Porque la novela tiene sentimiento y unos protagonistas implicados en una trama donde se destila una pasión contenida que termina estallando. Tom Carter, en 1910, era un niño vagabundo que malvivía en las calles de Filadelfia. El robo de una cartera le cambia la vida, y es acogido por la familia de Frank Carter, constituida por él y sus dos hijos, Jay, de su misma edad, y Beth, más pequeña. Le da un hogar, una nueva familia y una oportunidad para convertirse en un hombre de provecho.
La historia comienza en 1929, el año del crack de la bolsa de Nueva York, el año en que comenzó la gran depresión, pero también el año de los soñadores, los que idearon el edificio más alto del mundo, el primer rascacielos que superaría los cien pisos y más de 380 metros de altura. En ese año, Tom Carter, esperaba pacientemente en la cola de los que buscaban trabajo en ese gran edificio que se llamaría el Empire State después de haber cumplido diez años en una penitenciaria por un asesinato fortuito.
Esa es la introducción, el planteamiento de la historia que va a contar, pero para entender cómo ha llegado el protagonista hasta ahí, los autores hacen un extenso flash-back de dos capítulos, de los cinco que componen el libro, para contarnos su historia, la de Tom y la de la familia que le acoge. Vuelven a 1910 cuando vagaba solitario por las calles, y comienza aquí la historia de una familia de la América profunda, un fresco de las personas que vivían en un país donde la emigración había cambiado totalmente la faz de una tierra virgen.
Estos dos primeros capítulos son una novela social de aquellos años, una novela del tipo de William Kennedy que nos muestra cómo vivían los estadounidenses en esa época, de la mano de tres niños: el propio Tom, su hermano Jay y Jennifer, una amiga independiente con afán de ser más un chaval que una apuesta adolescente, en lo que terminaría convirtiéndose, que descubriría el amor de la mano de Tom; cómo se enfrentaron a una guerra, que no era la suya, la Gran Guerra, que consideraban europea y lejana, pero esa guerra les hizo poner en marcha una maquinaria industrial que se convertiría en la primera del mundo, lugar que ya no han dejado.
El lector se encuentra imbuido en una historia tan americana que al estar realizada por dos escritores españoles puede sorprender por el conocimiento que demuestran sobre los Estados Unidos, lo cual arroja una objetividad, que nos hace comprender mejor aún esas páginas de la vida cotidiana de esa América desconocida y pujante, fruto de la documentación y la creatividad. La fuerza narrativa que imprimen a la obra está basada en unos personajes muy humanos con sentimientos contradictorios que se mueven en un mundo que es a la vez, cruel y lleno de oportunidades y que termina estallando con la muerte del alcohólico padre de Jennifer a manos de Tom de manera circunstancial. En ese momento, el destino de los amigos y de la familia de Tom estalla y se disgrega.
La novela da un giro con la aparición de Adam Norris, novio mafioso de Beth, que se había convertido en una cantante de segunda fila que buscaba el apoyo de inversores para poder actuar en Broadway. En este punto se convierte en una novela negra, donde la corrupción, los policías vendidos y la ley seca, marcarían un nuevo estilo de vida donde la mafia y los políticos corrompidos serán dos productos que terminarían exportando al resto del mundo.
La construcción del gran rascacielos en 1929, con todos los personajes que se mueven a su alrededor, y el mundo sórdido de los contrabandistas de alcohol, se van entrelazando y es en ese momento cuando la familia se vuelve a unir, los tres hermanos sobrevivientes, vestigio de una familia rota por la muerte del padre y de los acontecimientos sufridos. Aquí entra en juego la periodista Valery Marquand que interesada por la construcción del edificio quiere hacer unos reportajes sobre el alma del edificio, es decir, sobre el factor humano que se mueve a su alrededor. Esto da lugar a que aparezcan más situaciones insólitas, historia de amor incluida.
La reunión de los tres hermanos hace que las diversas tramas familiares se unan, con el añadido de Norris y Valery, lo que da lugar a nuevas situaciones que el lector no podrá dejar de leer. Porque el libro engancha y da los suficientes giros y sorpresas para que le atrape, manteniendo una tensión creciente con un denominador común, la solidez y honradez de una persona, Tom Carter, que lucha contra su destino.
Estamos pues ante un libro original, lleno de sentimiento y fuerza que mezcla distintos géneros dando un resultado sorprendente y que atrapa desde la primera página y que ha sabido captar la esencia de un país hecho a sí mismo, pero con la ayuda de todas las personas que llegaron hasta allí con las manos vacías y supieron forjar un sueño. Como los autores, que han forjado una historia mejor que los propios americanos y que han sabido implicarse en un mundo que nosotros conocíamos por las películas de Frank Capra. Después de esta obra me imagino que los autores seguirán tratando sus temas de enigmas históricos y científicos, pero han abierto una puerta a la literatura de calidad que creo que deberían continuar.
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