En el acto de presentación el viejo camarada explicó cómo surgió la idea del libro. Fue en una conversación con el editor Rafael Borrás, encargado en la editorial de las colecciones de Espejo de España y afirmó en su explicación que “el franquismo parecía un túnel sin salida con una luz muy pequeña allá a lo lejos” y eso hizo que muchos comunistas españoles estuvieran preocupados porque su juventud se iba consumiendo lejos de la patria y cada vez más tenían menos posibilidades de volver a casa desde el exilio.
En el acto arremetió contra unos y reconoció el mérito de otros. Entre los primeros el ataque a la iglesia católica fue muy duro. “Una de las desgracias de este país, que da un carácter específico a la derecha española es que en España tenemos una iglesia con una mentalidad medieval, una iglesia que se mueve entre la cruzada y la reconquista, con unos privilegios extraordinarios”, aseguró el antiguo secretario del PCE.
También atacó a la derecha en general y a la izquierda que él denomina jacobina, es decir, a la izquierda centralista, “ambas quieren modificar el Estado de las Autonomías y esto es claramente inconstitucional, explicó, y su ataque continuó hacia el antiguo presidente del gobierno, José María Aznar, del que dijo sin nombrarlo que lo que él quiere es la desaparición de las autonomías y el estado del bienestar, “una cosa es la desaparición y otra es el restringir el gasto para que puedan pervivir ambas”, añadió.
Después hizo un encendido elogio del primer presidente de gobierno de nuestra democracia. Adolfo Suárez, “me demostró que era un hombre que iba a hacer lo que me decía”, explicó; para Carrillo, Suárez era un hombre de izquierdas, que entabló buenas relaciones con los países no alineados y con Cuba. Relató después la biografía de Suárez: “era hijo y nieto de perdedores de la guerra civil y que sobrevivieron gracias a las relaciones que mantenían con el general Martínez Anido. Él creció alrededor de las organizaciones católicas más que de las fascistas y cuando fue director de televisión española se rodeó de gentes de izquierdas como Carmen Díez de Rivera y José María Calviño”.
El libro se puede entender como una continuación de su obra La crispación en España pero circunscribiéndolo a un periodo muy concreto de nuestra historia reciente y este es el que va desde 1956 hasta la transición. Por eso, “el libro sirve para romper un poco la versión oficial de la transición y que se ha generalizado a través de la prensa y la literatura”, dijo Carrillo en la presentación. A su parecer, la sociedad española tiene la sensación de que la transición fue una idea que partió del Rey y de un grupo de reformistas del régimen de Franco, pero Carrillo sostiene que “la política de reconciliación, el que primero la plantea en 1956 es el PCE a través de las redes clandestinas y la radio la Pirenaica”, añadió.
“Ya en 1956 el camino para lograr la democracia era el camino de la reconciliación de los españoles”, afirma sin ambages el viejo líder comunista y matiza que se les llegó a tachar de colaboracionistas con el régimen franquista por este tema. Para llegar a esta conclusión tuvieron que pasar muchos años y ver que las llamadas potencias aliadas nada hicieron por la democratización de España, “al igual que durante la guerra civil, esas mismas potencias estuvieron a favor de la no intervención”, añadió y siguió diciendo que lo que remató el asunto fue la entrada de España en la ONU.
Ante este panorama y ante que “el pueblo español no quería una nueva guerra civil, que no quería un cambio violento, abogamos por la reconciliación de todos los españoles” agregó. La reconciliación se instrumentó entre los comunistas y personas críticas con el régimen franquista como Dionisio Ridruejo, Joaquín Ruiz Giménez o el monárquico Alberto Ruiz-Gallardón (padre) y dio lugar a que “en el 56 se produce en Madrid la primera acción anti franquista importante, llevado por los estudiantes de la universidad complutense”, subrayó.
El libro trata, pues, de restablecer y, por lo tanto, hacer conocidos esos elementos que fueron esenciales para el cambio de régimen y dejar bien claro un episodio que ahora, a su parecer, está rodeado de muchas dudas, y que cree que “es útil para los que quieren conocer la historia de nuestro país”.
A pregunta de un profesor de historia sobre si debía pedir perdón por los asesinatos de Paracuellos, dijo que “yo no mandé fusilar a nadie y no me siento culpable de eso, además, si lo hubiese hecho, los generales Miaja y Rojo no me lo hubiesen perdonado nunca. Es más, Rojo en su libro sobre la defensa de Madrid, reconoció mi labor como jefe de la Junta de Defensa al restablecer el orden en Madrid en poco más de un mes, teniendo en cuenta que habían abandonado la capital el gobierno, funcionarios y policía”, afirmó rotundo Carrillo.
Santiago Carrillo fue secretario general de PCE, diputado del Congreso de los Diputados entre 1977 y 1986. Es doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid, a quien dedica el libro. Es, además, autor de libros como Eurocomunismo y Estado, y ha publicado en Planeta sus Memorias, una biografía de Dolores Ibáurruri, La crispación en España y Los viejos camaradas.
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