gente tiende hacia partidos extremistas, aunque creo que los europeos actuales confían más en la democracia y en sus mecanismos políticos que los habitantes de 1930”, explica y se muestra optimista cuando dice que “creo que nuestros problemas se solucionarán”. Aunque sí ve un riesgo en los nacionalismos exacerbados, que suelen ser los gérmenes del fascismo. “Las personas tenemos dos necesidades perentorias, una es la economía, los ciclos económicos no han sido resueltos todavía y otra es la diversidad cultural, todos amamos nuestras raíces. A mí me encanta ser galés pero también británico. Nosotros, desde el punto de vista económico no podríamos sobrevivir como país independiente”, apunta con sensatez.
Ken Follet reconoce que la religión le dejó de interesar con dieciséis años pero sigue yendo a visitar catedrales, de ellas nació su interés por la construcción de las mismas. Los pilares de la tierra, es el libro donde vuelca todos sus conocimientos sobre la materia, es “mi libro favorito”, afirma. Y la adaptación televisiva que se ha hecho le parece más que notable, “he tenido la oportunidad de ver los dos primeros episodios de Un mundo sin fin y también me parecen buenos”, relata. No así algunas adaptaciones de sus thrillers de espías.
Su secreto del éxito consiste en hacer lo que realmente le apasiona, “yo no me quiero jubilar porque me gusta lo que hago, me gusta que mis lectores disfruten con mis libros. Siempre pienso en los lectores cuando escribo, por eso siempre quiero más lectores, siempre quiero vender más libros”, analiza sin recato. Sus historias conmueven, buscan que los lectores aumenten el ritmo cardíaco mientras lean, sufran, se diviertan, que “tengan una reacción emocional”, ese es el secreto de este escritor que todos los lunes, como Woody Allen, se reúne con unos amigos a tocar blues, forman la banda Damn Right I Got the Blues, “yo toco el bajo y me gusta que las jóvenes bailen con mis interpretaciones”, dice poniendo esa cara de pillín que tiene. “Por eso mis temas son universales: el amor, la guerra, los conflictos políticos, los conflictos intergeneracionales, por eso, creo que mis libros son tan atractivos para mucha gente”.
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