José Luis Sampedro tiene una dilatada y fructífera carrera como escritor y economista y a sus noventa y cuatro años, pese a la sordera, se encuentra en un envidiable estado de forma física, pero sobre todo mental, incluso mejor que cuando hace poco más de dos meses presentó el libro de Stéphane Hessel ¡Indignaos! Y qué decir de su pensamiento: es más rompedor que el de lamayoría de los jóvenes.
José Luis Sampedro, en la presentación, confesó ser "un enamorado de los mitos, de la mitología" y es que durante su juventud vivió rodeado de ellos, "vivía enfrente del Jardín del Príncipe en Aranjuez, en los años treinta del siglo pasado, allí se encontraban las estatuas de Apolo, Narciso, Hércules, etc. y yo me paseaba entre ellos", explica con sarcasmo el autor. Sus años cerca del Tajo le sirvieron como experiencia para escribir su singular novela El río que nos lleva.
En Cuarteto para un solista reflexiona sobre el futuro de la humanidad de la mano de los cuatro elementos: Tierra, Agua, Aire y Fuego, que con la ayuda del viejo profesor, internado en un sanatorio, hace un recorrido por cuatro ciudades, todas ellas con unas cualidades casi mágicas: Tombuctú, Ginebra, Knosos y Venecia, a la que se añadiría Tahití. "Venecia significa lo que debió de haber sido Europa", señaló con énfasis y no en lo que se ha convertido, "en un casino de intereses".
Este trabajo le ha costado más de cinco años, "me atascaba con él y gracias a Olga, que aportó una idea que unía el mundo del mito y la realidad, la idea de introducir a un viejo profesor. Gracias a ello el libro se desatascó", puntualiza el novelista. Para él, la referencia esencial de todo es la vida, el deber de la vida, el deber de vivir la vida. En su palabras "vivir es aportar más vida al cosmos", una lección que no deberíamos olvidar.
Sin embargo, algo le preocupa, le perturba y es lo poco civilizado que está el hombre actual, "la cultura occidental está en ruinas", afirma sin ambages. Sampedro cree que nadie tiene la concepción de ser europeo, que sólo lo importante es el dinero y de todo ello culpa a la educación que recibimos, que a su modo de ver, es nefasta y que sólo se ocupa del tener en contraposición al ser. "Nos educan como productores y consumidores", explica. En su opinión, el desarrollo sostenible que se predica es en realidad insostenible, desarrollo insostenible, y esto no se sostiene, ya que occidente dispone hoy en día de una técnica fabulosa que no se utiliza para mejorar la vida de los habitantes del planeta y además "estamos destruyendo el mundo" y no debemos olvidar "que el mundo es naturaleza y el hombre también", exclama.
"La humanidad debe progresar afectivamente para que tenga sentido la especie", continua relatando. Su fórmula de vida es sencilla, vivirla, no malgastarla y repite una y otra vez la importancia de los valores solidarios y de la cultura, "destruir la cultura es como si a un templo dórico le destruyésemos sus columnas", agrega. Por eso cree que el movimiento del 15-M o de la Puerta del Sol vive ya un mundo distinto, "quienes los atacan son del ayer y ellos son del mañana", sentencia.
En la novela, que tiene tanto de ensayo como de relato, el autor inicia un viaje personal, histórico yfilosófico, de la mano de un viejo profesor, quien recibe la visita de los cuatro elementos con los que empieza a compartir sus preocupaciones sobre el destino de la humanidad. Se convierte así en una "alegoría de nuestro tiempo y una radiografía del ser humano en toda su complejidad", dijo.
Olga Lucas ha tenido un papel fundamental en la elaboración del libro, aunque ella se quita importancia diciendo "que mi papel se reduce al de ser una mera traductora"; nada más incierto ya que, como reconoció el propio Sampedro, "no estoy de acuerdo con nada de lo que dice", afirmó con sorna. Lucas cogió los manuscritos y puso orden en ellos, "aunque lo escribí yo, sigue siendo una obra de Sampedro" y "mi intención siempre fue, sin rebajar el nivel, hacer la obra legible", apuntó la poetisa y traductora.
Y creo que lo ha conseguido, aunque ella, más autocrítica, dice que "he reescrito tantas veces el libro que ya he perdido la perspectiva del mismo y habrá de ser el lector quien apruebe o desapruebe el trabajo final".
Introdujo el acto el periodista y amigo del escritor Iñaki Gabilondo. Trabajaron juntos en la radio en los años ochenta. Gabilondo desgranó la novela, a la que calificó de "una obra muy especial. No se parece a otros libros, no se parece a otros escritores. Es radicalmente original. Es un delicioso viaje para la reflexión", señaló el periodista vasco. A su parecer la obra tiene una "profunda sensibilidad humana".
El texto, según Gabilondo, es una muestra de cómo la aventura humana ha estado relacionada con la felicidad y la alegría de vivir y cómo se derrumba cuando aparece el dinero y la intención del hombre de acumularlo. Por eso concluyó diciendo que "no soy muy optimista sobre el futuro de la humanidad".
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