"Largo noviembre de Madrid" vio la luz en 1980 y tan largo fue ese noviembre que la editorial escogió el 2 de diciembre para presentar la trilogía; la siguió La tierra será un paraíso publicada en 1989 y concluye con Capital de la gloria que se imprimió en el 2003. El coqueto narrador, que hurta de su biografía la fecha de nacimiento, ha escrito dos nuevos relatos: Caluroso día de julio que lo incluye en Largo noviembre de Madrid e Invención del héroe que forma parte de Capital de la gloria.
Sin embargo, en la nueva edición el orden cronológico ha cambiado y Capital de la gloria es el segundo libro de relatos en ésta. Para el autor la inclusión de dos nuevos relatos "amplía la primera visión de los libros", los complementa. Quiere dejar bien claro que el libro no es un "testimonio autobiográfico", es más bien la historia de una ciudad relatada por unos personajes.
Madrid era una ciudad sitiada, "el ambiente era tan intenso y tan nutrido de información que se saturaban las inquietudes sociales. Después del 39 todo eso cambió", explica Zúñiga durante su intervención. Para él "el texto es como una metáfora de la adolescencia, sorprendida por las voces populares que la enfrentan a algo desconocido", lee el escritor en una declaración que ya tenía preparada y que prefiere leer para no dejar nada en el tintero.
"Era un proyecto ambicioso -refiere sobre el conjunto de su obra- guardar fidelidad a cuantos habían sufrido en Madrid los efectos de una contienda tan larga y cruel. Al escribir estos relatos no me interesaron los combates, las trincheras, los campos españoles ensangrentados, sino el heroísmo cotidiano de las personas que permanecieron en la capital de España sitiada, bombardeada. Ellos acosados por el hambre, la inseguridad, los fríos inviernos y el contacto frecuente con la muerte". Huye de las personalidades históricas y los destacados protagonistas. A Zúñiga eso no le interesa, pero sí los héroes anónimos, los personajes vulgares a los que les afectó y cayó encima una guerra odiada y no deseada.
Esa época de grandes conmociones que desorganizó un sinfín de vidas privadas giran alrededor de dos corrientes substanciales que atraviesa la existencia de los protagonistas: el amor y el hambre como dos fuerzas ineludibles, milenarias, aun en los momentos más inesperados. Temas que ha reflejado fehacientemente en algunos de los relatos que al iluminar los sentimientos y las pasiones ayudan a interpretar la doble realidad de la vida que según Zúñiga es "una de las misiones de la literatura".
Zúñiga es el mayor especialista español en literatura rusa y búlgara, es tal la influencia que ha recibido que alguien insinúa su gran parecido físico con León Tolstoi y él reconoce que la literatura rusa que leyó en su juventud le ha influido toda su vida. Lo que él señala como "lo mejor del siglo XIX, la libertad y el deseo de independencia".
En sus relatos ha procurado no rozar el tema de la ideología política, "sí lo ha podido hacer algún personaje, pero lo que a mí me ha interesado reflejar es cómo se comporta el ser humano", afirma quedamente, obsequiosamente, dando a su lenguaje una forma queda, que subyuga al que le escucha y que percibe que Zúñiga es una persona que todavía tiene mucho que contar, además de todo lo que ha relatado en sus obras, relatos que conforman un todo, una cosmovisión de un periodo negro de nuestra historia. Porque al fin de al cabo, lo que quiere Zúñiga es que el propio lector saque sus propias conclusiones y para ello él pone sobre el papel las diferentes perspectivas de esa vidas que padecen una situación traumática.
El relato es su género predilecto y lo explica de la siguiente manera: "el relato sugiere muy bien estos periodos súbitos que se interrumpen pero que pueden durar días, periodos cortos de gran intensidad que tienen un final y luego le siguen periodos largos de calma, periodos que fragmentan una vida". Reconoce que en el primer libro de relatos su estilo era más barroco pero que se fue haciendo cada vez más transparente, más claro.
Pese a escribir sobre la guerra, no la concibe bella, "la guerra es abominable, vergonzosa, hubiese querido que no hubiese sucedido nunca", declara con fuerza y cree que es tan fatal la guerra que nadie se salva de ella, "para mí, la memoria de esos hechos perduran, no se borran tan fácilmente. Está en nuestras conciencias, por eso debemos asumir nuestras responsabilidades y así poco a poco se irá asimilando y se irá borrando su recuerdo paulatinamente", razona el autor.
En la presentación se dieron cita amigos y escritores de la talla de Luis Mateo Díez o Manuel Longares. Acompañaron también a Zúñiga los periodistas, Juan Ángel Juristo, Emma Rodríguez y José Andrés Rojo. Éste señaló que "Zúñiga utiliza el cuento como unas pinceladas que van reconstruyendo lo que les pasaba a las personas que estuvieron en esa situación". Para él, las principales características de su estilo son la transparencia y la capacidad de penetrar en los recodos sentimentales donde se gestan los sentimientos de las personas.
La periodista Emma Rodríguez calificó la obra como "fogonazos poéticos" que relatan el padecimiento de mucha gente pero siempre desde una perspectiva intimista que surge del interior de los protagonistas. Juristo señaló en una intervención leída que "el amor que siente Zúñiga por Madrid, es similar al de James Joyce por Dublín" y a su entender hay pocos escritores que hagan protagonistas a una ciudad como lo hace Zúñiga, que va más allá del costumbrismo donde mezcla a personajes históricos con personajes anónimos.
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