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“Niño mal de casa bien” de Begoña Aranguren

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

En Niño mal de casa bien de Begoña Aranguren, la autora conversa sin tapujos con el que fue su gran amor, José Luis de Vilallonga. Con el estilo limpio y directo que caracteriza toda su obra, Begoña Aranguren mira hacia atrás y reflexiona sobre lo mucho que han cambiado las cosas desde la muerte, en 2007, del que fuera su marido. La obra ha sido publicada por Planeta.


A pesar de que ella no pretende ajustar cuentas con nadie, tampoco está dispuesta a callar. Desde las reacciones de periodistas y familiares el día del funeral del controvertido marqués de Castellvell, hasta sus opiniones sobre la realeza y los poderosos, dice lo que le apetece y cuenta los entresijos de una clase social y un mundo que ha tocado a su fin. Se indigna con la insolidaridad y el abuso de la aristocracia española, y con la distinción que otorgaban los títulos y el dinero heredados de unos antepasados, como si de un designio divino se tratara. Un libro magnífico, tan emocionante en el fondo como elegante, irónico y ágil en la forma.

Aristócrata, vividor, portavoz de la Junta Democrática durante la Transición, militante del PSOE en los años 80 del siglo XX, biógrafo del Rey, actor, escritor, personaje polémico, seductor, carne de prensa rosa. No hay duda de que la vida de José Luis de Vilallonga puede ser calificada, con toda justicia, de exagerada y contradictoria. Éste es el niño mal de casa bien, el último gozador del siglo XX, del que trata este libro. Escrito por quien fuera su tercera y última esposa, la escritora Begoña Aranguren. Ambos mantuvieron una relación también contradictoria y complicada, como posiblemente no podía ser de otro modo, ya que, como dice la autora, ninguno de ellos nació para ser comprendido o aceptado por ninguna mayoría.

Desde las primeras páginas, se exponen las contradicciones de José Luis de Vilallonga, el más brillante triunfador digno de lástima, autor de un sinfín de bajezas de altura, un canalla de buen corazón. Alguien que, pese a las apariencias (otra contradicción), desde tiempo inmemorial se movía por el mundo sin un duro. Tampoco en el terreno literario le ahorra críticas. Aranguren piensa que a la literatura de Vilallonga le falta sentimiento, que carece de la capacidad de conmover porque no escribe con el alma. “Confieso que me parecías un narrador de primera categoría. Entretenido, culto, agudo y sarcástico. Pero siempre eché de menos una evidente falta de profundidad. Una superficialidad inherente a tu personaje más que a tu persona. Te reconocía como un narrador fantástico que estaba incapacitado para profundizar al no ser apto para involucrarte en aquello que contabas”, escribe la autora.

”En una ocasión, con el PSOE ya en el gobierno, Vilallonga pensó que nadie más capacitado ni adecuado que él para ocupar la embajada en París. Y se puso manos a la obra. Cuando el sueño se frustró definitivamente, cabreado como un mono y de la misma manera que te habías hecho, de la noche a la mañana socialista, causaste baja en el partido alegando que tus principios no te permitían quedarte cruzado de brazos ante tamaña corrupción. Me inspira entre risa interna y una gran dosis de ternura que, precisamente en aquel momento, tuvieras una visión tan nítida de la ética. ¡Siempre fuiste un hombre tan gracioso como contradictorio!”, recuerda Begoña Aranguren en el libro.

Los recuerdos y las confesiones personales alternan con informaciones y reflexiones de lo más variado. Sobre la actualidad política: “Los que ostentan el poder no dan en el clavo jamás y la oposición es penosa”. “Me temo que a causa de la polémica [sobre las corridas de toros] estemos asistiendo a una guerra de nacionalismos: el catalán contra el español. Es mucha y variada la gente que quiere cargarse la fiesta por la única razón de que la encuentran española por antonomasia”. “El pacto perfecto al que habían llegado el Partido Socialista y el Popular en el País Vasco se tambalea”.

Incluso sobre las amistades peligrosas de la familia real, a cuyos asesores se pone claramente en cuestión. “¡Siempre les ocurre lo mismo a los Borbones! No pueden soportar las verdades puras y duras. Ha sido un precio muy alto el que han pagado muchos de ellos por otorgar categoría de consejeros a quienes, en realidad, eran unos simples oportunistas”. Sin salir de la familia real, la autora afirma que la boda del príncipe Felipe (“ese niño de papá tan malcriado”) le parece desastrosa, “una boda con la persona inadecuada, un enorme disparate”.

Begoña Aranguren ha escrito un libro magnífico, tan emocionante en el fondo como elegante, irónico y ágil en la forma. A fin de cuentas, el estilo es el de una conversación entre dos amantes cómplices, una conversación en la que ella se dirige a alguien al que sigue sintiendo vivo.

Begoña Aranguren comenzó a ejercer el periodismo como columnista del diario local Deia de Vizcaya. Entre 1985 y 1989 realizó ochenta entrevistas en profundidad a grandes personalidades del ámbito de la política, la cultura, la ciencia y las artes en general. Posteriormente colaboró con Euskal Telebista en programas de éxito. Junto a Isabel Vergara Jáuregui creó su propia productora, con la que, en colaboración con Canal Plus, dirigió el programa «Epílogo», en el que ha entrevistado a más de sesenta personajes en un testamento visual que se emite tras su fallecimiento.

Viuda de José Luis de Vilallonga, en 2000 publicó un libro de conversaciones con él, El fuego que no quema; en 2002, La mujer en la sombra; en 2003, Lucía Bosé. Diva, divina, así como una biografía de Emanuela de Dampierre; en 2004, Un diamante falso; en 2006, Alta sociedad; en 2007, La buena educación; y en 2008 Toda una vida. En 2010 obtuvo el Premio Azorín, que concede la Diputación de Alicante con Editorial Planeta, con su novela El amor del rey. Actualmente es colaboradora de Radio Nacional, Punto Radio y esRadio.


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